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La víctima, Luis Fernando, junto a la amante de su padrastro, Marta, su madre, Nelly, y su padrastro, Raúl, en un viaje en Alicante. :: LV
De la lujuria al asesinato de Luis Fernando
TORRE PACHECO

De la lujuria al asesinato de Luis Fernando

El joven muerto de 17 cuchilladas en 2011 descubrió que su padrastro tenía sexo con una amiga de su madre. La investigación habla de «celos y aversión» del presunto homicida hacia los dos hijos de su pareja

JORGE GARCÍA BADÍA

Martes, 26 de noviembre 2013, 10:42

Es imposible conocer cómo y cuándo La Parca llamará a tu puerta, pero hay situaciones y fechas que delatan que la guadaña te anda rondando. Nelly Germania Acurio nunca olvidará aquel agosto de 2011 en el que le abrió la puerta de su casa a Marta. Una compatriota ecuatoriana que acababa de separarse de su esposo español y que llegó al domicilio familiar, entre lágrimas, pidiendo un techo porque no tenía donde meterse. Nelly la acogió sin saber que en una de sus cuatro maletas portaba uno de los siete pecados capitales: la lujuria.

Fue el principio del fin de la armonía que reinaba en el número 6 de la calle Capitán Cortés de Torre Pacheco, donde Nelly pasó de convivir con su pareja sentimental, Raúl, y sus dos hijos, Paul, y Luis Fernando, a tener que soportar las infidelidades de Raúl con su invitada y antes amiga, Marta. Todo ello aderezado con las fuertes broncas que mantenía a diario con sus hijastros a causa de esos escarceos sexuales.

Ese cóctel molotov se acabó cobrando la vida de Luis Fernando Herrera Acurio, de 20 años, al que Nelly descubrió sin vida dentro de su habitación en la madrugada del 20 de julio de 2012. Así se desprende de las diligencias de investigación de la Guardia Civil, que asume el Juzgado de Instrucción número 6 de San Javier: «Es parecer del equipo instructor que Raúl sentía una verdadera aversión y celos hacia los hijos de Nelly. Su única obsesión era que éstos se marcharán de casa y le dejaran de molestar. Había hacia uno de ellos una total ausencia de cariño; incluso en una ocasión, cuando el instructor de las presentes diligencias habló con él, se dirigió a Luis Fernando como el finado (muerto)».

A pesar de que el joven recibió 17 puñaladas y cortes por su cabeza, cuello, brazos, manos, muslos, abdomen y talón, el informe subraya que Raúl «en ningún momento derramó ninguna lágrima, algo totalmente anormal cuando el fallecido es hijo de su pareja sentimental y ha convivido con él cerca de cinco años». Tales indicios llevaron a la Benemérita a detener a Raúl María Betancourt García como presunto autor de un delito de homicidio.

La Guardia Civil averiguó que las relaciones entre la víctima y el presunto agresor se empezaron a torcer en enero de 2012, cuando los dos hermanos sorprendieron a Raúl en la cama con Marta. La escena se produjo en el cuarto que su madre le había dejado a su amiga. El hermano de la víctima, Paul, declaró a los investigadores que tras sorprenderlos «tuvieron una fuerte discusión con Marta y con Raúl, y posteriormente se lo comunicaron todo a su madre. A partir de ese momento la relación con el padrastro ha sido muy tirante».

Aprovechaban sus ausencias

Más lo fue para Nelly. Durante cuatro meses aguantó que Marta se metiese con ella y Raúl en la cama mientras veían la tele, que su pareja le regalase un abrigo de 169 euros a su amiga y que la contratase en la empresa hortofrutícola de San Cayetano donde él ejercía labores de encargado. Aguantó a pesar de que sus hijos le contaban que, cada noche, cuando ella se marchaba a El Albujón para cuidar de una anciana, Raúl y Marta aprovechaban para mantener encuentros sexuales.

Fruto de este triángulo amoroso, y según las diligencias y los testimonios tomados por la Guardia Civil, «el comportamiento de Raúl hacia sus hijos cambió de forma radical e incluso le dijo (a Nelly) que sus hijos tendrían que marcharse (...). No soportaba que ellos salieran de fiesta, que vinieran bebidos y que trajeran amigos a casa, mucho menos chicas, algo que al parecer Luis Fernando hacía con bastante frecuencia (era muy mujeriego). No soportaba tener que pagarles alquiler y manutención».

Por aquel entonces, Marcela, la otra hija de Nelly, ni siquiera aparecía por el piso los fines de semana porque la relación de su madre y sus dos hermanos con su padrastro era insoportable. Mientras Marta permaneció en el domicilio familiar, el padrastro mantenía «las discusiones más fuertes y frecuentes con Luis Fernando». La tensión se trasladó al trabajo, ya que el hermano de la víctima, Paul, aseguró a la Benemérita que su padrastro, aprovechándose de su condición de encargado en la empresa, le había dado «un trabajo bastante duro». Tanto como para adelgazar cerca de 10 kilos «en cuatro meses».

Incluso, dijo, le sometía a vejaciones en la hora del almuerzo, obligándole supuestamente a echar la siesta al raso y al sol, pues el coche lo compartía Raúl con Marta. La cuerda se terminó de tensar y en abril la amante se marchó a Roldán. Abandonó el domicilio porque «no quería ver malas caras». Para aquel momento, el padrastro ya había pasado de la pasión inicial a la obsesión con la amante. El propio Raúl, tras ser detenido y reconocer a los agentes que mantuvieron cuatro relaciones, indicó que en ese momento ya no practicaban sexo, «pero hablaba con ella todos los días: mañana, tarde y noche».

El asesino conocía la casa

No mintió. En la factura de un mes acumulaba hasta 79 llamadas al móvil de Marta. De hecho, la noche del cruento asesinato los amantes se cruzaron la última llamada a la una de la madrugada y cinco minutos. Faltaban dos horas y veinticinco minutos para que Luis Fernando, conocido cariñosamente entre sus amigos como 'Flow', regresase del Festival Playa 40 Pop que se celebró en Los Alcázares para ser masacrado en su cuarto.

Los últimos en ver a Luis Fernando con vida fueron sus amigos Yesenia y Juan Carlos, 'El Gato'. Ambos vieron «cómo entraba en casa» a las 3.30 horas del 20 de julio. 'Flow' se puso a chatear luego hasta las 3.55 horas, cuando envió su último 'WhatsApp' a su amigo Jordan. Después se fue la luz en la vivienda, y según las diligencias de investigación, el homicidio fue cometido, mientras su padrastro y su hermano estaban en casa, «por alguien que conoce a la perfección el domicilio».

Así lo pudo comprobar este diario visitando la escena del crimen, a la que solo se puede acceder desde dentro de la vivienda. La habitación de la víctima tiene dos puertas. A una se accede desde la cocina, y a la otra, a través de un patio interior que lleva hasta el cuarto de la lavadora y la habitación de matrimonio que compartían Nelly y Raúl. En ambas puertas, 'Flow' siempre echaba los pestillos porque no quería que se colase algún gato por el patio y además «sentía terror a las cucarachas y las arañas».

No intentó reanimarle

Y ese día los investigadores encontraron las puertas entornadas y los pestillos sin colocar. «A excepción de la escena del crimen todo se encuentra limpio y que da la impresión que nadie ha salido de forma precipitada del domicilio y que nada se encuentra desordenado y ninguna puerta de acceso al domicilio forzada». Una vez dentro, el homicida le propinó 17 puñaladas y cortes a Luis Fernando, a pesar de que éste opuso una fuerte resistencia hasta que una herida «mortal de necesidad» le atravesó el esternón, el corazón y el hígado, provocándole un shock hipovolémico. La muerte había cambiado la guadaña por un cuchillo de trocear pollo.

Dos horas más tarde, Nelly regresó a casa de trabajar y cuando se acercó a la cocina a preparar la comida a su hijo y su pareja, observó que la puerta de Luis Fernando no estaba cerrada, «algo que no era habitual». No lo dudó, entró en la habitación y descubrió a su hijo boca arriba y cubierto de sangre. Pidió auxilio de forma desgarradora, mientras junto a su otro hijo trataba de reanimarlo. Entretanto, su padrastro, Raúl, «ni tan siquiera entró en la habitación ni le tocó». Una vez detenido, su única explicación a la Guardia Civil fue que «la sangre estaba seca» y «ya no se podía hacer nada por su vida».

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