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Las palabras y los matices son importantes. Más aún en las cumbres europeas, donde la introducción o no de un determinado término puede bloquear la ... adopción de unas conclusiones a nivel de los Veintisiete. Los líderes comunitarios respaldaron este jueves el plan de Defensa de la Comisión Europea para el continente, pero a su entrada al cónclave el presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, puso la nota discordante y rechazó el término «rearme», que se incluye en el multimillonario proyecto de seguridad ('Rearm Europe', Rearmar Europa en castellano).
Sánchez fue categórico al respecto: «El término rearme no me gusta en absoluto y creo que tenemos que hablar de otra manera al dirigirnos a los ciudadanos», destacó, mientras garantizaba que España está «comprometida a aumentar el gasto en Defensa». El país «está mucho más cómodo hablando de SAFE Europe, hay una componente securitaria que no puede quedar soslayada. No es una visión tradicional del gasto en Defensa, sino tecnología», explicó. El dirigente socialista mantuvo contacto con los líderes de todos los partidos españoles -menos Vox- para recabar su respaldo a la inversión militar, y se presentó con el duro castigo aún latente de su socio de Gobierno (Sumar), muy crítico con este gasto y «los deseos belicistas» de la UE.
No obstante, Sánchez encontró ayuda en la primera ministra italiana, la derechista Giorgia Meloni, quien también reprochó el uso de la palabra «rearme» porque puede confundir a los ciudadanos de los países que «están más lejos de Rusia». La jefa de Gobierno explicó además que el proyecto comunitario engloba muchos más objetivos, como la mejora de la ciberseguridad o la protección de las fronteras.
Les guste o no a Sánchez y Meloni, 'Rearm Europe' ha sido el nombre elegido por el Ejecutivo comunitario para una iniciativa multimillonaria con la que quiere fortalecer su seguridad y activar la producción militar. Para ello, Bruselas propone un mecanismo de préstamos de 150.000 millones de euros que los Estados miembros sólo podrán destinar a empresas con sede en la UE y la compra de elementos y productos compuestos en un 65% por componentes europeos. El plan flexibiliza las reglas fiscales al menos durante cuatro años para que los gobiernos puedan invertir hasta un 1,5% de su Producto Interior Bruto (PIB) en Defensa.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, defendió el plan de Defensa europeo y destacó que el mecanismo de présamos servirá para financiar muchos tipos de capacidades como la movilidad militar y a reducir la brecha de capacidades de drones y el impulso de la ciberseguridad.
150.000 euros. El plan de rearme europeo contempla un instrumento que ofrece esta cuantía a través de préstamos y flexibilidad en las reglas fiscales y fondos de Cohesión.
650.000 euros. Esta cantidad representa el grueso del proyecto y correrá a cargo de los Estados miembros. Bruselas cree que es posible si los Veintisiete aumentan su gasto en Defensa en un 1,5% del PIB adicional en los próximos cuatro años.
El presidente español no parece tener problemas con el fondo de la iniciativa de Bruselas. «Estamos comprometidos con el aumento de las capacidades. Tenemos que dar un salto tecnológico en este ámbito», reconoció ante las preguntas de la prensa internacional. Eso sí, subrayó que Europa «tiene el deber» de reivindicarse como «proyecto político de 'soft power' (poder blando)».
El cónclave comunitario resultó previsible: mucha buena voluntad, pocas concreciones y un puñado de discrepancias sobre cómo cubrir financieramente las enormes exigencias económicas que suponen 'Rwam Europe' y la ayuda a Ucrania a satisfacción de todos. Las conclusiones subrayan la necesidad de acelerar «urgentemente» la compra de misiles y solucionar otras necesidades para hacer frente a futuras amenazas. Y ensalzan el papel del 'pilar europeo' en la OTAN; una reivindicación de que Bruselas participe en las conversaciones de paz entre la Casa Blanca y el Kremlin.
La jefa de la diplomacia, Kaja Kallas, apuntó sobre el apoyo a Kiev que, «cuanto más fuerte sea en el frente, más lo es en la mesa de negociación». El respaldo sigue siendo «inquebrantable» por parte de veintiséis Estados miembros, que han prometido «garantías de seguridad» a Kiev, pero se han resignado a seguir adelante sin Hungría, cuyo dirigente, Viktor Orbán, es más próximo a Moscú. Preguntado por el acuerdo a veintiséis, el presidente del Consejo Europeo, António Costa, apuntó que la UE «respeta las diferencias, pero no pueden bloquearnos. Tenemos que seguir actuando y es lo que hemos hecho». Por su parte, el líder magiar aseguró que la UE es la que está «aislada» y no Budapest. «La UE es un león sin dientes. EE UU tiene el poder y los medios y la Unión no tiene ninguno de los dos», incidió.
El respaldo a Ucrania es vital en un momento en el que el apoyo estadounidense a la exrepública soviética está en duda y en medio de los contactos entre Washington y Rusia para lograr un posible acuerdo de paz. Por el momento, los líderes europeos reclaman a Moscú que muestre «verdadera voluntad política» para acabar la guerra e insisten en la necesidad de una paz «justa, duradera y global». Reivindican, igualmente, la propuesta de un alto el ugo total de treinta días.
Mientras, se mantiene en el aire la posible ayuda de 40.000 millones de euros para el territorio invadido, propuesta por Kallas pero que algunos países consideran excesivo. «Sabemos que hay preocupación por el déficit presupuestario», reconoció la estonia, quien confió en que los Veintisiete aprueben una partida de 5.000 millones para enviar munición al ejército ucraniano.
El dirigente lituano, Gitanas Nauseda, aseguró que la UE se encuentra «ante una decisión estratégica» y debe crear «una barrera europea creíble» que separe a Rusia del resto del continente. «Es importante que Europa use este precioso tiempo que Ucrania nos está dando», dijo, para construir capacidades que disuadan de un ataque ruso. «Nos quedan 4 o 5 años antes de que Moscú ataque a un país europeo -llegó a decir-. Si se levantan las sanciones tendremos todavía menos».
En su intervención por videoconferencia, el líder ucraniano, Volodímir Zelenski, pidió al bloque comunitario que mantenga la presión sobre el Kremlin, con sanciones que lo fuercen a sentarse en la mesa de negociación. «Todos sabemos con qué facilidad Moscú incumple sus promesas. Por eso debemos seguir empujando a Rusia hacia la paz», aseguró.
El líder finlandés, Petteri Orpo, incidió en que Putin «no ha cambiado sus objetivos» y la agresión rusa puede extenderse a Europa. Si no se toman decisiones, ésta perderá «su rol de líder natural» en el escenario geopolítico. Tanto Orpo como Nauseda propusieron que se establezca 2030 como fecha límite para la entrada de Ucrania en la UE. «Motivaría al pueblo ucraniano a acelerar las reformas para entrar en el bloque», destacó el finlandés.
El estonio Kristen Michal y la letona Evika Silina subrayaron la importancia de que los países europeos sigan su ejemplo y destinen mucho más del 2% de su PIB a Defensa. «Lo que ocurre en Ucrania puede ocurrir también en Europa», alertó.
La presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, desarrolló ayer el discurso quizá más vibrante de la jornada al defender una mayor movilización comunitaria. «En un mundo de potencias únicas en ascenso, no podemos permitirnos que nos aprieten por falta de ambición política. Europa debe posicionarse como una fuerza a tener en cuenta. Eso significa estar preparados», exclamó Metsola, quien pidió a los Veintisiete «tomarnos en serio nuestra seguridad, nuestra preparación y nuestra competitividad». Luego, sentenció: «El statu quo no es una opción».
«A mí el término rearme no me gusta en absoluto. No lo comparto». Pedro Sánchez reaccionó así al término elegido por la presidenta de la Comisión Europa, Ursula von der Leyen, para mejorar la Defensa comunitaria. Sánchez defendió que la UE es un proyecto político basado en el «poder suave», aunque admitió que el mundo se ha tensionado tras la invasión de Ucrania. Añadió que los desafíos del flanco oriental son diferentes a los del Sur. «Esto significa que debemos fortalecer nuestros controles de fronteras, nuestras capacidades para luchar contra el terrorismo».
La jefa de la diplomacia europea, Kaja Kallas, solicitó de manera urgente dotar a Ucrania de 5.000 millones de euros para comprar dos millones de rondas de munición, necesarias para sus tropas en el frente. «Es importante obtener un resultado tangible. Si no somos capaces de decidir ahora mismo ayuda para todo el año que viene, decidamos a corto plazo cuáles son las necesidades inminentes de Ucrania con la munición». «Deberíamos empezar a dar pasos realmente concretos, no sólo palabras, sino también hechos para ayudar», añadió.
La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, coincidió con el presidente español, Pedro Sánchez, en utilizar otro término para la operación de fortalecimiento de la Defensa europea al entender que engloba otros retos más allá de lo militar, como la protección de las fronteras y la ciberseguridad. La jefa de Gobierno señaló que «la cuestión de la seguridad no está ligada solo al rearme» y recomendó «ser prudentes con mensajes que están desorientando a los ciudadanos europeos», en particular a los de los países que «están más lejos de las fronteras con Rusia».
Kyriakos Mitsotakis, primer ministro griego, propuso una «discusión más seria» sobre la financiación del rearme europeo -una cuestión que divide a los Veintisiete- para que no se limite sólo a préstamos. En ese sentido pidió a la UE tomar «una dirección más ambiciosa» y apostar por un plan de ayudas directas a los Estados miembros para afrontar «las importantes inversiones que necesitan» en materia de Defensa. Socios como Alemania o Países Bajos, sin embargo, se oponen a cualquier deuda común para sufragar unas hipotéticas subvenciones.
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