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JUAN PEDRO GÓMEZ SÁNCHEZ
OPERADOR INFORMÁTICO DE LA UPCT Y PROFESOR DE ASTRONOMÍA DE LA UNIVERSIDAD DE MAYORES DE CARTAGENA
Martes, 18 de junio 2019, 22:12
El aumento de brillo del cielo nocturno producido por la dispersión de la luz artificial en los gases y partículas del aire sería la mejor definición que puede dar un físico o astrónomo para indicar uno de los principales problemas que tienen al observar el cielo, la contaminación lumínica.
Pero esta contaminación, para las personas en general, puede pasar desapercibida y sin ningún interés si usted no mira al cielo. Por el contrario, para los astrónomos es muy perjudicial, molesta e indeseable. Pero no solo los astrónomos (y yo como amateur) alzamos la voz en esto, hay muchos colectivos y disciplinas que también trabajan para difundir, concienciar y disminuir el problema de este tipo de contaminación.
Debemos pensar por un momento que la luz artificial está en desarrollo en los últimos 100 años de vida del ser humano, de los entre 6 y 7 millones de años que tiene de vida el homínido en la tierra, y esto hace que nuestro organismo no haya cambiado o evolucionado ante este hecho. Para el ser humano, el sol es la única fuente de luz de forma natural, mientras que ha desarrollado otras fuentes artificiales de iluminación para combatir la oscuridad de la noche.
Una vez que percibimos la luz por nuestros ojos -nuestro sensor ccd- y que atraviesa la retina para llegar hasta los conos y bastones, estos dos tipos de células sensibles a la luz disponen de unas sustancias químicas llamadas fotopigmentos, cuya principal propiedad es que cambian su estructura química por la acción de la luz que incide sobre ella.
Los bastones son muy sensibles a la luz y están especializados en la visión nocturna, pero en blanco y negro, mientras que el cono, por el contrario, responde a la luz de un color, es pues responsable de la visión diurna.
Ahora, los relojes biológicos, ciclos circadianos y la melatonina comienzan un juego interesante en el organismo. El concepto de ritmo biológico hace que la variable fisiológica del organismo presente valores que cambian a lo largo del día y sabiendo que es la luz la que pone en hora nuestro reloj biológico.
Pero es la melatonina la reina de la noche, ya que se debe sintetizar en oscuridad, y aquí aparece el gran problema, el reloj biológico envía señales a la glándula pineal a través del sistema nervioso, en las terminaciones del ganglio cervical superior se produce la liberación de un neurotransmisor que inicia la síntesis de la melatonina, pero al no haber oscuridad total, esto produce un cambio en el ciclo circadiano.
La polución lumínica que nos llega al organismo altera nuestro ciclo circadiano, que controla los ritmos biológicos, y produce una crono disrupción. Hay algunas patologías cuyas causas han sido atribuidas, en parte, a la disfunción circadiana ocasionada por la exposición a la luz nocturna. Pero hemos visto solo un único aspecto que afecta al ser humano y debemos tener en cuenta que, además, tiene efectos sobre la flora y la fauna nocturna, como la desorientación y el deslumbramiento de aves, que hacen que pierdan su rumbo.
También tenemos un intrusismo lumínico que se produce cuando se emite luz en todas direcciones que exceden el área donde es necesaria. A ello, añadimos el sobreconsumo de luz, que lleva un gasto de dinero, se supone que el 50% del gasto energético total, corresponde al alumbrado público.
Debemos concienciar sobre la importancia de las acciones biológicas de la luz artificial, tanto como para tener en cuenta la iluminación de nuestras casas, lugares de trabajo, así como una normativa y legislación, pero será interesante concienciar sobre el problema de la contaminación lumínica como un factor ambiental más.
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