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CARMEN SIGÜENZA
Jueves, 17 de marzo 2011, 13:37
Josefina Aldecoa, una de las grandes impulsoras de las ideas de la Institución Libre de Enseñanza y una de la últimas autoras de la llamada generación de los 50, falleció ayer a los 85 años.
La escritora y pedagoga murió en la localidad cántabra de Mazcuerras, donde residía desde que hace unos años se retiró de la vida pública a causa de una enfermedad degenerativa.
Josefina Aldecoa será incinerada hoy en una ceremonia íntima que se oficiará en Santander, explicó la hija de la escritora, Susana Aldecoa.
Nacida en la localidad leonesa de La Robla en 1926, Josefa Rodríguez Álvarez tomó el apellido de su marido, el escritor Ignacio Aldecoa , con quien se casó en 1952.
Licenciada en Filosofía y Letras, formó junto con Carmen Martín Gaite, Sánchez Ferlosio y Luis Martín Santos, entre otros, la primera generación literaria de la posguerra, y en 1961 publicó su primer libro, 'A ninguna parte'.
Dos años antes había fundado en Madrid el Colegio Estilo, un centro simbólico basado en las ideas de la Institución Libre de Enseñanza, en el que su hija sigue sus pasos.
Tras la muerte de su marido, en 1969, abandonó la escritura para dedicarse en exclusiva a la enseñanza. En 1983 regresó a la literatura con 'Los niños de la guerra' y un año más tarde publicó la novela 'La enredadera', a la que siguieron 'Porque éramos jóvenes' (1986) y 'El vergel' (1988)
En 1990 inició, con 'Historia de una maestra', una trilogía de carácter autobiográfico que continuó con 'Mujeres de negro', de 1994, y 'La fuerza del destino', de 1997.
En estas obras revisó toda una etapa de la sociedad española y en ellas hablaba de temas tan polémicos y actuales como la retirada de los símbolos religiosos de las escuelas. En 1998 escribió el ensayo 'Confesiones de una abuela', basado en la relación con su nieto. De ese año es 'Pinko y su perro' y de 1999 'Mujeres al alba'. En 2000 publicó su primer libro de relatos, 'Fiebre', una antología de catorce cuentos escrita en los años 50 y 60. Posteriormente, publicó la novela 'El enigma', en 2002. Dos años después editó el libro de memorias 'En la distancia'; y en 2005, 'La casa gris'. Su última novela, 'Hermanas', apareció en 2008.
El pasado 8 de marzo, Día Internacional de las Mujeres, Josefina Aldecoa cumplió 85 años y fue galardonada con una de las medallas a la promoción de los valores de la igualdad entregadas por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, pero su salud le impidió recogerla.
Con la muerte de Josefina Aldecoa se va gran parte de la memoria de España. Mujer comprometida con la enseñanza, fue una de las grandes impulsoras de las ideas de la Institución Libre de Enseñanza y una de la últimas escritoras vivas de la llamada generación de los 50 o del «medio siglo».
«Salíamos de una época de represión y tonos grises y a las generaciones hay que entenderlas en su contexto. Éramos realistas porque en aquel momento tenía que ser así. Después los jóvenes ya fueron más intimistas pero aquel momento hablábamos de la caída de un albañil del andamio o de la dificultad o sordidez de ser niño».
Así explicaba ese momento literario Josefina Aldecoa en una entrevista a Efe, en 2004, con motivo de la publicación de su libro 'En la distancia', un texto muy bello y «doloroso», en el que relata su infancia, la guerra, sus compañeros de generación y su carrera como maestra.
Josefina Aldecoa , toda una señora de belleza serena por fuera y por dentro, era una de las escritoras que más ha trabajado en este país, pero sin ruidos ni alharacas, siempre humilde, y contribuyendo, con toda su obra, a reflejar el alma femenina, el costumbrismo de una época y su amor por los jóvenes, por la educación y la docencia.
Fundó el colegio Estilo en 1959, un centro simbólico en Madrid basado en las ideas de la Institución Libre de Enseñanza, en el que su única hija, Susana, sigue sus pasos que no son otros que enseñar a los niños a ser personas. «Me gusta la juventud; su rebeldía y su inconformismo», solía recordar esta mujer, que aseguraba, como ya lo hiciera el Nobel García Márquez que escribía para que la quisieran «un poquito más».
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