De aquellos ecocidios, estas pandemias
GINÉS LUENGO GIL
Martes, 15 de diciembre 2020, 21:39
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GINÉS LUENGO GIL
Martes, 15 de diciembre 2020, 21:39
La mayoría de seres humanos llevamos demasiado tiempo mirando hacia otro lado mientras se destruyen los ecosistemas a nuestro alrededor. En cualquier país del planeta ... se han cometido (y se cometen) auténticas agresiones al medio ambiente. Algunas somos capaces de percibirlas, pues suponen episodios trágicos que somos capaces de ver en periodos de tiempo breves o muy breves (desastres ambientales como el del Mar Menor, bahía de Portmán, El Hondón).
Estos casos suelen acabar con el hartazgo de la población, manifestaciones y, en última instancia, respuestas políticas que intentan enmendar el problema, generalmente con escaso éxito. Otras ocurren a escalas temporales mucho más grandes y, por ello, solo podemos ser conscientes de ellas gracias a pruebas directas e indirectas que ponen de manifiesto los estudios científicos. En no pocas ocasiones las consecuencias de las agresiones al medio ambiente las pagamos todos pero, curiosamente, quienes las provocan suelen ser grupos reducidos de organizaciones o, incluso, personas para las cuales su ánimo de lucro no conoce límites terráqueos. ¿Les suena de algo aquello de privatizar las ganancias y socializar las pérdidas?
Todos conocemos las consecuencias del ecocidio del Mar Menor y, seguramente, buena parte de la población sabe apuntar a varias de las causas que originan el problema. Sin embargo, las pandemias son una de esas consecuencias que no se ven venir, pues son muy difíciles de predecir, pero que nos golpean con mayor contundencia si cabe. Su origen puede ser un hecho accidental, una acumulación de factores que hace que finalmente, un nuevo organismo infeccioso para el que no estamos preparados se expanda por todo el planeta gracias a la globalización.
Pero las pandemias también pueden ocurrir como consecuencia de las agresiones al medio ambiente.
La destrucción de los ecosistemas y el tráfico ilegal de especies multiplican exponencialmente el riesgo de que ocurran pandemias. Esto es así por múltiples factores, pero a mí me gustaría destacar dos de ellos: el primero es que la destrucción de los entornos naturales donde habitan los animales les lleva a tener que convivir de una forma mucho más estrecha y forzosa con el ser humano. El segundo es que el expolio de seres vivos sin control biológico ni veterinario hace que estemos expuestos al contacto directo unos con otros. Un triste ejemplo de esto son algunos mercados donde se comercia con todo tipo de especies extraídas ilegalmente de su medio y en condiciones de hacinamiento, de falta absoluta de higiene y de control sanitario. En estas condiciones es donde se favorece que agentes patógenos, como pueden ser virus, tengan mucho más accesible el salto a otra/s especie/s (zoonosis).
Es por eso que con este fatídico episodio la naturaleza nos da un aviso de nuestra vulnerabilidad y de las consecuencias que podría tener no deponer nuestra actividad destructiva.
Al mismo tiempo, nos ofrece la oportunidad de cambiar nuestro modelo de crecimiento hacia uno más respetuoso con los ecosistemas y con menor riesgo de generar nuevas pandemias.
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