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La Atención Primaria necesita una «refundación». Lo advierte Vicente Ortún, uno de los principales expertos en Economía de la Salud que hay en España. El ... catedrático emérito de la Pompeu Fabra ofrece mañana una ponencia en Murcia con motivo de la presentación de un ambicioso estudio del Consejo Económico y Social (CES) sobre la situación de Primaria en la Región.
–Los profesionales llevan mucho tiempo advirtiendo del deterioro del primer nivel asistencial. ¿El modelo de Atención Primaria está agotado? Usted plantea en sus artículos la necesidad de cambios profundos, incluso habla de una refundación de la Atención Primaria.
–Sí. Esta es una idea que está muy aceptada. Los sistemas rígidos de organización no tienen sentido. Refundar es quitarse complejos de encima, intentar integrarse más con otros niveles asistenciales; no es nada más que ponerse al día. Cuando se habla del deterioro de la Atención Primaria, olvidamos un hecho: la media [en los indicadores] no tiene nada que ver con la realidad. Hay una dispersión de calidad descomunal. En Primaria, hay centros excelentes y otros que son una porquería. No vale con decir que la media es mala, hay que actuar. Reducir la heterogeneidad interna ya daría para mucho.
–Esa heterogeneidad se observa en muchas cosas. Por ejemplo, en la accesibilidad. Muchos pacientes se quejan del tiempo que tienen que esperar para una cita con su médico de familia, mientras en otras consultas o centros no hay esas demoras.
–Yo soy usuario de la sanidad pública, aunque vaya al médico una vez cada diez años. Pedí una consulta y me daban una virtual para el 10 de abril. Finalmente, me han dado [cita presencial] para el día 24. No es algo urgente, a mí me va bien. Pero eliminar de un centro de salud la visita espontánea tiene poco sentido. Si a los pacientes de hoy los derivas a mañana o a pasado mañana, la pelota va aumentando. Hay que resolver, y eso significa que al paciente le tienes que decir que vuelva dentro de un año, o que vaya a que le vea la enfermera, o que se controle la tensión en la farmacia. O que se vaya a hacer gárgaras, que son buenas para muchas cosas. Lo que no se puede es tener barra abierta de tonterías. Nuestros cupos están muy por debajo de los de muchos países. Aquí tenemos 1.300 o 1.400 [pacientes por médico de familia], cuando en otros sitios hay cupos de 3.000 o 4.000.
–Habla de ratios asumibles, pero el hecho es que muchos centros de salud están saturados. ¿El problema reside en la alta frecuentación? En la Región de Murcia, donde viven millón y medio de personas, se registraron casi 10 millones de consultas en Primaria en 2022.
–Eso es una frecuentación de 6 y pico [6,5 visitas anuales por habitante]. Hemos llegado a estar en 8. La visita no puede ser una unidad de medida. Vas un día y tienes que volver al siguiente para la radiografía, y al otro para no sé qué... Lo importante son los episodios de enfermedad. A favor de Murcia, o de las zonas deprimidas de Murcia, hay que decir que es esperable que en las áreas con mucha clase socioeconómica baja el número de consultas sea mayor. Dicho esto, un equipo [de Atención Primaria] tiene que ser capaz de resolver los problemas de salud de 1.300 personas en el día. Lo que no puede ser es que se dedique a consultas tontas, o a hacer prescripciones, o haya tantas consultas para dar la baja. Hay muchas cosas que los médicos no tendrían que estar haciendo. Otro aspecto importante es que el médico no puede ver cada visita de un paciente como un hecho exógeno: hoy llueve, mañana igual graniza. No, el que mañana haya o no granizo depende de mí. Yo soy el que le digo a ese paciente lo que tiene que hacer, o si tiene que volver y cuándo. Claro, si tengo un cupo de 1.000 pacientes y van todos los días, pues tengo 1.000 pacientes al día. Pero si vienen cuando sea necesario, por supuesto que voy a poder atenderles. Hay que tomarse esto en serio. Por ejemplo, los problemas sociales, como quedarse sin casa o sin trabajo, no los puede resolver un médico.
–Una de las medidas que se han planteado en la Región de Murcia es la limitación de las agendas de los médicos de familia a 30 citas programadas diarias, más unas 5 imprevistas.
–Esa es una petición sindical sin sentido. ¿Por qué 30? Hay que hablar de cupos y de episodios de enfermedad. Comparémonos con el mundo: no se pactan tiempos, sino población a atender. Y cupos de 1.300 pacientes no son ningún disparate. Eso sí, no es lo mismo estar en un barrio rico de Murcia que en el más pobre. Eso sí hay que tenerlo en cuenta [a la hora de fijar los cupos].
–¿Detrás de todo esto que comenta hay una medicalización excesiva y un uso abusivo de los servicios sanitarios por parte de los pacientes?
–Los médicos de familia competentes, resolutivos, procuran encauzar las situaciones, no medicalizarlas. Si un paciente llega y te dice que quiere una resonancia magnética, hay que mandarle a tomar por saco, pero de forma razonada y atendiéndole. Un médico no puede estar de camarero. No, no. Medicalizar es convertir cualquier problema que todo el mundo tiene, como estar un poco ansioso o la calvicie, en un problema sanitario.
–Una de las medidas que está encima de la mesa es otorgar un mayor peso a la Enfermería.
–El administrativo, el médico y la enfermera son el núcleo de la Atención Primaria. El administrativo cita, pide pruebas, despacha prescripciones; todo eso lo hace perfectamente. Enfermería tiene la parte de atención comunitaria y puede jugar un papel ideal en la atención a pacientes agudos. Lo que no puede ser es el régimen de vidas separadas: que el enfermero se dedique a aconsejar a crónicos y el médico a sacar el trabajo clínico. Todo debe ser un trabajo compartido.
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