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RAFAEL M. MAÑUECO
Lunes, 23 de enero 2017, 13:02
El ex espía del MI6 británico Christopher Steele, huido en la actualidad por miedo a posibles represalias, sostiene en su informe de 35 páginas realizado por encargo de los enemigos del presidente electo norteamericano, Donald Trump, que éste podría ser chantajeado por Rusia. Al parecer, según Steele, el Servicio Federal de Seguridad ruso (FSB, el antiguo KGB) tiene materiales muy comprometedores contra Trump que podría utilizar para condicionar su política.
Son muchas las cosas que el agente británico expone en su relato y que, de ser ciertas, pondrían al que pronto será el primer mandatario de Estados Unidos en un serio aprieto. Pero destaca en particular la supuesta existencia de un vídeo filmado con una cámara oculta instalada por el FSB en el interior de la principal suite del Hotel Ritz Carlton de Moscú, en la que Trump se alojó en noviembre de 2013 cuando visitó la capital rusa como uno de los organizadores del concurso Miss Universo.
La grabación, según lo que ha trascendido del documento de Steele, parece que mostraría al presidente electo norteamericano con prostitutas a las que, aparentemente, pidió que orinaran directamente en la cama porque era la misma en la que habían estado anteriormente el presidente saliente, Barack Obama, y su esposa Michelle. El informe asegura que el «odio» que le profesa Trump a Obama fue la motivación de esa pervertida forma de «venganza».
Por supuesto, tales afirmaciones han sido rechazadas tanto por quien se convertirá el próximo viernes en el presidente número 45 de la historia de EE UU y por el Kremlin, cuyo portavoz, Dmitri Peskov, ha calificado todo lo que se dice en el informe de Steele de «falsedad».
Lo cierto, sin embargo, es que, sea o no verdad lo que se asevera en el documento, el agente británico ha construido una historia que tiene verosimilitud. Él mismo trabajó en Rusia al servicio del MI6 durante los años 90 y conocerá bien seguramente los métodos, no sólo del KGB, sino también del mundo criminal ruso.
Trampas con prostitutas
El 'kompromat', táctica consistente en reunir pruebas comprometedoras sobre alguien para después chantajearle, bien por dinero o para obligarle a actuar de una determinada manera, ha sido un recurso ampliamente explotado siempre por los servicios secretos de todo el mundo, pero en especial por los soviéticos y los rusos. También por la policía y las mafias.
En la época soviética, muchos diplomáticos extranjeros cayeron en las redes del KGB por intentar sacar del país ilegalmente iconos antiguos u otras piezas de valor artístico. Según se narra en libro 'El KGB juega al ajedrez', publicado en 2009 y uno de cuyos autores es el agente soviético Vladímir Popov, los embajadores de países occidentales solían ser víctimas del 'kompromat' y tenían que ponerse por ello a 'colaborar' con el régimen comunista bajo amenaza de sacar a la luz el escándalo.
Los 'kompromat' de contenido sexual, no obstante, fueron y siguen siendo los más empleados. La 'sección femenina' del KGB incluía un ejército de auténticas bellezas que, bajo la apariencia de artistas, damas de la alta sociedad soviética o, simplemente, prostitutas, trababan relación con diplomáticos, hombres de negocio o destacados responsables extranjeros para sonsacarles información y, de paso, filmar ocultamente alguna escena picante para, en caso de necesidad, intimidar a la víctima si decidía dejar de cooperar.
Las grabaciones de conversaciones han estado siempre también a la orden del día; de ahí que hoteles, embajadas y viviendas de extranjeros fueran sembradas de micrófonos por todas partes. La legación diplomática de Estados Unidos tuvo que mudarse a un edificio nuevo y reformar el viejo para eliminar los micrófonos.
John Vassall, agregado de la Marina británica en la embajada de Moscú entre 1954 y 1956, fue fotografiado manteniendo relaciones sexuales con otro hombre cuando en el Reino Unido la homosexualidad era deplorada. Para evitar que todo saliese a la luz, se convirtió en uno de los más famosos espías del KGB en Gran Bretaña. En 2009, otro diplomático británico tuvo que renunciar a su cargo tras difundirse un vídeo en el que aparecía en compañía de dos fulanas.
Políticos y altos funcionarios rusos también ha sufrido los métodos de sus propios servicios secretos. En 1999, para acabar con la investigación que estaba llevando a cabo por corrupción contra miembros de la Administración del Kremlin, el entonces fiscal general, Yuri Skurátov, fue víctima de una pérfida celada. Dos chicas de mala vida le invitaron a «divertirse» durante unas horas y todo lo que hizo con ellas en la cama apareció al día siguiente en los canales de televisión rusos. Fue destituido.
El año pasado, para empañar la imagen de la oposición extraparlamentaria rusa, el ex primer ministro y jefe de la formación liberal Parnás, Mijaíl Kasiánov, casado, fue mostrado por el canal ruso NTV en la cama desnudo con su compañera al frente del partido, Natalia Pelévina. Quienes iniciaron el enredo lograron indisponer a otros dirigentes opositores contra Kasiánov, que se niega a dejar la dirección de Parnás, y frustrar la creación de un frente común opositor.
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