Apertura de la Finca Venta Seca para celebrar bodas con el sello gastronómico de El Churra

Dicen que 'de una boda sale otra', pero en las que organiza El Churra Restaurante esa probabilidad se triplica. «Porque les gusta cómo lo hacemos», afirma Juanjo Nicolás, gerente y segunda generación del negocio familiar, que atesora 67 años de trayectoria. Quienes contratan sus servicios (restaurante, hoteles, cáterin y ahora la finca), saben que apuestan a caballo ganador, fundamentalmente porque la calidad de la gastronomía y del servicio nunca defrauda, se adapta a las necesidades de todos los clientes, y es una marca puramente murciana y consagrada a base de hacer siempre las cosas con profesionalidad.

Así lo demostró hace ya una década con la puesta en marcha de su servicio de cáterin, para dar respuesta a las celebraciones que el público le demandaba más allá de las instalaciones de su restaurante, como bodas, comuniones, bautizos, cumpleaños, eventos corporativos, reuniones familiares... El equipo de El Churra se armó con la logística necesaria y a día de hoy cuenta con los mejores medios técnicos y humanos para ofrecer a los invitados una irresistible experiencia gastronómica, ya sea en espacios cerrados o al aire libre, en viviendas o empresas, en el interior o la costa. Su dimensión no tiene límites, puesto que su filosofía se basa en convertir lo que sucede alrededor de una buena mesa en momentos imborrables.

Por ello, ha ampliado su alcance con la gestión en exclusividad de la sensacional Finca Venta Seca, un lugar idóneo para celebrar bodas o cualquier otro acontecimiento junto a la urbanización Condado de Alhama. El complejo, aparte del encanto que le dotan los más de 100 años de historia, consta de un gran patio interior donde realizar la ceremonia civil, un cinturón verde de 50.000 metros cuadrados de mandarinos, amplia zona de aparcamiento, piscina climatizada y casas rurales (se alquilan en pack) con capacidad para 30 personas.

Este recinto no solo es ideal para organizar enlaces con 400 invitados, sino también comuniones, bautizos, cumpleaños, escapadas de fin de semana, jornadas de convivencia con amigos, familiares o compañeros de trabajo... Porque el hecho de contar con alojamiento permite aprovechar más el encanto de la finca y alargar cualquier celebración hasta el día siguiente o el tiempo que necesiten.

Todas las casas disponen de cocina, salón y baño propios, así como acceso directo a las zonas comunes: patio, piscina climatizada y salón de celebraciones. De este modo, los anfitriones tienen a su alcance la posibilidad de distribuir a sus invitados por unidades familiares, edades, afinidades... para que la estancia sea la más agradable en cada vivienda.

Cabe precisar que se puede contratar la finca y el cáterin para organizar, por ejemplo, una boda sin la obligatoriedad de tener que reservar también el alojamiento, y viceversa, que las casas rurales se puedan alquiler sin la necesidad de contratar los servicio de cáterin.

En la Finca Venta Seca se respira felicidad en cada rincón. Aparte de sus alojamientos y zonas verdes, el complejo tiene tres espacios estratégicamente definidos para la celebración de una ceremonia civil y su correspondiente banquete. El acto nupcial tiene lugar en el patio interior, al abrigo de las casas rurales y donde se halla la piscina climatizada.

A escasos metros, en una gran explanada se monta todo el mobiliario para albergar el convite, con capacidad para 400 personas y que incluye una inigualable experiencia culinaria. Para esta zona, la empresa prevé la colocación de una carpa que proteja a los ya casados y sus invitados tanto de las posibles lluvias como de las altas temperaturas a mediodía.

El cáterin El Churra propone distintos menús totalmente personalizables al gusto y presupuesto de los novios. Sus propuestas, basadas en la cocina murciana y mediterránea, abarcan desde bocados tradicionales hasta otros más vanguardistas, con el claro objetivo de satisfacer los paladares más exigentes. En su carta de aperitivos, destacan sugerencias como el jamón de bellota, tabla de quesos, canapés, salazones, caballitos, sushi, tataki de atún... que suelen tomarse de pie. Ya en mesa, es el turno de la ensalada, platos principales (paletilla de cabrito, solomillo o entrecot de ternera... y pescado) y postres.

La barra libre con música en directo pinchada por un DJ, como colofón a la fiesta, transcurre en una de las casas ubicadas junto al patio interior, donde tres o cuatro horas más tarde se puede servir una cena fría con bocadillos variados, empanadillas y pasteles de carne.

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