Secciones
Servicios
Destacamos
GINÉS LUENGO GIL
Martes, 11 de junio 2019, 21:53
Parece un hecho que la naturaleza propiamente dicha parece gustar poco a nuestros políticos. Un ejemplo de esto fue el dragado y el posterior proyecto de adecuación de la mota del río Segura para uso recreativo que está acometiendo el Ayuntamiento de Murcia. Esta 'adecuación' no es otra cosa que una antropización del mismo. Se está destruyendo el componente natural y está siendo sustituido por componentes artificiales. Las consecuencias directas de estas actuaciones pueden observarse a lo largo del tiempo: se ha reducido el número de especies observables al pasear por los puentes que comunican la ciudad por encima del río: menos recuento total de aves y menos diversidad de especies. Antes del dragado y retirada de los carrizales podían observarse hasta cisnes, ahora, poco más que patos, palomas y alguna focha despistada.
Para mayor error, se han colocado redes 'antipaloma' en los bajos de los puentes, donde antes anidaban éstas. Esto ha llevado a la muerte de más de una que buscaba tozudamente continuar su ciclo reproductor en donde siempre lo había hecho. Que el exceso de palomas puede suponer un problema molesto y de salud en la ciudad es indiscutible, pero también lo es el hecho de que son animales urbanos indispensables en un número adecuado para reducir la materia orgánica que cae a la vía pública y, para contener su número, existen otras medidas mucho más adecuadas.
Esta 'alergia' de nuestros gestores hacia lo natural entra en fuerte contraste con la renaturalización que se ha realizado del río Manzanares a su paso por Madrid. Estas actuaciones han cambiado la estampa madrileña y nos ha sorprendido a todos con una explosión de vida digna de mención. En 2 años han aparecido 50 especies de aves, centenares de peces y miles de árboles autóctonos que no se veían en décadas. ¿Cuándo entenderemos que nuestra salud está íntimamente ligada al medio ambiente que nos rodea? ¿Cuándo entenderemos que más hormigón y más metal nos traen nefastas consecuencias medioambientales que acaban pasando factura a todos, incluidos nuestros hijos? ¿Cuándo aprenderemos a valorar más los carrizales, el canto de las aves, el agua verde rebosante de vida microscópica del río o incluso la simple tierra batida, también rebosante de vida, de transpiración, que las biológicamente pobres infraestructuras de hormigón y metal, que no nos aportan más que calor extra en verano y nula retención de gases contaminantes?
Necesitamos estructuras antrópicas, pero podemos intercalarlas con la naturaleza, renaturalizar las ciudades, el ejemplo está en el Manzanares: funciona. Esto nos traerá mejores paisajes, más salud y bienestar. Para esta tarea, si nos concienciamos de que es necesaria, van a necesitar la ayuda de los profesionales de la vida: los biólogos. Desde el COBRM le tendemos la mano al Ayuntamiento de Murcia para hacer de esta ciudad un lugar mejor, y lo mismo digo para el resto de la Región. De igual forma que el Ayuntamiento de Murcia convenia con el Colegio de Arquitectos la remodelación de plazas, insto al futuro alcalde de Murcia a llamarnos para conveniar con nuestra institución la renaturalización de la ciudad de Murcia. Contamos con los mejores profesionales colegiados del ámbito de la Biología. Ya de paso, le insto también a que exija a los biólogos en su Consistorio a que se colegien, pues es obligatorio hacerlo: lo contrario es ejercicio irregular. Y que nadie se preocupe, esa renaturalización que proponemos no significaría, en ningún caso, reducción de la inversión pública o pérdida de capital económico.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.