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La fábrica de cerveza 'El Azor', poco tiempo después de su inauguración en 1958.. :: LV
Aquella fábrica de cerveza
CRÓNICA MENUDA (MENUDA CRÓNICA)

Aquella fábrica de cerveza

GUILLERMO JIMÉNEZ

Domingo, 27 de marzo 2011, 14:43

Durante 27 años Cartagena tuvo a gala contar con una fábrica de cerveza, mirando al campo de fútbol del Almarjal. Fue entre 1958 -Norberto Amaro, el futbolista carismático, ya estaba por ahí con calzón corto para marcar goles- y marzo de 1985, año en el que en Holanda los nuevos dueños planificaron el cierre de 'El Azor', un hijo menor de 'El Águila' como también lo fue 'El Neblí' en Alicante o 'El Gavilán', en Mérida.

Hago constar que 'El Azor' nada tenía que ver con el famoso yate de Franco. Y no se instaló en Murcia, que era la idea inicial, porque el Gobierno daba en exclusiva las concesiones y al final le tocó a Cartagena. Hoy es historia. Para recordarla funciona una asociación de 41 jubilados de la empresa que hacen viajes culturales y se divierten. Hace poco estuvieron en la finca Yerbabuena con Ortega Cano y allí encontraron a Manolo Sánchez Juárez.

Veintisiete años entre lúpulos (buenos lúpulos traídos desde Galicia), cebadas y demás ingredientes en busca de un producto que aquí estaba favorecido por la alta calidad del agua del Taibilla. En escaso tiempo la fábrica obtuvo tres premios en Munich a la calidad cervecera. A los tres años de comenzar a funcionar la caja de 24 'tercios' se cotizaba a 75 pesetas y el consumo del 'quinto' dominaba desde Los Juanes (plaza del Rey) al Pinacho (Santa Lucía), pasando por El Pana (San Antón) o la Bodega Juanito (El Lago).

Solución a las inundaciones

Seguramente ahora sería problemático alcanzar un punto de bondad con el líquido elemento que sale de los grifos, con mezclas de aguas que de rebote elevan el macro negocio de la mineral que se vende en el supermercado.

Veintisiete años de historia, aparte los más de tres que emplearon en su construcción en la zona del Hondón, en una parcela de 30.000 metros cuadrados del Colegio Alemán, junto al Parador del Camino y vecino de la Harinera Magro y la fábrica de jabones Murcia. La ubicación de la fábrica cervecera con marca de ave de rapiña, descendiente de 'El Águila', que al final la absorbió por fusión, sólo conoció inicialmente los problemas de las inundaciones por la rambla del Hondón, pero enseguida tomaron medidas: los escombros de casi todas las obras de Cartagena fueron colocados allí hasta elevar tres metros la superficie. Ya no hubo problemas por las aguas torrenciales, que pasaban de largo y sin saludar.

Antes de la solución que evitaría inundaciones, los empleados del cuadro de jefes que vivían en la fábrica y sus familiares tenían que salir de 'El Azor' en camión para poder hacer la compra y la esposa de uno de ellos, empleada en el Hospital del Rosell, se negaba a ir al trabajo cuando la zona era un mar y las zodiac de Marina ayudaban. Una vez el abogado Andrés Conesa, que lo era de Española del Zinc, amenazó con demandar a la cervecera, acusándola de que se inundase su coche Simca 1200 estacionado en la zona.

Etapa importante en el calendario de la existencia de un ciudad que dio trabajo a cartageneros y gentes llegadas de otras latitudes gracias a esa fábrica del dorado líquido que puso en marcha la familia Bernal, de Murcia, con Jesús y Ángel a la cabeza, y su primer director Juan Bernal, más otros apoyos en la sociedad como el de Miguel Zapata Echevarría, nieto del 'Tío Lobo', un peso pesado de la minería de la zona y la familia Cobarro. También era accionista fundadora Concepción Valls, esposa de Joaquín Navarro Corominas.

'El Azor' dio trabajo a unas 180 personas y la flota de transporte aportó actividad a una treintena larga de chóferes que llevaban el producto hasta Almería donde había un depósito.

Alguna ovejilla descarriada, empleado de la fábrica cuyo nombre no daré, cometió en la década de los 70 un desliz que doy a conocer en esta anécdota.

El cobre que desaparecía

La jefatura de la fábrica dio cuenta a la Policía de la sistemática desaparición de cobre de un almacén del recinto cervecero. Los policías planificaron una operación para pescar con las manos en la masa (en el cobre, digo) a los autores de la fechoría. Una pareja de agentes se quedó a vigilar toda la noche en el interior del almacén, ocultos y con la luz apagada. Ya en la madrugada alguien abrió con sigilo desde el exterior la puerta y entró. De repente los policías deslumbraron al individuo con la luz de sus linternas, lo detuvieron y condujeron a Comisaría, pero antes el ladrón sorprendido y asustado pidió ir por favor al retrete con máxima urgencia pues necesitaba cambiar su ropa interior. Sin comentarios.

Con satisfacción dedicaron parte de su vida laboral allí desde Juan Carlos Navarro Valls, que fue subdirector, la joven y atractiva Conchi Peña, que iba y volvía del trabajo en moto (era un lujo tener una Vespa y una novedad que la condujese una señorita) y luego progresó al disponer de un descapotable Peugeot, pasando por Joaquín Hernández; Francisco Hervás, quien había trabajado en la fábrica de malta de Albacete y llegó a Cartagena en 1971. Marcelo Alcantud, que entró siendo menor de edad; el perito Mariano Urrea; Enrique López Viciana, director al igual que Francisco Martínez Casas, Pedro Campuzano, Marcial Arencibia, que fue profesor en Franciscanos, y Juan de la Rosa Moreno, director comercial; Ramón Martí, la telefonista Conchita Bobadilla, Juan Antonio Bernabeu, quien luego puso en marcha, sin suerte, la industria láctea cartagenera (INLACASA); Miguel Guillén, dedicado después a negocio de refrigeración; el primer maestro cervecero, el alemán Kiel; Antonio Tortosa, que llegó a presidente del Club de Tenis Cartagena; Jesús Alcaraz, al frente de 'El Águila' en el depósito almacén del Polígono Beaza, con Esteban Pérez Cegarra, tras la clausura de la fábrica por la planificación de los nuevos dueños, los de Heineken, que emplearon muchos florines en incrementar su negocio diecisiete años antes de que naciese el euro y mucho antes de que la juventud abrazase la 'litrona' los días de mucha marcha.

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