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«Recuerdo de niña haber venido a ver alguna comedia, pero lo que más se celebraban eran bailes». A sus 83 años, esta vecina nacida ... en uno de los caseríos del Raiguero Bajo (Totana) -adonde regresa los fines de semana cuando le acompaña alguno de sus hijos- da una pincelada de cómo debieron ser las veladas en el antiguo salón de la pedanía. Durante décadas fue el epicentro de la vida social, pero hoy la ruina campa a sus anchas.
El abandono se adueña de la centenaria construcción, y su estructura ha terminado de colapsar con las abundantes lluvias de marzo. De planta rectangular, aprovechando la orografía del terreno, y levantada por los propios vecinos con materiales humildes, entre los escombros todavía se adivina que en la cabecera contaba con un escenario semicircular al que se accedía desde la calle por una pequeña puerta lateral. El estrado acogía piezas teatrales de tono humorístico y, sobre todo, actuaciones de música tradicional. El inmueble contaba con otras dos entradas, una desde el camino principal, que se abría a las gradas utilizadas para el acomodo del público. El centro de la sala servía como pista de baile. Con cubierta a dos aguas, la techumbre de teja hace tiempo que se vino abajo.
Se trata de una tipología de arquitectura popular de la que quedan en pie escasos ejemplos (uno de ellos, muy reformado, en Cantareros), pese a que parece que fue un modelo bastante extendido en las áreas rurales. Los expertos consultados desconocen si gozan de alguna protección, pero destacan su valor etnográfico y para la memoria de las comunidades locales. Otro de estos espacios culturales y de ocio se conserva en La Majada, una población rural perteneciente al municipio de Mazarrón y a unos veinte minutos en coche del Raiguero Bajo. Allí sus vecinos están orgullosos de su pequeño teatro, que recuperaron en 2006 y es propiedad de la pedanía. En apariencia, el edificio, que data de 1924, muestra ciertas semejanzas con el antiguo salón social totanero, por ejemplo, en el sistema de gradas para el auditorio, en una edificación de planta baja y si apenas decoración.
Precisamente, la asociación de vecinos del Raiguero Bajo se ha fijado en La Majada como modelo a seguir para devolverle la vida a su antiguo salón social. Confían en que a través del Grupo de Acción Local de Sierra Espuña puedan acceder a fondos europeos que permitan la restauración del inmueble, antes de que se derrumbe por completo. Pero saben que la tarea es complicada, y no solo por la eterna burocracia. Aunque levantado con el esfuerzo de los propios vecinos, el salón de comedias y bailes ocupa un terreno de propiedad privada, cuyos actuales dueños residen en Cartagena. La negociación se presenta difícil.
El proyecto que barajan los vecinos incluye también la recuperación de un cimbre, 'la cimbra de la tía Flora', como se le conoce en la pedanía: una galería subterránea (de 15 metros de largo, por tres de alto y unos dos de ancho), con arcos de ladrillo, vinculada de alguna manera a la construcción. Según cuentan en el Raiguero, además de servir como bodega, almacén y granero de la finca, también las compañías que acudían a actuar llegaron a utilizar este espacio como alojamiento. Una singularidad que añade un atractivo más a un lugar cargado de historia.
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