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Paco Moreno, santanderino residente en Madrid, y John Girdley, británico, tienen desde hace 12 años su segunda residencia en la Región de Murcia, en concreto, en la Hacienda Riquelme (Sucina), hasta donde llegaron justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria y atraídos por el buen clima y la avifauna, de la que ambos son apasionados. Precisamente esta afición es sobre la que sustentan su amistad, una relación que han forjado compartiendo horas de observación en los lagos del campo de golf y de publicaciones sobre avifauna en el blog de Hacienda Riquelme.
«Llegué aquí a través de una feria inmobiliaria que se celebró en Madrid. Este paraje sumaba a la existencia de los lagos, el entorno rural y las sierras próximas. Me gustó porque me atrajo la naturaleza y también el diseño: muchas zonas verdes, menos densidad de edificiación, valla perimetral y acceso a la urbanización vigilado... Muchas condiciones que eran difíciles de encontrar», cuenta Paco Moreno, que confiesa que nunca le ha llamado la atención el golf ni lo ha practicado. Lo mismo le ocurrió a Girdley, que llegó hasta Hacienda Riquelme por medio de una especie de 'reality', 'Un lugar en el sol', en el que llevaban a los participantes a ver varias casas. Vino a ver varias propiedades y acabó comprando a Polaris World la que hoy tiene en la Hacienda Riquelme.
«En Murcia tenéis un montón de activos y los vendéis fatal», afirma Moreno, que además de a su afición a la naturaleza, dedica buena parte de su tiempo libre a investigar hechos y personajes históricos. «¿Cuántos sabéis que Nelson fue derrotado frente a las costas de Cartagena o que los últimos moriscos expulsados de España fueron los de Murcia?», comenta como ejemplos que ha ido encontrando y buscando durante sus visitas a distintos enclaves de la Región.
Como aficionado a los pájaros, enseguida dio con John Girdley: «El comité de residentes del 'resort' publicó un folleto con un artículo de aves suyo y contacté con él». Ese fue el comienzo del blog de la Hacienda Riquelme en el que «John y yo hemos puesto de manifiesto durante 8 años que aquí había una riqueza ornitológica importante». De hecho, destaca que la zona reúne unas características especiales que alimentan esta biodiversidad avícola: «Hay cinco lagos de entre una y dos hectáreas de superficie, la mayoría rodeados de cañaverales, que son fundamentales para el anidamiento y la ocultación de las aves, y el nivel del agua varía poco. A eso se suma que está entre tres zonas ZEPA, que es un camino de paso (muchas aves vuelan a través del collado de los Ginovinos) y que la importante superficie de agua ofrece un hábitat nuevo en una zona muy árida, que enrriquece mucho el medio ambiente de la zona». Condiciones, todas ellas, que unidas a las medidas medioambientales adoptadas por la dirección del 'resort' han facilitado su naturalización y su conversión en hábitat de especies silvestres de aves, como el cisne negro, al que los residentes han bautizado como 'Carlitos', y entre las que «hay especies que crían aquí, como las fochas, las gallinetas, los zampullines chicos, el martinete, el avetorillo común o el alcaraván, que es de secano», especifica Moreno. Quien también destaca la presencia de comunidades de murciélagos (protegidos), libélulas, polillas y anfibios; esto último también importante, dada la escasez de zonas húmedas naturales, ya que son especies muy amenazadas a nivel mundial y, especialmente, en la España semiárida. De hecho, recuerda Paco Moreno, «es increíble los cientos de ranas que croaban anoche; era un concierto».
Comprometidos al 100% con la vida natural que cobijaba el campo de golf, John y Paco pusieron de manifiesto a la dirección del campo la importante riqueza ornitológica que había y que era una activo. A raíz de ese contacto, pidieron que se tomaran medidas para favorecerla, como no eliminar los cañaverales o no hacer uso de herbicidas que perjudican a la fauna. «Cuando nos reunimos en 2017 con Enrique Herrero, le planteamos que no queríamos interferir en su negocio, sino que se ahorrase dinero en mano de obra y herbicidas, respetando los cañaverales, que son claves para muchas aves e invertebrados», resumen.
Entre las ventajas de este enclave antrópico que se ha naturalizado es que «en cada estación se ven aves diferentes: en invierno, se ven cormoranes grandes», dice Paco, y John apunta que ha llegado a ver hasta ocho juntos. «Son muy frecuentes todo tipo de garzas: reales, cangrejeras, bueyeras,...; también se ven águilas reales y búho real. Y no todos los años vienen las mismas especies: hace tiempo que no se ven cigueñuelas. Por lo que la observación de aves es muy dinámica. En total, hemos observado 95 especies de aves diferentes. Hay mucho que observar y son imprescindibles los prismáticos y la mejor hora es el amanecer o el atardecer», apunta Paco Moreno, que reconoce que lleva 10 años desayundando con los prismáticos en la mesa del comedor, lo que le ha permitido ver cómo se pelean dos fochas o cómo una garza caza una rana.
Y asegura que «me consta que hay personas que han alquilado un apartamento en Hacienda Riquelme para la observación de aves, dentro y fuera del 'resort'», apunta Girdley. «Aquí se produce un equilibrio muy interesante entre el golf y la preservación del medio ambiente. Y ese es un negocio en el que ganamos todos», concluye Moreno, después de apuntar que «el coturismo es buen negocio para los europeos» y de que Girdley constate que «desde el punto de vista de un ornitólogo británico, las aves que se ven aquí son muy interesantes. Hay muchos que pagarían bien por observarlas».
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