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La producción de aceite de oliva, el oro líquido, crece a un ritmo imparable a nivel mundial. De hecho, ya son 58 los países productores de todo el mundo, con especial crecimiento en los últimos años en lugares como Estados Unidos, Chile y Australia. En concreto, según fuentes del Consejo Oleícola Internacional (COI) y Juan Vilar Consultores Estratégicos, la producción de esta campaña podría alcanzar a nivel mundial los 3,4 millones de toneladas, de los que más de 1,6 millones tendrán su origen en España (solo las 57 almazaras de la Región produjeron 10 millones de litros el año pasado), y un 75% del total vienen de países de la Unión Europea. Unos datos que, a nivel mundial, suponen un incremento del 27% con respecto al aceite 'cosechado' la pasada temporada.
Este auge, recuerda César Mota, doctor en Fisiología Vegetal y director técnico de la Empresa Innovadora de Base Tecnológica (EIBT) de la Región de Murcia Fertilizantes y Nutrientes Ecológicos (Fyneco), responde al descubrimiento de todas las propiedades beneficiosas de este tipo de aceite, tanto en alimentación como en cosmética, usos medicinales y conservación alimentaria, entre otras aplicaciones.
Sin embargo, la producción de este alimento milenario y saludable lleva aparejado «un problema de gran magnitud para el medio ambiente, porque el rendimiento de la extracción es solo del 20%. El resto es residuo, del que el 60% es el subproducto conocido como alperujo: altamente contaminante para el medio ambiente por su bajo PH y su alto contenido en sales y moléculas orgánicas -tiene una alta concentración de polifenoles que son tóxicos para las plantas, algunos microorganismos y los seres vivos-», explica Mota. Según los datos recabados, por cada kilo de aceite de oliva virgen producido se generan 4 kilos de alperujo, lo que esta campaña supondría superar los 4 millones de toneladas de este residuo que, actualmente, se emplea en las orujeras para, mediante procedimientos químicos, extraer el orujo de oliva.
Precisamente de esta problemática nace el Life Olea Regenera, que la UE acaba de aprobar y dotar con casi dos millones de euros y que servirá para «formular seis productos residuo cero y ecológicos, en base a antioxidantes naturales, para valorizar este subproducto», detalla el investigador Mota. Hasta 2022 y bajo la dirección de la EIBT Fyneco, con sede en Lorquí, contará con los grupos de Nutrición Vegetal y Suelos del Cebas-CSIC como socios: «serán quienes validen los productos»; además de las empresas productoras Valdolivo (Jaén) y Olivais do Sul (Portugal).
Como toda buena investigación, el proyecto surgió de la necesidad de resolver un problema, como recuerda César Mota. «Siempre estoy pensando en el diseño de nuevos productos a través de proyectos de I+D+i; y sabiendo que algunos de los socios de Fyneco tienen almazaras y el grave problema que les genera el residuo del alperujo, me puse a investigar. El alperujo es un residuo muy tóxico debido a la alta concentración de antioxidantes, que son tóxicos para la vida. Algunas investigaciones tratan de degradar esos antioxidantes mediante hongos y luego usan el alperujo como sustrato o fertilizante, mezclado con excrementos de animales. Sin embargo, este proceso es lento y nada rentable por la baja calidad del sustrato resultante», resume el director técnico de Fyneco las cavilaciones de meses.
Mota se centró en las propiedades de los antioxidantes y polifenoles que le interesaban del alperujo y «se me ocurrieron muchas aplicaciones usándolos como base», detalla. Junto al equipo de Fyneco, que componen una decena de personas, entre colaboradores y plantilla, redactó un proyecto que presentó al Cebas-CSIC para solicitar un Life para generar «una línea de productos ecológicos con antioxidantes naturales». Aunque el Life Olea Regenera se acaba de presentar y apenas ha echado a andar, Fyneco ya tiene las seis formulaciones que probará en cultivos de hortícolas y frutales de hueso y, en el plazo de seis meses, comenzará las pruebas de campo. «Realizamos pruebas preliminares en el Cebas a nivel de microcosmos en laboratorio y los resultados han sido espectaculares», comenta orgulloso y deseoso de poner a prueba en los campos de cultivo los nuevos productos de origen natural y que permitirán introducir de lleno al sector olivarero en la economía circular.
Seis son los bioestimulantes y bioprotectores -«una especie de 'vacunas', pero no lo pongas que me matan los investigadores», advierte y explica para los profanos- que mejorarán el cuaje de los frutos, aumentarán la masa radicular de la planta (lo que hará necesarios menos nitratos y agua en los cultivos) y reducirán el estrés abiótico de la planta frente a la sequía y la salinidad. Los productos también incrementarán el tamaño del fruto y su calidad, resumen desde Fyneco los efectos. Y, añade Mota, «contribuyen a mejorar el estado de salud de la planta para que mejore su respuesta a posibles plagas o enfermedades. Además, harán que los frutos tengan mayor contenido de antoxidantes que benefician a la salud humana».
Olea Regenera permitirá, por lo tanto, no solo valorizar lo que es hoy un residuo de difícil eliminación, con las consecuentes ventajas para productores de aceite y medio ambiente, sino que incrementará el valor de mercado de los frutos y las propiedades benéficas de estos para el consumidor. Pero, además, advierte Mota, beneficia a los orujeros, «porque retiramos la parte líquida del residuo, y podrán reducir el tratamiento químico del alperujo para extraer el orujo de aceite restante», resume César Mota, reduciendo así la emisión de contaminantes y de CO2 del proceso y del traslado del alperujo, que, con menor contenido de humedad, pesará y ocupará menos.
«Para la Región, estos productos serán un salto a nivel de tecnología y de efectividad en el sector agrario sin generar residuo alguno», concluye el director técnico de Fyneco.
Cuando, en seis meses, el equipo de investigación de Fyneco haya determinado las dosis adecuadas de estos seis productos naturales y ecológicos para los cultivos, comenzarán el trabajo en las plantaciones, tanto de hortícolas como de cítricos, frutas de hueso y olivo, la mayoría del Campo de Cartagena y el Guadalentín, ya sea en invernadero, en campo abierto o en cultivos hidropónicos. «Grandes productores de la Región, que ya conocen otros de nuestros productos y han visto que funcionan, y se han ofrecido a probarlos», comenta el gerente de la EIBT murciana, César Avilés. Y cuenta que la empresa, con tres años de vida, ya tiene 40 productos «totalmente respetuosos con el medio ambiente» en el mercado y surte a importantes empresas agrícolas de la Región, pero también de Andalucía, Baleares, Canarias, Portugal, sur de Francia, Marruecos e Irán. «Ahora estamos obteniendo los certificados para Latinoamérica, donde crece mucho la producción bio u orgánica».
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