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ÁNGELA DE LA LLANA angela.delallana@cartagena.es
Domingo, 27 de enero 2013, 12:37
Mantener vivo el cante más profundo que sale de las entrañas: el flamenco. Esa es la finalidad que persiguen todos y cada uno de los miembros de la peña flamenca Antonio Piñana, un grupo que se creó antaño y se volvió a recupera hace tres años con toda la fuerza y la ilusión que un proyecto de estas características requiere.
Y así, con la ilusión y la pasión puesta en el cante y los sones de la guitarra, los miembros de la peña se reúnen cada mes en su sede de 'La Marina', en el barrio pesquero de Santa Lucía, una tradición a la que no faltan la saga Piñana, con el patriarca, Antonio, a la cabeza quien no paraba de relatar lo orgulloso que se siente de los actos de homenaje a su padre.
Entre los asistentes Antonio Rubio, el fundador de la peña, Paco Torres, el cantaor Manolo Roda y Ángel Ronda, todos pertenecientes a ella. «Cada día que vengo por aquí observo cómo nuestro grupo trabaja en pro del flamenco, cómo hace que continúe con la solera que este arte siempre a tenido y cómo se realizan nuevas actividades para que esto no solo no se pierda sino se perpetúe», explicaba el padre de los Piñana.
En esta ocasión se subían al escenario el propio Piñana y su hijo Curro, así como el cantaor José Luis Díez, 'el mojaquero', la murciana Isabel Nicolás y Paco y Juan Pedreño, un equipo de lujo que hizo las delicias de los muchos seguidores allí concentrados.
Incondicionales
Diego Soriano, María Luisa Saura, Paquita Mateo, Magda Vázquez, Andrés García Cervantes y Maravillas Corbalán, no se pierden una gala. También estaban muchos incondicionales de la familia de cantaores, como Alfonso y María Tauste, Fulgencio García, Caro Meroño, Marisa Conesa y Jerónimo Conesa.
Con una taranta interpretada en la voz de Curro, llegado de Murcia para la ocasión, empezó una actuación que no dejó indiferente a nadie. El cantaor aludía antes de empezar «al gran poeta y trovero Ángel Roca», que se encontraba en la sala acompañado de unos amigos llegados de fuera de la ciudad: Domingo Díez, María Mejías y Josefa Martínez, entre otros.
Ensayando con el maestro por tarantas y fandanguillos de Huelva se encontraban los alumnos de la peña Pablo y Antonio Consuegra, muy jóvenes y «preparados», en palabras del maestro Paco Pedreño. «Son alumnos que tienen un nivel muy bueno y que estamos convencidos que llegarán alto. El cante y la guitarra son un arte que no se para nunca y que tiene que estar en continuo aprendizaje», explicaba.
Por ello, cada viernes los aficionados se reúnen por la tarde en la sede de La Marina para recibir clases de lujo de la voz y la guitarra de la saga Piñana. «Curro se encarga del cante y su padre de la guitarra, son unos maestros fantásticos con los que llegamos a establecer una relación de cordialidad y amistad estupenda», dijo Vicente Bañuls, un aventajado alumno que no se pierde ninguna clase en compañía de su hija Aitana, de corta edad.
Asociación flamenca
Fina Campo, Pepe Conesa, Casto Aneiros, Begoña Caballol y Trinidad Gutiérrez Sansano se acomodaban en las mesas habilitadas para presenciar la velada. «No podemos permitir que se pierda el cante flamenco porque son nuestras raíces», comentaba el grupo, entre los que había personas nacidas en La Unión.
Andrés Sánchez, presidente de la Asociación flamenca de la Universidad de Murcia, rememoraba la actuación de Curro en el Casino de la capital, mientras que un grupo de amigos, entre los que se encontraba Diego Illán, tampoco quisieron perderse una noche de lo más «honda y sentida».
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