

Secciones
Servicios
Destacamos
El compromiso medioambiental del investigador postdoctoral de la Universidad de Murcia (UMU) Juan Manuel Zaragoza (Cartagena, 1977) no era para él una prioridad hasta hace ... unos años, confiesa. Sin embargo, ahora podríamos decir que es su filosofía de vida; y es literal, porque la filosofía es su modo de ganarse el pan y la filosofía ambiental es la disciplina en la que se ha especializado.
–¿Qué es la filosofía ambiental?
–Con el nombre de filosofía ambiental se intenta dar cobertura al interés que, desde distintas ramas y escuelas filosóficas, se manifiesta en los últimos años hacia nuestras relaciones con el medio ambiente y lo que podemos llamar, de forma laxa, lo 'no humano'. Los estudios de los profesores del departamento de Filosofía [de la Universidad de Murcia] Paco Calvo, autor de 'Planta Sapiens', y Ángel García, que acaba de publicar 'El pensamiento de los animales', por ejemplo, podrían englobarse dentro de este interés, aunque quizá ellos no estén del todo de acuerdo.
–¿De dónde surge la disciplina?
–Nace de este interés que digo por las relaciones entre humanos y no-humanos, espoleado por la crisis climática. Si bien es cierto que en un primer momento apareció dentro de la filosofía moral, pronto desbordó esta primera adscripción. Tanto que, en realidad, prefiero, con mucho, denominarla humanidades ambientales, ya que se centra más en el problema y en lo que puede aportar un área de conocimiento muy amplio (como son las humanidades, a las que unimos las artes) que en un enfoque concreto dentro de ellas. De este modo podemos incorporar la historia ambiental, la ecocrítica, la literatura, la estética ambiental, etc.
–¿Cómo se les ocurrió implementarla en la UMU?
–La idea de fundar Ehcolab, que es el espacio donde nos reunimos algunos que compartimos esta sensibilidad (pero no todos), está desde el principio de mi incorporación al departamento de Filosofía a través del Programa de Renovación Generacional para el Fomento de la Investigación. Se trata de un programa de la Universidad de Murcia, similar al Ramón y Cajal, que buscaba incorporar investigadores a departamentos envejecidos. Ya en el proyecto que acompañaba a ese contrato se contemplaba la puesta en marcha de un espacio similar a este. Pero lo que dio el empujón definitivo es la consecución de la ayuda de la Fundación Europea del Clima para celebrar el curso [gratuito que se imparte desde ahora y hasta finales de marzo] 'Herramientas de participación ciudadana en procesos de transición ecosocial. El caso del Mar Menor', y el proyecto de investigación, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, 'Crisis climática, salud mental y bienestar en el Antropoceno'. Esto nos convence de que estamos en el buen camino.
–¿Es una disciplina muy presente en otras universidades de España y fuera del país?
–Ahora mismo está en proceso de creación e institucionalización. Así que su presencia todavía no es general, pero se está extendiendo. El próximo mes de mayo, por ejemplo, se realizará, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Madrid, el I Congreso de Humanidades Ecológicas. Como ves, hasta el nombre está en disputa. Se está trabajando en la consolidación de una red y ya hay varios másteres dedicados al tema. Fuera de España, el panorama es similar, pero con algunos años de ventaja en el proceso de institucionalización: existen centros más asentados, como el Rachel Carson Centre for Environment and Society, de la Universidad de Múnich, que se fundó en 2009, por ejemplo.
–¿Usted es más un filósofo interesado por el medio ambiente o un ambientalista que se convirtió en filósofo?
–Posiblemente no sea nada de las dos cosas y un poco de cada una de ellas. Mi mirada y mis preocupaciones son filosóficas, pero no diría que eso me convierte en filósofo. Si acaso, lo que hago es filosofía empírica, y así ha sido siempre. En cuanto a lo de ambientalista, no voy a engañar: no fue una prioridad para mí hasta hace unos seis o siete años. Sí, claro, siempre he pensado que debíamos cuidar y respetar el medio ambiente, pero no me sentía cómodo dentro del 'ambientalismo'. Sí empezó a interesarme, desde el punto de vista militante, el ecologismo político a partir de 2015 más o menos. En el ámbito profesional, la experiencia con la naturaleza, y con el mar en concreto, se convirtió en el foco de mi investigación a partir de 2019.
–Más allá de su trabajo, ¿cómo deja su huella de sensibilidad medioambiental en el mundo?
–A nivel individual, desde luego, intento reciclar, reducir el consumo de carne dentro de lo posible, educar a mis hijos, dar la lata y ser un poco aguafiestas en las reuniones familiares. También colaboro con grupos ecologistas... Pero todo esto lo hacemos todos. Además intento participar en todas las iniciativas de organización colectiva que me parecen interesantes, porque creo que este es el único camino que nos puede permitir albergar la esperanza de que es posible un cambio en la forma en que nos relacionamos con el medio ambiente.
–¿Qué rincón natural de la Región es ideal para pasar el rato filosofando, de medio ambiente o de lo que sea?
–A mí, que soy de Cartagena, me fascina toda la Sierra de la Muela, Cabo Tiñoso y Roldán. Pero si tuviera que decirte un sitio al que ir a pensar, desde luego, y sin dudarlo un segundo, el espigón del faro de Navidad.
–¿Qué le gustaría añadir?
–Que tenemos que repensar, de forma rápida y urgente, cómo son nuestras relaciones con el medio en la Región de Murcia. Esto pasa, por supuesto, por el Mar Menor, pero también por megaproyectos como el del [puerto del] Gorguel o la ampliación de la terminal de contenedores en Escombreras, que ya no tienen sentido. Tenemos que empezar a pensar que desarrollo ya no puede identificarse con crecimiento, sino con mejores condiciones de habitabilidad.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.