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GUILLERMO JIMÉNEZ
Domingo, 28 de noviembre 2010, 11:44
El abogado Manuel Martínez Pastor tuvo la feliz idea allá en el inicio de la década de los 70. Confeccionó un jurado de 'amigos del arma', que diría José Casaú, y nació el premio Cartagenero del Año. Llegó a un consenso con Francisco Carles Egea, psiquiatra; José Monerri, periodista; José Zarco Avellaneda, jefe de protocolo del Ayuntamiento; Federico Maestre de San Juan, director de Radio Juventud; el ciudadano Pepe Cervantes, Enrique Escudero, publicista y polifacético, y Ramón Alonso Luzzy, pintor.
Cuarenta años después el premio se sostiene alimentado por el calor municipal y la protección de la alcaldesa Pilar Barreiro, a la que la mecánica de la distinción procuró algún pequeño enojo dicen que por su diferente sintonía con el presidente del CIT (Centro de Iniciativas Turísticas) José María Marín. Barreiro detestaba los jurados de veintitantas personas, idea de Marín. Desde 2003 hay unas normas escritas y un jurado de once: la alcaldesa, los ediles de Turismo y de Cultura, tres miembros del CIT, el cronista oficial de la ciudad, el último Cartagenero del Año y tres representantes de prensa escrita, radio y televisión.
El destinatario del premio que ha experimentado con los años los lógicos vaivenes en prestigio y aceptación ciudadana. Sin menoscabo de la buena voluntad general, ha recibido siempre un pergamino y la insignia de la ciudad.
Unas veces fue festejado por todo lo alto, según el barómetro de la economía o el peso específico del elegido. Cuando en 2004 recayó en el sacerdote Francisco Montesinos Pérez Chirinos, lorquino de nacimiento, se adhirió el obispo Ureña Pastor. En 2003 fue José Javier Gómez Vizcaíno, presidente del polígono Cabezo Beaza, se llegó al techo de las celebraciones con una cena de muchas kilocalorías en 'El Hidalgo'. Acudieron 600 comensales. Y en 2006, con el gerente de la Escuela de Turismo, José Juan Aniorte, se devoró un ágape en el Ayuntamiento remozado, al igual que en 2007 con el singular fotógrafo Ramón García Pérez.
De la Cerda, el primero
En 2008, con María José Puerto Candela, directora del Primitiva López, tampoco faltó el refrigerio. Antes, en 2005 para el profesor de inglés Juan Carrión Gañán, hubocena en el Real Club de Regatas. Y en 2009, tocó en el Casino para el premiado número 39, Fabián Martínez Juárez, ex presidente de San Juan Marrajo y actual de la Asociación del Parkinson.
El primer mortal premiado fue el ingeniero de Caminos, Rafael de la Cerda y de las Bárcenas (1971), quien da nombre al Parque de Tentegorra, de la Mancomunidad de Canales del Taibilla, de la que fue director. Un año después (1972), el nombrado fue Juan Oliva Cervantes, californio y jefazo del Instituto Social de la Marina; en 1973, Ginés García Martínez, inspector de Enseñanza y cronista de la ciudad; en 1974, Mario Arnaldos Carreño, cofundador de Prolam y Apanda; en 1975, Tomás Maestre Aznar, promotor de La Manga; en 1976, Francisco Oliver Narbona, directivo de entidad de ahorros; en 1977, el catedrático 'hueso' (la calificación fue del alumnado) Juan Rosique Jiménez, director de la UNED; en 1978, el médico militar e impulsor de la Semana de Cine Naval y del Mar, Enrique Pérez Cuadrado de Guzmán; en 1979, el pintor Nicomedes Gómez, y en 1980, lo compartieron el marrajísimo Antonio Rodríguez Robles, marino y poeta, y Juan Carlos Muñoz Delgado, almirante.
En 1981 quedó desierto. Y en 82 entró como secretario del jurado Juan de Haro y se estrenó como Cartagenero del Año el ingeniero de caminos Antonio Nieto Llobet, quien dio paso en 1983 a José Méndez Motilla, otro gran marrajo, empleado de Bazán y presidente de la Hospitalidad de Santa Teresa y del Cementerio de San Antón.
Mariano Carles Egea, en 1985, tuvo un nombramiento rumboso en La Dama de Oro con Federico Trillo de invitado. Y cuando el premio de 1986 se lo dieron a Joaquín Navarro Valls, portavoz del Vaticano, el jurado llamó a Roma desde el restaurante Chamonix, sede de la votación. Navarro Valls hizo amago de rechazar el premio, y alguien con autoridad le advirtió: «Al Papa no se le puede decir que no».
Cafés en el Gran Bar
Un inocente inciso: en esto de votar tengo que revelar que, según la sintonía, confianza y buena armonía entre el jurado, alguna vez bastaba con verse en la barra del San Miguel, tomando un café, y embastar entre todos el premio, que llegaba amasado como rollo de Pascua al acto oficial.
En lo sucesivo premiaron al torero José Ortega Cano (1986); el arqueólogo Julio Mas (1987); Antonio de Lara Muñoz Delgado (1988), médico militar y promotor de la Cámara Hiperbárica; el muy leído Arturo Pérez-Reverte (1989); el hermano mayor californio Pablo F. López Álvaro (1990); el médico Salvador Hernández Conesa (1991); el empresario y profesor Manuel Pérez de Lema (1992); Joaquín de la Puerta Ruiz (1993), médico; Casimiro Bonmatí Limorte (1994), médico y flamencólogo; Joaquín Barberá Blesa (1995), director de Astus; Juan Lanzón Melendez (1996), director de la masa coral Tomás Luis de Victoria; a 'coste sero', Tomás Martínez Pagán (1997), empresario, festero y procesionista 'resucitado'.
Los últimos en la lista: José del Pino Arabolaza (1999), ingeniero de Bazán; Juan Ramón Medina Precioso (2000), rector de la Universidad Politecnica; Florentina Moreno Sánchez (2001), presidenta del grupo folclórico de La Palma; Juan Miguel García Inglés 'Juanmi' en el fútbol (2002).
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