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Domingo está que se sale en Matemáticas. De bordear el suspenso y aprobar por los pelos, a un sobrado notable en la primera evaluación que le llena de orgullo y da sentido al esfuerzo que le supone pasar dos tardes a la semana, después de la jornada lectiva y con el cansancio de seis horas de clase a la espalda, en las sesiones de refuerzo para segundo de la ESO a las que asiste en su instituto, el Miguel de Cervantes de Murcia.
Con otros quince compañeros de su curso, repasa con uno de los docentes del centro -son voluntarios- las derivadas y operaciones combinadas que están estudiando esta semana en clase. Después tendrán otra sesión de Lengua. «Es un poco más cansado, pero de momento me está funcionando», dice satisfecho. En el aula contigua, otro grupo de alumnos de cuarto de la ESO, el último curso de la etapa obligatoria que conduce al título de Secundaria, repasan dudas de Lengua. «Me viene bien; repetí un curso, pero ahora voy bien y quiero seguir con el Bachillerato. Aquí refuerzas, y aclaras dudas, como si fuera un profesor particular», cuenta Pablo Lacárcel, futuro estudiante, si sus planes se cumplen, de Filología Inglesa. Su profesora, también voluntaria, insiste además en que las sesiones se aprovechan más que las clases convencionales. Primero, porque son menos alumnos, la mitad que en una sesión ordinaria, y puede dedicarles atención casi particular por momentos. «La dinámica es otra además; resolvemos dudas, no estás tan encorsetado a un programa... es otra cosa».
Los alumnos del instituto Miguel de Cervantes de Murcia que asisten a las clases de refuerzo se integran en el grupo de 15.000 alumnos de cuarto y sexto de Primaria, y segundo y cuarto de la ESO que asisten a esas sesiones extraescolares dos tardes por semana. El programa se estrenó el pasado verano para tratar de rebajar las tasas de fracaso escolar y evitar que los alumnos que se despistan un curso o una evaluación se pierdan y terminen colgando los libros. A juicio del director del Miguel de Cervantes, Valentín García-Donas, está dando buenos resultados. «Después de pasar el mes de julio en esas clases y de los exámenes de septiembre, repescamos a ocho alumnos que, en otras condiciones, casi con seguridad habrían terminado dejando los estudios. Unos se han matriculado en Bachillerato, otros en FP, y ahí siguen, que es el objetivo».
Las clases se centran en el refuerzo de las asignaturas troncales, con especial atención a Lengua Castellana y a Matemáticas, y se destinan a un total de 15.000 alumnos de los centros que han solicitado participar matriculados en los cursos clave, en los que se registran las tasas de fracaso más altas.
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