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Juan Antonio lleva desde principios de enero ingresado por culpa de una infección en el 'box' número 13 de la UCI del Morales Meseguer. Aquí ... permanece rodeado de máquinas y cables; sedado a veces, viendo pasar las horas muertas el resto del tiempo. Si gira la cabeza, apenas alcanza a ver, entre las rendijas de la ventana, la pared del nuevo pabellón Oncohematológico, situado justo enfrente. Cuando Juan Antonio ingresó, todavía era invierno. Así que no ha podido ver cómo el sol ha ido barriendo al frío en su pueblo, Abarán, y cómo las flores llenan ya todos los rincones. Pero la primavera está a punto de colarse de forma sorprendente en este lugar.
Es jueves, y mientras en la calle los termómetros marcan cerca de 30 grados, los archiconocidos acordes de la pieza más alegre de 'Las cuatro estaciones' de Vivaldi irrumpen de pronto entre los 'boxes', acallando los pitos de los monitores y el traqueteo de los carros. Los ojos de Juan Antonio brillan, mientras pide que le aparten tanta máquina para poder ver mejor a los músicos del Cuarteto Salzillo, que plantados junto al control de Enfermería, protagonizan el inusual concierto.
«Qué alegría da esto, si hasta da palmas con la música», exclama Encarnación Sánchez, su mujer, mientras graba con el móvil. Será un recuerdo atípico de su paso por la UCI: no solo quedará en la memoria el dolor y la enfermedad, también la música y, sobre todo, la calidez de un personal sanitario entregado.
Jaume Llinares, Antimo Miravete, Juan Mellado y Zoar Mellado -los músicos del Cuarteto Salzillo- se arrancan ahora por tango, y los familiares van asomando por los 'boxes' mientras la mayoría de pacientes siguen el concierto despiertos. «Esto es toda una sorpresa; la música alegra el alma», confiesa Ángeles, de Las Torres de Cotillas, que acompaña a su hermano, afectado por una neumonía.
Detrás de este concierto está María Cerón, médica adjunta que coordina el proyecto de humanización puesto en marcha en la UCI. Las actuaciones musicales comenzaron hace quince días, y la idea es celebrar al menos una a la semana. Son sesiones cortas, de unos quince o veinte minutos en cada una de las dos áreas de la Unidad de Cuidados Intensivos. «Esto es un regalo que nos hacen los músicos, y se lo agradecemos profundamente. Queremos convertirlo en algo habitual, integrado en el funcionamiento de la UCI. Hay que tener en cuenta que el paciente que está ingresado aquí sufre ansiedad, miedo, incertidumbre. Tanto para ellos como para los familiares que los acompañan, la música es una gran ayuda. En general, están entusiasmados», explica Cerón.
La música contribuye a despertar emociones positivas, a reducir la ansiedad, a tranquilizar. «Está comprobado que cuando escuchamos una melodía conocida, el cerebro enseguida la asocia y se activan una serie de conexiones neuronales», señala Jaume Llinares, uno de los músicos. «Formamos parte de la Orquesta Sinfónica de la Región y ya habíamos actuado alguna vez en el hospital. La impresión es muy satisfactoria; sacas la música de su entorno habitual, el Auditorio, y la acercas a personas con una necesidad especial», cuenta.
Pero la música es solo una parte más en el proyecto de humanización de la UCI. En los 'boxes' que han perdido luz natural por la construcción del pabellón Oncohematológico se han colocado vinilos que aportan calidez. Los pacientes tienen delante de la cama no una pared vacía, sino una imagen de alguna playa de la Región. Es una actuación muy sencilla, pero que aporta mucho, destaca Andrés Carrillo, el jefe de la UCI del Morales Meseguer. «Intentamos diseñar un entorno más amable. Si los 'boxes' son un sitio frío, extraño, con muchas máquinas y muchos pitos, lo que hacemos es crear mediante fotografías el entorno más cálido posible», subraya.
También se está empezando a instalar televisores. De momento, hay 4, que se destinan a los 'boxes' donde hay pacientes en mejores condiciones para poder evadirse un rato viendo algún programa que les guste o interese. Estos cuatro aparatos han sido donados por la Hermandad Farmacéutica del Mediterráneo, y en la UCI están a la espera de que la solidaridad de otras empresas permita completar la instalación de televisores en al menos 14 'boxes'.
Con todo este proyecto de humanización se intenta que los pacientes «estén lo más cómodos y tranquilos posibles», destaca Andrés Carrillo. Esto contribuye «a que la recuperación sea lo más rápida posible». La vida espera fuera de estos muros, pero también está aquí muy presente. La primavera sigue sonando en el 'box' número 13.
El elemento clave del proyecto de humanización es la concepción de la UCI del Morales Meseguer como una unidad abierta, a la que los familiares pueden acceder cuando quieran partir de las 16.00 horas. Incluso pueden pasar la noche acompañando al paciente. «Empezamos hace ya algunos años, pero la pandemia supuso un hachazo, un paso atrás. Durante la primera oleada no podían acceder familiares, y ya en la segunda conseguimos que pudiesen entrar. Poco a poco, hemos ido recuperando la accesibilidad», explica el jefe del servicio, Andrés Carrillo. Pero la idea es ir más allá, de forma que el acompañante vaya asumiendo un mayor papel en los cuidados del paciente. «Queremos que estén más integrados en los cuidados, desde la alimentación a la higiene, pasando por el sueño», detalla Carrillo.
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