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DANIEL VIDAL
Jueves, 7 de noviembre 2013, 13:16
Romario no metía goles si no salía por la noche. Y no era una excusa barata. Lo demostró un fin de semana de 1994 en el que los culés ganaron al Atlético de Madrid con tres obras de arte del delantero brasileño, que venía de pegarse una buena juerga la noche anterior y que siguió dándose a la vida padre bajo la luna de Barcelona y marcando chicharros de todos los colores y a todos los rivales. Pocos meses después, y con un notable bajón en su rendimiento, los directivos del club se hartaron de que aquel genial pelotero «de dibujos animados», como le definió Jorge Valdano, prestara más atención a las sesiones de batucada que a las de entrenamiento y lo mandaron al Flamengo con un lacito.
Después llegó Ronaldo -'el gordito'- y también dejó huella. Además de por sus míticas arrancadas, por su propensión a la vida disoluta en fiestones de alta alcurnia repletos de esculturales mujeres. Como Romario, la gran debilidad de 'el fenómeno'. El libro de Lluís Lainz 'De puertas para adentro' revela, incluso, que el delantero llegó a tener sexo en varias ocasiones en las instalaciones del Camp Nou. Aquí te pillo, aquí te mato. Pero el rey indiscutible del desparrame nocturno en Barcelona fue Ronaldinho, el último mago brasileño en Can Barça, capaz de salir del Bernabéu ovacionado por los aficionados merengues tras una actuación memorable o huir de una discoteca escondido en el maletero de un coche a altas horas de la madrugada. En aquel local de Rio de Janeiro se coció algo muy gordo. Las crónicas contaron que Robinho, su compañero de selección y entonces en el Real Madrid, pidió a los guardias de seguridad cuarenta 'camisinhas'. Condones, en portugués. Con estos precedentes, era comprensible que los gerifaltes, los aficionados y hasta las estrellas del vestuario del Barcelona se mostraran cuanto menos inquietos ante la llegada del nuevo ídolo brasileño fichado a golpe de talonario. Neymar da Silva Santos Júnior (Mogi das Cruzes, Sao Paulo, 1992) -al que ya casi todos conocen por 'Ney'- tampoco tranquilizaba mucho al personal antes de cruzar el charco con esa cresta extravagante, un largo historial de conquistas femeninas a pesar de ser casi un crío y una legión de amigotes -los llamados 'Toiss'- que parecían pegarse al astro brasileño hasta para ir al retrete. Sin embargo, el presidente Sandro Rosell, principal defensor del fichaje, ya se había cubierto las espaldas. «Hubo viajes constantes a Brasil por parte de emisarios del club para emitir informes sobre la vida del futbolista y hasta sobre su perfil psicológico. Ya no se deja nada al azar. Y en esos informes ya se acreditó que Neymar no era el típico brasileño al que le perdía la fiesta. Tenía una estructura familiar muy sólida y unos valores y unos hábitos muy sanos», ilustra Tomás Andreu, periodista del diario 'Sport'. «Además, es el primer brasileño que llega al club que tiene una auténtica multinacional detrás; está mucho más controlado», añade Cristina Cubero, de 'Mundo Deportivo' y especialista en la actualidad del Barcelona y de la selección brasileña.
Neymar, que hoy juega su primer Barça-Madrid -el enésimo partido del siglo- tiene una ocasión de oro para dar su primer puñetazo en la mesa con la camiseta blaugrana -ya ha dado varios con la 'verdeamarela'- y, de paso, emular a Evaristo. Un brasileño mucho menos conocido que Romario, Ronaldo o Rivaldo, pero que, como Neymar, llegó directamente desde Brasil sin paso previo por otro equipo del viejo continente. Eso sí, en uno de sus primeros choques contra los blancos, en unas semifinales de Copa de Europa en 1960, le clavó un gol a Rogelio Domínguez que acabó eliminando al Real Madrid. Y Evaristo subió a los altares del barcelonismo.
'Picanha' y peluquería
Algo similar a lo de Evaristo quiere hacer esta noche Neymar, que desde que aterrizó en Barcelona lleva una vida alejada del ruido de las discotecas, un terreno que solo ha pisado en un par de ocasiones, y una de ellas tras el triunfo en la Supercopa. Aunque las referencias ya eran buenas, el club quiso asegurarse de que las primeras semanas del 'crack' en Barcelona transcurrían dentro de los cauces previstos. Para eso estaba Dani Alves, defensa de la selección brasileña y del Barcelona, que desde el minuto cero ha ejercido de auténtico cicerone con Neymar. «Cuando llegó, lo primero que hizo Dani fue llevarle a su estilista personal, Josep Pons, para que le diera un toque algo más serio a su peinado. Y también fue con Alves con quien Neymar celebró las primeras barbacoas de 'picanha', una de las carnes de vacuno predilectas por los brasileños», revela Cubero.
También ha hecho buenas migas el 'mohicano' -como le conocen amigos y colaboradores por la llamativa cresta que luce desde que era un niño- con un chaval llamado Álvaro, hijo del responsable del departamento de atención al futbolista del club, Pepe Costa. El joven, de la edad de Neymar, habla portugués a la perfección tras un paso de varios años por Brasil, donde los Costa trabajaban para Nike, y hoy son inseparables. Pero también otros compañeros de vestuario como Adriano (el tercer brasileño del equipo) Alexis o Pinto -con quien Neymar comparte su pasión por la música- han hecho piña con el nuevo 'o rei' de la selección 'canarinha' que, por cierto, no necesita jardines ajenos para celebrar barbacoas. Sobre todo, desde que se instaló con su padre en una espectacular mansión en Pedralbes -silencioso refugio de grandes fortunas- salpicada de llamativas esculturas de arte contemporáneo. Sus mil metros cuadrados están distribuidos en tres plantas, cinco habitaciones con cinco cuartos de baño, piscina y un garaje de 400 metros cuadrados para ocho coches, incluido el Q7 que le cede el club por el convenio con Audi. Por la 'choza' paga 18.000 euros al mes de alquiler. Una minucia, porque ni él mismo «sabe lo que gana», ha dicho su padre, Neymar Da Silva. Juntos fueron a un hipermercado cercano a Pedralbes para hacer la primera compra en Barcelona. «Es poco habitual ver a una megaestrella tirar de carrito», observa Andreu.
El nuevo ídolo culé suele pedir también comida a domicilio, aunque es un apasionado de la cocina japonesa y ya se le ha podido ver varias veces en Ikibana, un exclusivo restaurante que fusiona platos brasileiros y nipones. También ha dejado buenas propinas Neymar en Nomo, Els Jardinets de Gràcia, el Shunka -todos ellos japoneses-, y en el Ura y La Venta, revela Oriol Doménech, también de 'Mundo Deportivo'. Como la diva que no repite vestido, a Neymar tampoco le gusta repetir restaurante. Más que nada, porque uno de sus mayores vicios es conocer sitios nuevos. Hasta que se enamora de uno y pasa a formar parte de él. En sentido literal. El periódico 'Diario de Sao Paulo' informaba este mes de que Paris 6, uno de los restaurantes más 'chic' de Brasil, abrirá sucursal en Barcelona. Y Neymar está como loco por ser socio.
Disfraces y Disney
Y eso que 'Ney', un icono mediático que ingresa 9 millones de euros anuales de ficha y otros 15,5 por publicidad, sigue siendo lo más parecido a un adolescente. A veces se lía hasta las tantas jugando al fútbol o pegando tiros en la PlayStation, otra de sus grandes parcelas de esparcimiento con permiso de las redes sociales: es muy activo en Twitter y Facebook y no tiene reparos a la hora de colgar fotos de todo tipo en Instagram, donde le siguen casi tres millones de personas. Prácticamente los habitantes de Barcelona. Otra de las aficiones más curiosas de 'juninho' -apodo familiar de Neymar- son los disfraces. Es más fácil verle caracterizado como alguno de sus ídolos -entre los que está Quico, del 'Chavo del Ocho-, que conduciendo deportivos de película de James Bond como los de Cristiano Ronaldo. Él en el cine prefiere las de Disney. «Además, eso no va con el Barcelona. Rivaldo se compró un Ferrari rojo y a los dos días el club le obligó a devolverlo», recuerda Cubero. 'Humiltat' y 'valors' ante todo.
Y en la escala de 'valors' de Neymar destaca su hijo, Davi Lucca, con quien habla «todos los días» y que es fruto de una relación anterior a la que este futbolista, tranquilo fuera de la cancha y eléctrico sobre el césped, mantiene ahora con Bruna Marquize. Una voluptuosa belleza que a sus 18 años recién cumpliditos ha pasado de estrella 'teen' de telenovelas a sex symbol. Algunos ya la conocen por 'Miss bum bum'. Es decir, la mujer con el mejor trasero de Brasil. Bruna y Davi Lucca, así como la madre y el resto de familiares de Neymar, se han quedado en Brasil y visitan al 11 del Barça una vez al mes. Es el padre, junto al resto de cicerones de 'Ney' en Barcelona, el que se encarga de mantener a raya la 'saudade', esa especie de melancolía transatlántica cebada con sol, playa, bossa nova y capoeira que padecen todos los brasileños que cruzan el charco. Para Neymar, que asegura no moverse por dinero, son vitales la familia y también la religión, conceptos que mezcla en una ensalada de tatuajes que empezó a estamparse desde bien jovencito con la oposición, esta vez sí, de papá.
Sin embargo, «cada vez vuela más solo», señala Cristina Cubero. «La tercera vez que fue a la peluquería ya iba sin compañía». Todo parece ir sobre ruedas para que la flamante locomotora del Camp Nou no descarrile. «Al menos el primer año, eso no pasará», confía Tomás Andreu. Y 'o rei', que también le da a las rimas, hará todo lo posible: «Me enseñaron a persistir y a insistir, pero yo solo aprendí que nunca debo desistir».
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