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Juan José Nicolás (Murcia, 1974) es un arquetipo de compromiso con el medio ambiente desde joven. Su afán por participar en la lucha por la ... protección de la naturaleza, que le llevó a colaborar con la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE) siendo menor de edad, se ha ampliado con los años hacia un compromiso que ya se extiende a su modo de vida; tanto por su actividad como gerente de la empresa de turismo cultural y de naturaleza La Fragua del Comendador, como por su lugar de residencia, que desde hace años es Nerpio, en plena Sierra de Segura. Buena parte del tiempo lo pasa ahora recorriendo sus paisajes serranos, equipado siempre con unos prismáticos y una cámara fotográfica.
–En cierta manera, ha conseguido hacer de su afición por la naturaleza su medio de vida. ¿Cómo lo ha logrado?
–Desde bien joven me atrajo la naturaleza y todo lo que la rodeaba. Me crie en plena huerta (la de antes) de Murcia, en el Rincón de Beniscornia. Desde bien joven me atrajo la naturaleza y todo lo que conlleva. Empecé a formarme de manera reglada y sobre todo de manera autodidacta en educación ambiental y en otras disciplinas como la ornitología. Comencé en la delegación local de Murcia de la Asociación Naturalista del Sureste con 17 años y, poco a poco, fueron saliendo proyectos, charlas en colegios, cursos, campamentos... También organicé e impartí varios cursos de iniciación a la ecología y similares. Mi vida laboral cambió a los pocos años. Dejé de lado mi anterior trayectoria, pero sin olvidar mis aficiones y mi necesidad siempre de estar en contacto con la naturaleza. Con el paso del tiempo, además de compatibilizar mi profesión de venta de maquinaria agrícola cree, hace un año, una empresa de turismo cultural y natural en Nerpio, en la vecina Albacete. El objetivo no es tanto económico, sino que se trata de dar a conocer los valores tan importantes de la sierra de Segura.
–Usted comenzó desde joven en el ecologismo murciano. ¿Cómo ha cambiado la lucha por la protección de la naturaleza en la Región desde entonces?
–En los 90 apenas se usaban las redes, las notas de prensa estaban a la orden del día y se solía salir a la calle con nuestras reivindicaciones, previa quedada con los fotógrafos de los medios. Este tipo de lucha ha ido evolucionando y se ha trasladado a las redes y a los despachos de las asociaciones ecologistas. No digo que no sea válido, pero es distinto. Los tiempos cambian. Con salvedades, como las multitudinarias manifestaciones del Mar Menor
–Aunque previamente el del Mar Menor es otro de esos desastres que hemos dejado que ocurriesen en la Región, como el de la bahía de Portmán o el de la Sierra Minera. ¿Tiene solución nuestra relación con la naturaleza?
–No soy muy optimista, creo que este planeta tiene una difícil solución. Hay muchos problemas de los que no nos hacemos eco. Falta informacion. Nosotros estamos viendo muchos cambios, pero mis hijos los verán aún más. El planeta, nuestra tierra, tiene cada vez más presión. Ojalá que haya una recuperación.
–Vamos a tratar de salir salir de ese pesimismo. ¿Qué está haciendo bien la Región respecto a la protección medioambiental?
–Es obvio que el conservacionismo es, aunque a una gran parte de la ciudadanía le resulte secundario, o incluso más abajo, y siempre te tachen de 'ecologista', un argumento político y electoral. Los sucesivos gobiernos, regionales en este caso, han ido haciendo progresos, unos más y otros menos, y se han cambiado cosas. La presión de una parte de la ciudadanía ha sido clave. Y también, por qué no decirlo, lo han sido los tirones de orejas de Europa. Lo podemos ver con la declaración de personalidad jurídica otorgada al Mar Menor.
–¿Qué le atrae de la sierra?
–Para mí la naturaleza es una parte muy necesaria para mi vida. Más que ecologista yo me defino como naturalista. Salir de la ciudad, desconectar de la rutina, coger a mi perra, mi cámara y mis prismáticos y observar lo que pasa. A veces no veo nada, no hace ni aire, pero las montañas, el cielo, las nubes o el sol siempre están ahí.
–¿Cuánto tiene de cazador salir al monte equipado con una cámara como suele hacer usted?
–Cazar significa buscar o perseguir un animal para capturarlo o matarlo. Las caza fotográfica, éticamente practicada, no conlleva ninguna molestia, ni mucho menos la muerte. Es verdad que la acción de buscar, camuflarte, esconderte o vestirte [para poder llegar cerca de los animales] tiene ciertos parecidos con la acción de cazar. También es verdad que, muchas veces, los fotógrafos u observadores causan molestias a la fauna. Siempre es necesario respetar, pedir los permisos preceptivos y sobre todo, nunca, querer hacer una instantánea por encima de todo, poniendo en peligro al animal. A mí no me gusta la caza.
–También tiene algo de todo esto participar en un censo de aves, por ejemplo, ¿no?
–Los censos se han convertido en herramientas muy útiles, no es el solo simple hecho de contar pájaros, como la gente se cree. Entre otras muchas cosas, los censos te dan una información valiosa sobre cómo se encuentra o que problemas tiene esa zona o hábitat en concreto. Si el censo se hace de manera correcta y por profesionales, las molestias son prácticamente ínfimas. No es nada invasivo; mucho menos que la fotografía. Las aves son bioindicadoras y es muy importante conocer su estado e interacción.
–Usted se define como un apasionado viajero. ¿Qué tenemos en la Región de Murcia que no tiene por qué envidiar otros espacios más famosos del exterior?
–Muchas cosas, porque nuestra Región cuenta con una gran variedad de hábitats y, a su vez, diferentes pisos climáticos. Esta diversidad es muy difícil de encontrar en otras comunidades. Aquí tenemos dunas, zonas áridas casi desérticas, humedales, ríos, huerta, zonas esteparias y de alta montaña... Todo esto hace que contemos con especies muy distintas de fauna y flora, y con las respectivas zonas geológicas que las albergan. En Murcia podemos disfrutar de casi todo sin prácticamente cambiar de región.
–¿Cuál es su rincón natural preferido de la Región?
–Me lo pones difícil. Como te he comentado, me crie en la huerta, que es un paisaje que me encanta. A su vez, desde muy pequeño mis padres me llevaban a Sierra Espuña, por lo del aire limpio y eso. Ahí creo que empezó mi pasión por la sierra. Más tarde, mi trayectoria naturalista se fue forjando en el Valle-Carrascoy y hoy en día estoy muy cerca del noroeste murciano, en el vecino Nerpio, en Albacete. Me quedo con todos.
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