

Secciones
Servicios
Destacamos
ALBERTO FERRERAS
Lunes, 15 de mayo 2017, 00:41
Pedro Leturiaga hijo (Perico desde siempre) no es músico pero le gusta el contacto con los clientes que se acercan a la tienda, que en muchos casos son amigos. Cuando se pasan a curiosear o a comprar, en especial aquellos que se iniciaron hace cinco décadas, mantienen con él una especie de apadrinamiento. «Son personas de edad superior a la mía, y siempre terminan rememorando las vivencias de su juventud, la relación con mi padre, cómo les cuidaba o cómo les vendía, pero de esa forma tan especial que tenía él: 'Llévatelo', o 'ya me lo irás pagando', o ese tipo de cosas que solo se podían producir en aquellos tiempos», recuerda Perico.
Hoy día, el apellido Leturiaga no hace falta ser presentado en el ambiente musical, amateur o profesional. Pero los comienzos fueron complicados. Pedro, el fundador, nació en Oñate (Guipúzcoa), y allí aprendió a tocar el acordeón. En 1940, con 18 años, se trasladó a Vitoria a trabajar en la tienda de bicicletas de su tío Claudio, ciclista profesional. Allí conocería a la que sería su mujer, Benita, y en 1949, recién casados, lo dejaron casi todo y vinieron a Madrid, con su acordeón y 500 pesetas.
En la capital, el músico comenzó dando clases y tocando en recintos al aire libre, en el hotel Plaza, con Los Chimberos (grupo de canción folclórica vasca)... Hasta que conoció a Máximo Baratas, músico invidente y compositor conocido por ser el autor de la popular sintonía televisiva 'Vamos a la cama', creada a finales de los 60. Juntos pusieron en marcha negocios editoriales (métodos y álbumes para acordeón) y abrieron la tienda 'Biok' ('Los dos', en castellano) que se hizo popular vendiendo instrumentos 'modernos' para aquella época como guitarras eléctricas fabricadas de manera artesanal que dejarían paso a las Fender, Rickenbacker o Gibson. Cuando la sociedad se disolvió, nació 'Leturiaga'.
La relación que Pedro Leturiaga mantenía con aquellos jóvenes pioneros musicales de los 60 finales era casi paternal, sin dejar de lado el interés comercial. La venta de instrumentos se realizaba generalmente a plazos a unos muchachos que no en pocas ocasiones eran menores de edad, con el aval de los padres o sin enterarse ellos de las andanzas de sus hijos. «Compraban los instrumentos pagándolos mensualmente, pero a veces mi padre se tenía que dar alguna vuelta por los lugares de moda, donde en ocasiones había desbandada de alguno de ellos», recuerda Perico entre risas.
De la mano de aquellos muchachos nacerían algunos de los grandes grupos musicales españoles. «Los Relámpagos, Los Brincos, Los Pekenikes, Formula V, Los Continentales y un montón que se han quedado en el tintero porque no tuvieron la suerte de su lado», explica.
El futuro es incierto ante las nuevas formas de venta a distancia. Sin embargo, Perico Leturiaga es optimista. «Cuando acuden músicos conocidos a la tienda, los clientes se sorprenden y les piden autógrafos y hacerse fotos con ellos. Es muy satisfactorio que se repitan ese tipo de situaciones. Aunque aún es muy joven, me gustaría que mi hijo diera continuidad a la empresa que fundó mi padre. No es simplemente una empresa y no solamente por el apellido que representa, sino porque después de más cinco décadas de existencia, a nadie le gusta que las cosas desaparezcan en el tiempo. Quisiera que fuera el heredero de esta empresa familiar, que la mantenga y la continúe».
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Descubre la fruta con melatonina que te ayudará a dormir mejor
El Diario Vasco
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.