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Vivimos momentos de crisis, y oportunidades. La Covid-19 ha cambiado todo sumiéndonos en el desconcierto. Se trata de un conflicto no militar que arroja cifras económicas similares. Solo en 1939 hubo una caída así del PIB. Hay que remontar, buscar las vetas donde reconstruir ... la maltrecha economía, y la energía está en el centro del sistema. Al tiempo, la Unión Europea ha encontrado el gran motivo para pisar a fondo el acelerador de combatir el cambio climático, esa amenaza mucho mayor que la Covid, pero mucho más difusa, por más que los datos de la ciencia sean tozudos y consistentes: nos quedamos sin tiempo, y para ese problema no hay vacuna, hay que trabajar a corto, medio y largo plazo. Energía y clima, así es el binomio de la oportunidad. La semana pasada el Gobierno presentó su plan de descarbonización de la electricidad de aquí a 2025. Grandes números, ambiciosos objetivos, mucho dinero que hacer fluir y muchos empleos que crear. Pero este nuevo modelo energético (NME) no debe ladear la oportunidad para que personas o pymes se vean beneficiadas de modo directo. Tenemos en marcha ya el autoconsumo residencial y empresarial, y la fórmula jurídica de las cooperativas comercializadoras de energía renovable, como herramienta de cooperación ciudadana, emerge en España para emular lo ya vigente y perfectamente viable en el resto de la UE. EL NME trae consigo el concepto de las comunidades de la energía, la unión entre pequeños productores y consumidores que intercambian energía de proximidad y se ven beneficiados por menores precios de energía y seguridad en la inversión. Surgen las figuras de los agregadores de la demanda para unir compras, el almacenamiento de electricidad cercano para aumentar el aporte de las renovables, el vehículo eléctrico como almacén sobre ruedas... Son muchos cambios en poco tiempo. En España tenemos muchas cooperativas energéticas, algunas con un siglo de existencia, y otras con no más de diez años. Son cooperativas de consumidores y usuarios y buscan unir a las personas en la búsqueda del bien común compartiendo recursos e información para aprovechar las oportunidades de un NME.
En la Región de Murcia ya hay alguna firma que lleva casi cinco años haciendo eso: comprar solo energía limpia para sus clientes, divulgar el funcionamiento del autoconsumo e instalar fotovoltaicas, impulsando la creación de la primera comunidad de la energía de la Región, investigando en proyectos europeos para gestionar la demanda e incrementar el uso de renovables, o potenciando la educación ambiental en unión a centros educativos para formar a nuestros jóvenes para entender de qué va y cómo llegar a un futuro electrificado y descarbonizado. Lo hacen en un sector tremendamente competitivo, y lo hacen bien. Con el apoyo de personas, instituciones y empresas conscientes a los que han dado el ahorro de mucho dinero, con el mejor servicio, con compras de energía de proximidad, y evitando ya la emisión de casi 3.000 toneladas de CO2 o la generación de residuos nucleares. El cooperativismo energético es una gran herramienta. Confíen en ella y aprovechemos todos la fuerza de la unión.
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