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Además de llevar más de media vida entre excavaciones, Miguel San Nicolás (Caravaca de la Cruz, 1955) acumula un extenso currículum en cargos de primera ... línea. Ha sido jefe del Servicio de Patrimonio Histórico en la Región de Murcia; ha montado y dirigido distintos museos; es corredactor del expediente 'Arte Rupestre del Arco Mediterráneo de la Península Ibérica' de la Unesco; es experto en riesgo en el patrimonio cultural, lo que le ha llevado a desarrollar trabajos tras desastres como los terremotos de Lorca de 2011 y de México de 2019; es delegado regional de Hispania Nostra; y presidente de Ars Civils de Patrimonio Cultural, entre muchísimas cosas más. Haber sido condecorado con la Cruz con Distintivo Blanco de la Orden al Mérito de la Guardia Civil es otra de ellas.
–¿Qué importancia tiene el medio ambiente para un arqueólogo?
–Una importancia total, ya que no se puede entender al ser humano sin relacionarlo con la realidad física con la que interactúa. El arqueólogo estudia los modelos y los patrones de asentamientos territoriales. Estudiar y preservar los restos arqueológicos es también preservar el medio ambiente. De ahí la necesidad de centrar los estudios arqueológicos con equipos interdisciplinares que incluyen ambientalistas y que recuperan la información del yacimiento, tanto de objetos como del propio sedimento. Ya hay una disciplina que se denomina 'arqueología del cambio climático' que aporta información para diseñar políticas medioambientales en algunos países.
–¿Cómo nos determina el medio ambiente en el que vivimos?
–Se habla de que los grandes cambios de culturas y civilizaciones tienen una relación directa con los cambios climáticos y sus consecuencias. La vida humana se desarrolla en un sistema complejo en el que los factores físicos, biológicos, sociales y culturales interactúan entre sí en un territorio. Los estudios arqueológicos de las crisis climáticas aportan, además, un gran valor comunitario y económico. Y a la vez ayudan a explicar los grandes movimientos migratorios y los conflictos bélicos.
–¿Sigue siendo tan condicionante el medio ambiente para el ser humano como lo era en el pasado, o lo hemos 'domesticado' y ya no influye tanto?
–Sin duda que sí, aunque a escalas inmensas por la tozudez de los dirigentes a los que no les importan las consecuencias desastrosas que supone no vivir en armonía con la naturaleza. También nos achacarán no haber aplicado más los criterios de sostenibilidad con los propios restos arqueológicos. Recordamos que el trabajo realizado por los arqueólogos no solo tiene como objetivo preservar el pasado para el presente, sino también para las generaciones futuras.
–¿Qué dirán de nosotros los arqueólogos del futuro cuando vean cómo era nuestra relación con el medio ambiente?
–Que hicimos lo mejor que se podía hacer con los recursos disponibles, a todas luces insuficientes en economía y en el incumplimiento de las protecciones legales. Los entornos de protección de un yacimiento tendrán la misma consideración en el futuro que el propio yacimiento y no solamente como un espacio de protección de vistas. Igualmente, nos reprocharán haber excavado mucho y no haber conservado adecuadamente los restos exhumados, y haberlos dejado a la intemperie especialmente en los lugares costeros.
–¿Qué ha encontrado en sus estudios de mayor interés en torno al medio ambiente que teníamos en la Región en el pasado?
–En los más de un millón de años de presencia humana en la Región de Murcia, muchos de los sitios nos hablan de diferentes cambios climáticos que, en algunos casos, fueron catastróficos para la naturaleza y para ellos mismos. Me refiero especialmente a los incendios forestales provocados para el aprovechamiento agrícola y a las talas masivas para la fundición de metales a partir del Neolítico. Otros fenómenos menos perceptibles fueron los grandes cambios de la línea de costa como consecuencia de la subida del nivel del mar, que en los últimos milenios se ha incrementado aunque no de la forma tan rápida como en las últimas décadas. Por ejemplo, la cueva C-6 de Cabo Cope fue utilizada como hábitat hace más de seis mil años y hoy se encuentra a más de seis metros de profundidad bajo el mar. Los estudios en los Abrigos del Pozo de Calasparra, situados junto al río Segura, han permitido documentar el paleoclima fluvial en los últimos diez mil años.
–¿Cuál es su vinculación con la Unesco?
–He participado en la elaboración de diferentes expedientes para la declaración de Patrimonio Mundial y de Patrimonio Cultural Inmaterial. Actualmente formo parte de varios comités nacionales e internacionales de la organización no gubernamental del Consejo Internacional de Monumentos y Sitios (Icomos), que es el órgano asesor de la Unesco para estas materias patrimoniales.
–¿Cuál es su rincón natural favorito de la Región de Murcia?
–Me vienen a la memoria varios, pero tal vez la ermita de La Encarnación, en Caravaca de la Cruz, exprese en un mismo lugar la unión entre la intervención humana y su paisaje natural como espacio religioso, justificado por la excepcionalidad del territorio, con un vínculo entre las diferentes arquitecturas y valores intangibles que han permanecido durante milenios. El visitante puede contemplar restos ibéricos, romanos, paleocristianos, musulmanes y católicos en un paisaje único.
–¿Qué más le gustaría contarnos?
–Que la protección del ambiente y los estudios arqueológicos no pueden plantearse como un obstáculo o un elemento de freno frente al desarrollo, sino como uno de sus puntos de beneficio. Las propuestas de planificación territorial necesitan de un informe de impacto patrimonial que incluye las evidencias culturales susceptibles de ser estudiadas con metodología arqueológica. Igualmente, entiendo que es necesario implementar en los grandes yacimientos, en principio, planes de gestión que contengan propuestas de protección. Por último, hay que continuar practicando la divulgación de los resultados de la investigación arqueológica, que nos demuestran que el cambio climático necesita ser una prioridad en la agenda política global y que nuestro pasado nos puede ayudar a diseñar esta política.
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