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PEDRO SOLER
Viernes, 14 de marzo 2014, 12:25
Comenzó a aprender en los talleres que Juan Romera y Víctor Méndez impartían en el Aula de Artes Plásticas, hasta que llegaron las exposiciones junto a los compañeros del Colectivo 21. La andadura en solitario se inició a través de una galería madrileña, que llevó sus obras a Ginebra, Grenoble y Bolzano. Volvería al trabajo común, a través de CROM4, con Nono García, Cristóbal Pérez y Pepe Montijo. «Todos defendíamos lo que es la figuración, pintura más tradicional y evolutiva, que revolucionaria».
Antonio Tapia (Murcia, 1965) se sentía desbordado por tantas exposiciones. «Me dije que tenía que detenerme. El tipo de pintura mía conlleva un proceso lento, porque es muy cercana al hiperrealismo. Dije de exponer solo un conjunto de obras, coherentes con lo que me gusta y lo que pienso». Así surgió 'Guardianes de sueños', que ahora muestra en El Jardín, de Molina de Segura.
¿Es fácil definir qué son esos guardianes? «Si pudiera definir con palabras lo que pinto, quizá no pintaría. Estos cuadros son el producto de tres años de reflexión o de intuición. Cuando uno se dedica a pintar o a algo artístico, es como si estuviera excavando, buscando minas. De pronto, tocas el punto de la veta, y empiezas a hurgar alrededor, hasta que, poco a poco, vas construyendo lo que quieres».
¿Qué pretende, en definitiva, con tantas y tan variadas obras? «Reflejar, a través de la evolución que se da en el desarrollo de un sueño, lo que ha sido mi pensamiento y mis conocimientos desde niño. Todos esos muñequitos que aparecen en los cuadros no son muñequitos, sino yo mismo reflejado en ellos».
La exposición encierra distintas fases: 'Duermevela', 'Obsesión', 'Pesadilla', 'Ensoñación' y 'Liberación'. Son el resumen de un trayecto, en el que los cuadros reflejan la relación propia con los distintos momentos de la vida. «En los cambios de cada una de las fases -afirma Antonio Tapia- hay muñecos que conexionan, de modo que empieza el niño a personalizarse en ellos, y percibe que, en la estructura piramidal que existe, un solo muñeco se impone sobre otros muchos. Esto es algo presente en todos los cuadros, porque conservan la misma estructura, con un muñeco que manda sobre los otros, a lo largo del tiempo, desde el Medievo a la actualidad, través de las figuras del espacio».
Pero, ¿qué se palpa, qué se transmite, entre muñecos, pirámides estructurales y el paso del tiempo? «Lo que intento es reflejar esa idea que la sociedad nos mete de que vivimos en un mundo dentro de otro. Es muy difícil ser uno mismo. Del sueño se pasa a esa parte obsesiva, que acaba en la pesadilla, en la que el niño es consciente de que todos los muñecos tienen un jefe y, en su grupo, él es también el jefe de sus muñecos. A partir de ahí, se da cuenta de que él no puede ser más que una pieza dentro de una sociedad con una estructura superior, que es la que controla. Así se va saliendo de la pesadilla, para empezar a comprender qué es la vida y el mundo en el que vivimos. Y llega a la ensoñación, que es como la vuelta a la realidad, con las propias vivencias de cada cual, los viajes, la casa de la abuela, los recuerdos de la propia historia. Hasta que pasamos de nuevo a los miedos, como reflejan las grietas, los bichos&hellip Pero también llega la libertad, con un futuro y un mundo de fantasía, que es la única realidad que tenemos».
¿No son ganas de complicarse la vida, a la hora de situarse frente a un cuadro? «Sí, seguro. Cuando decidí dedicarme a la pintura yo estaba trabajando, y pensé que me sentía obligado a decir algo. Por esto me cuesta tanto trabajo pintar cuadros que no sean narrativos. Pienso que mi pintura es una evolución, porque en ella están mis tradiciones, mi pasado, mis relaciones sociales, la estructura en la que vivo. Mi mente va amasando todo esto y lo que quiero es explicar lo que soy yo, sin grandes alardes».
Expresa Antonio Tapia su pasión por el realismo, argumentando que «hay una cosa muy importante y parece que se ha perdido. Ahora, todo el mundo te dice lo que tienes que hacer, cómo lo tienes que hacer. Las redes sociales te dicen si está bien o no está bien&hellip Te buscan tu sitio en todas sus estructuras; pero cuando uno se da la vuelta y deja de mirar a los demás, percibe que tiene un mundo por descubrir, con montones de cosas en las que poder pensar y desarrollar. Lo importante es que uno esté consigo mismo. A través del realismo, si no soy capaz, sí intento acostarme tranquilo todas las noches, después de hacer algo en lo que pienso y creo».
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