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Arthur B. McDonald. :: efe
Los descubridores de la masa del neutrino logran el Nobel de Física

Los descubridores de la masa del neutrino logran el Nobel de Física

El japonésTakaaki Kajita y el canadiense Arthur B. McDonald refutaron con su hallazgo uno de los principios de la física cuántica

COLPISA / AFP

Miércoles, 7 de octubre 2015, 00:41

Un japonés, Takaaki Kajita, y un canadiense, Arthur B. McDonald, obtuvieron ayer el premio Nobel de Física por sus «históricos descubrimientos» sobre el neutrino, una partícula cósmica fundamental para comprender el universo y su origen. Kajita y McDonald han refutado un principio de la física cuántica, según el cual el neutrino no tenía masa: así, esta revelación supone el triunfo de la materia sobre la antimateria.

Sus trabajos condujeron a «la conclusión, de un considerable alcance, de que los neutrinos, durante mucho tiempo considerados como carentes de masa, la tienen, aunque sea débil» escribe el jurado, que saluda un «histórico descubrimiento». Todo ello permite comprender el funcionamiento interno de la materia y conocer así mejor el universo, explicó el jurado sueco. Contactado por la Fundación Nobel, Kajita explicó haberse enterado del premio por sus colegas suecos, cuando consultaba su correo electrónico. «Es una verdadera sorpresa para mí», reaccionó. «Es un poco difícil creerlo». McDonald dijo que compartía el «premio con numerosos colegas que realizaron un trabajo considerable».

El neutrino, partícula elemental de la materia, está mil millones de veces más presente en el universo que cada uno de los integrantes del átomo, pero pese a ello es increíblemente difícil detectarlo. Pero hasta ahora los científicos discrepaban sobre la masa de esta partícula. Ahora, Kajita, de la Universidad de Tokio, y McDonald, de la de Queen's en Kingston (Canadá), han puesto de acuerdo a todo el mundo al 'atrapar' neutrinos entre las redes de sus observatorios, el Super-Kamiokande en Japón y el Observatorio de Sudbury en Canadá.

Situado en una mina de zinc a 250 kilómetros de Tokio, el gigantesco detector Super-Kamiokande comenzó a operar en 1996, y tres años más tarde lo hizo el Sudbury Neutrino Observatory (SNO) de Ontario (Canadá) en el interior de un yacimiento de níquel.

En el Super-Kamiokande, construido a 1.000 metros de profundidad y que consiste en un tanque con 50.000 toneladas de agua, el equipo de Kajita observó que aunque la mayoría de los neutrinos atravesaba el tanque, algunos chocaban con un núcleo atómico o un electrón.

En esas colisiones se creaban partículas con carga y, alrededor de ellas, se generaban destellos débiles de luz azul, la denominada radiación de Cherenkov, que se produce cuando una partícula viaja más rápido que la velocidad de la luz y cuya forma e intensidad revela la procedencia y el tipo de neutrino que la causa.

El detector japonés atrapaba neutrinos muónicos de la atmósfera y los que lo golpeaban por debajo tras atravesar el globo terráqueo, y dado que la Tierra no supone un obstáculo considerable para ellos, debería haber igual número de neutrinos en ambas direcciones.

Las observaciones revelaron, sin embargo, que los primeros eran más numerosos, lo que apuntaba a que los otros deberían sufrir un cambio de identidad para convertirse en neutrinos tauónicos, aunque su paso no podía ser registrado por el detector. La pieza decisiva del enigma llegó del SNO, que en un tanque con 1.000 toneladas de agua pesada realizaba mediciones de neutrinos procedentes del sol, donde los procesos nucleares solo dan lugar al tercer tipo de estas partículas, los neutrinos electrónicos.

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