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JUAN F. ROBLES
Martes, 22 de noviembre 2011, 02:17
La reacción a una vacuna ha sembrado la inquietud en los familiares de tres chicas caravaqueñas. A las jóvenes se les administró una vacuna contra el cáncer de útero dentro del programa sanitario que se desarrolla en colaboración con los centros docentes para prevenir el virus del papiloma humano. Las chicas comenzaron a sufrir fuertes dolores de cabeza y, en algún caso, convulsiones; sus familiares decidieron acompañarlas a la puerta de Urgencias del Hospital Comarcal del Noroeste para que fuesen atendidas ante el temor de que la reacción no fuese normal. El personal del centro hospitalario decidió mantener a las chicas en observación y comprobar su evolución; tras la realización de las pruebas correspondientes se confirmó que se trataba de una reacción descrita y que las chicas presentaban un cuadro 'normal', descartando que pudieran sufrir una encefalitis. Tras remitir los primeros síntomas, dos fueron dadas de altas, aunque horas más tarde, una de ellas tuvo que volver a ser atendida en el hospital al persistir los fuertes dolores de cabeza y los temblores. Por tanto, dos están hospitalizadas y siguen un tratamiento sintomático, a la espera de una evolución positiva. Desde el centro hospitalario se sigue el protocolo habitual en estos casos, dando el aviso correspondiente.
En 2008 saltaron las alarmas
En 2008 dos niñas valencianas de 14 años que se vacunaron de la segunda dosis sufrieron efectos adversos y pasaron varios días en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Clínico de Valencia. Aquel caso motivó que el Ministerio de Sanidad decidiera inmovilizar un lote de 75.582 dosis del medicamento en toda España. No contentos con la decisión, las familias de las menores exigieron a la Consejería de Sanidad y al Ministerio que detuviera la campaña de vacunación y retirasen urgentemente del mercado el medicamento Gardasil y no sólo ese lote.
Las chicas, según informaron los medios entonces, presentaron un cuadro convulsivo y picos de fiebre altos. A una de ellas le administraron la vacuna un miércoles y a los 10 minutos empezó a encontrarse mal. Comenzó a tener convulsiones y perdió el conocimiento. Se valoró que la pequeña paciente sufriera algún tipo de encefalitis o problema infeccioso. Al día siguiente otra adolescente llegó a Urgencias. Se le había suministrado la vacuna del mismo lote, haciendo saltar las alarmas. La inmovilización del lote del medicamento no implicó la paralización de la campaña. Sanidad recordó entonces que la administración de la vacuna es voluntaria.
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