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Isabel Guerra posa ante una de sus obras más recientes.
Bergoglio visto por una monja

Bergoglio visto por una monja

La religiosa Isabel Guerra pintará al papa Francisco por encargo de la Conferencia Episcopal Española

MIGUEL LORENCI

Martes, 2 de junio 2015, 01:06

Hubo monjas soldado, como la alférez Catalina de Erauso. Las hay tuiteras, como la hermana Xiskya Valladares, y mediáticas y muy díscolas, para disgusto del Vaticano, como sor Lucía Caram. Las hubo emprendedoras, narradoras y poetas, como sor Teresa, la Santa de Ávila, y sor Juana Inés de la Cruz. Cantantes como la dominica 'sor sonrisa', Luc-Gabriel, y tan arriscadas, de cine y de pega, como 'sor Citröen'. Pero en la nómina de monjas pintoras reina en solitario sor Isabel Guerra. Artista osada, precoz y muy capaz, madrileña del 47 y hermana cisterciense desde 1970, lleva en la brega de la pintura desde los 15 años. Y no para. Su próximo e histórico desafío será retratar a Jorge Mario Bergoglio, el papa Francisco.

Es un encargo de la Conferencia Episcopal Española, que quiere un retrato del pontífice para celebrar en 2016 su medio siglo de existencia. Retratar prelados no es nuevo para sor Isabel, maestra del hiperrealismo y «conquistadora de la luz», que ha pintado ya a unos cuantos responsables de la curia española. «Pero retratar al Papa es un reto», reconoce la monja, que desveló el encargo en su regreso a las salas de exposición en España, tras una larga década de ausencia.

Aún no sabe por qué técnica se decidirá, pero sí que irá al Vaticano y hará posar al Papa «si se deja». «No será un retrato a la vieja usanza, con ropajes. Es lo único que tengo claro», anticipa. «Quiero que refleje su extraordinaria personalidad y temperamento, y para eso necesito que nos veamos», dice muy risueña.

«Iré a Roma. Necesito verle y estar con él, estudiar su fisonomía y observarle. Es un Papa que rompe todos los esquemas», afirma. Está «casi segura» de que será un retrato al óleo, pero puede que lo mezcle con arena de playa. Y es que esta monja y artista autodidacta dota de texturas insólitas a sus últimas pinturas, incorporando a su paleta la arena de playa, «que me envían desde muchos lugares de España».

Sor Isabel trabaja con fotografías e instantáneas digitales. Las incorpora a su producción reciente, que exhibe en la Casa de Vacas del madrileño Parque del Retiro hasta finales de junio. Reúne 121 obras de temática y técnicas muy diversas. «Trabajo con Photoshop desde su primera versión. A nadie debe sorprender que use la foto y el ordenador. Formo parte de la aldea global y no doy la espalda a las nuevas tecnologías», dice.

Expone regularmente fuera de España. No tiene hoy galerista ni marchante y no habla del coste de sus pinturas. Quien quiera un retrato de su pincel deberá dirigirse al monasterio zaragozano de clausura en el que ingresó hace 46 años. No hace Guerra honor a su apellido y es un dechado de simpatía, hasta que se le inquiere por el robo en su convento de 1,5 millones de euros en efectivo, rebajados a 450.000 en la denuncia, y que bien podrían proceder, en parte, de la venta de obras de la monja. «Es un caso cerrado. No hay nada que decir», declara torciendo el gesto y cerrándose en banda. Algunos de sus muy demandados retratos se habrían vendido por casi 50.000 euros.

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