El plan de vacunación arrancó en la UE el 27 de diciembre en medio de una euforia que dio paso a la decepción porque avanza con exasperante lentitud. En pleno agravamiento de la pandemia, el Ministerio y las comunidades pueden hacer más y hacerlo mejor
En su novela 'La lentitud', el escritor Milan Kundera afirmaba que tendemos a aflojar el paso cuando, en pleno paseo, se nos resiste la evocación de un recuerdo. Es como si al imponer un ritmo más pausado nos concentráramos mejor y refrescáramos la memoria. En cambio, si lo que queremos es olvidar un penoso incidente que nos acaba de suceder, tendemos a imprimir inconscientemente una cadencia más viva al caminar. «Hay un vínculo secreto entre la lentitud y la memoria, entre la velocidad y el olvido», teorizaba el narrador checo en su novela, cuya portada fue ilustrada por Tusquets con la imagen de un motorista persiguiendo a un carruaje tirado por caballos.
La historia de la pandemia me recuerda de alguna forma a la de esta novela. La crónica de lo vivido desde marzo también está entreverada de momentos que parecen propios de un remoto pasado (confinamientos 'medievales' y una administración hiperburocrática) y de episodios de un presente que se asoma velozmente al futuro gracias a la ciencia. Y además, mientras algunos protagonistas han ido como motos para culminar la parte más compleja (los científicos que diseñaron las vacunas en tiempo récord), otros parecen ir en calesas, como los responsables de las administraciones que planifican la vacunación contra la Covid.
La pandemia no es infortunio pasajero. No es de esos acontecimientos que se olvidan caminando deprisa. Al contrario, es un episodio traumático que jalona un antes y un después en nuestras vidas. Cuanto más dure será peor. Para recobrar la normalidad y retener en la memoria lo que nos sirva para otra futura pandemia, lo que hay que hacer es acelerar el paso en la hoja de ruta fijada por los expertos de la OMS y de los gobiernos occidentales. Junto al mantenimiento de todas las medidas de protección conocidas, la clave está en alcanzar la inmunidad colectiva cuanto antes. Inocular la vacuna al mayor número de personas para que nuestras defensas reconozcan y hagan frente al coronavirus. Ya estamos en disposición de alcanzar esa memoria inmunitaria de grupo que protegerá miles de vidas y que, cuando alcance a un porcentaje elevado de la población, cortará las cadenas de transmisión del coronavirus. Tenemos la vacuna de Pfizer. Y muy pronto la de Moderna. El plan de vacunación arrancó el 27 de diciembre en toda la UE en medio de una euforia que dio paso a una notable decepción porque avanza con exasperante lentitud. Las críticas han sido generalizadas. En Francia, Alemania, España... También aquí en la Región.
De acuerdo con los datos del Ministerio, cuya fiabilidad sigue dejando bastante que desear, somos la quinta comunidad que más dosis ha inoculado. El personal y los usuarios de las residencias murcianas ya han sido vacunados y ha comenzado la inmunización del personal sanitario. Se está haciendo a mejor ritmo que en otros muchos territorios, pero eso no es un consuelo cuando todavía el jueves pasado se habían inyectado menos de un tercio de las dosis recibidas. Es cierto que la vacuna de Pfizer tiene características que añaden complejidad a su distribución y administración. También que el arranque de la campaña ha coincidido con fechas navideñas. Y que el personal de enfermería está agotado tras nueves meses en primera línea. Pero todo eso también sucede en algunas comunidades que lo están haciendo mejor. Dada la gravedad de la situación, con la pandemia en su peor momento, es pertinente preguntarse si 350 efectivos dedicados a esta tarea por el Servicio Murciano de Salud son suficientes. Si vivimos una situación excepcional, ¿no debería haberse reforzado excepcionalmente la plantilla de enfermería disponible?
No deberíamos conformarnos con el cumplimiento de los plazos del plan acordado por el Ministerio y las comunidades. Fue pactado en función de las dosis disponibles, pero debería actualizarse con objetivos más ambiciosos, lo que es posible porque Bruselas anunció el viernes que duplica la compra de vacunas de Pfizer. De seguir todo igual, el 5% de la población murciana habrá quedado inmunizada en el primer trimestre. Se evitarán muchas muertes, pero no se alcanzará pronto esa inmunidad de rebaño tan necesaria ante el agravamiento de la pandemia. El Ministerio y el Gobierno regional pueden hacer mucho más y hacerlo más rápido. El primero acelerando la compra de vacunas con la UE y el segundo acometiendo su administración de forma más veloz para proteger al mayor volumen de población. No deberían olvidar ese vínculo entre la lentitud y la memoria: cuando los ciudadanos se encaminen despacio hacia la urna puede que recuerden lo hecho por cada uno. Tienen suerte de que la memoria política es casi tan corta como la memoria inmunitaria en la Covid, que según los últimos datos se desvanece a los seis meses, y aún quedan más de dos años para autonómicas y generales. Más larga es la memoria literaria, aunque el olvido acaba llegando hasta para Kundera, uno de los autores más leídos a finales del pasado siglo.
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