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El hallazgo de un tejón atropellado en la N-340 a su paso por Alhama hace ya 18 años, lo que lamentablemente no es ... un hecho demasiado inusual, se encuentra en este caso en el origen de la Asociación Meles. Su presidente, Francisco Almansa (Murcia, 1972), técnico de campo de la empresa pública Tragsatec, recuerda aquel momento fundacional, enmarcado en un estudio sobre carnívoros en el Parque Regional de Sierra Espuña, en el que no había más propósito que desarrollar un proyecto sobre esta especie en colaboración con el Grupo Scout Valle de Leyva. Aquello fue creciendo hasta tomar carta de naturaleza en forma de la organización actual, una de las más importantes del conservacionismo regional, y que debe su denominación al nombre científico de este animal.
–¿Cómo llega uno a meterse tanto en el conservacionismo como para acabar presidiendo una asociación como Meles?
–Mi vida siempre he estado relacionada con el medio ambiente por los lugares donde he vivido, como en Silla, donde tenía la Albufera de Valencia justo enfrente de casa, o Alhama, con Sierra Espuña, Carrascoy y el río Guadalentín. Mis padres, que daban libertad para visitar todos esos lugares cada vez que tuviese oportunidad, también han contribuido en mi espíritu, junto a, paralelamente, la inspiración de Félix Rodríguez de la Fuente. Estudié Biología y, aunque no la terminé, continué formándome en ese ámbito, lo que me llevó a mi trabajo. Mis amistades también están relacionadas en su mayoría con el amor a la naturaleza. Las escapadas que hacíamos con los amigos de la carrera y con el grupo scout de Alhama me llevaron a descubrir muchas cosas de la Región que me fueron calando y me identificaron también con sus problemas. Todo esto, y gracias también a mi pareja, me llevaron a dar un paso más en el conservacionismo a través del asociacionismo. Y así me metí más de lleno en lo que me ha gustado toda la vida, la naturaleza.
–Más allá de su actividad en Meles, ¿qué hace usted en su día a día por el cuidado del planeta?
–Mis acciones en esa línea no se limitan a mis actividades en la asociación. Es mi forma de ser. Intento inculcar a mis hijos el respeto a todo, no solo al medio ambiente. Ellos son el futuro. La mayoría de mi tiempo libre disfruto del entorno con mis prismáticos y mi cámara de fotos siempre colgados al cuello. También mi trabajo está relacionado directamente con el medio ambiente, con proyectos, por ejemplo, de restauración fluvial, de seguimiento ambiental, de voluntariado en el ámbito de ríos y cauces del Segura.... Ahí trato de aportar mi granito de arena con la experiencia y siempre aprendiendo y mejorando. A veces me cuesta desconectar de los temas relacionados con el medio ambiente. En cualquier conversación, bien por mí o por los que me rodean, siempre sale el tema.
–¿Cuál es el perfil del conservacionista comprometido que hoy abunda en la Región?
–Creo que hay varios perfiles, pero en el fondo todos buscamos lo mismo: la conservación y la protección del medio ambiente; unos mediante el activismo y la denuncia, otros con la educación ambiental, la investigación... Es algo difícil en estos tiempos en los que priman la comodidad y la rapidez sin pensar en las consecuencias. Hace años, gran parte de la sociedad veía a los ecologistas como grupos radicales que iban en contra del progreso, pero esos movimientos consiguieron parar algunos desastres ecológicos importantes como los vertidos de Portmán, los del río Guadalentín y otros tantos que ya entonces alertaban de lo que pasaría en el futuro: véase el Mar Menor. Ahora se sigue luchando por el medio ambiente y se entiende que realmente no es contra nadie, simplemente se busca que la ley se cumpla y seamos responsables con nuestro entorno. Las asociaciones se han acercado cada vez más a las administraciones sin dejar de ser críticos cuando hay que serlo. En la Región de Murcia hay ahora un buen número de asociaciones realizando acciones de voluntariado, estudios científicos, acciones de educación ambiental, turismo sostenible...
–Cuente algo positivo sobre la lucha por el conservacionismo en la Región.
–Gracias a mi trabajo y a la asociación he conocido muchas asociaciones, y cada vez hay más. Eso refleja la concienciación que hay en los murcianos. En la Región de Murcia hay un buen germen, y no solo es que cada vez hay más asociaciones ambientales o conservacionistas, además nos ayudamos, colaboramos en proyectos comunes e incluso nos unimos cuando la situación lo requiere.
–Si solo pudiese elegir un espacio natural que conservar de la Región de Murcia, ¿cuál sería?
–Tenemos la suerte de tener un territorio lleno de una maravillosa diversidad: desde un bosque de ribera del río Segura a un paisaje desértico como los barrancos de Gebas o zonas de bosque mediterráneo, marinos... En definitiva, un gran abanico de paisajes, con una rica biodiversidad. Cada espacio tiene su encanto y todos merecen su protección frente a la degradación que muchos sufren por la acción del hombre. Yo tengo especial cariño al río Guadalentín y su entorno de los saladares. Desde que los descubrí con 14 años no he dejado de visitarlos y he podido ver cómo han ido cambiando (vertidos, posterior mejora de la calidad del agua, mejora de especies, riesgo de roturaciones, cambios de usos del suelo, cambios de cultivos de secano a regadía, y ahora los nuevos proyectos de campos solares que, sin un buen planteamiento y sentido común, pueden ser una amenaza).
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