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Kayar es un pueblo de pescadores situado en la costa senegalesa, al pie de un océano que provee de sustento a sus vecinos, pero que ... también ruge lleno de peligros. De allí zarpan muchos de los cayucos que ponen rumbo a Canarias, y que no siempre llegan al destino. Hace ya 21 años, Issa Mbaye dejó Kayar en busca de una nueva vida en España. Encontró en Murcia un hogar, y desde entonces se gana la vida trabajando en el campo. Pero en Kayar sigue estando la casa familiar a la que vuelve en vacaciones, siempre que puede. En su última visita, unos vecinos tocaron a su puerta, pidiendo ayuda. Astou Ndiaye, una joven del barrio de apenas 30 años, se consumía por culpa de un agresivo cáncer de esófago. Cuando la vio, Issa quedó conmocionado: «Estaba sufriendo muchísimo. No podía tragar, se alimentaba por una sonda y estaba en muy mal estado».
No tuvo dudas, había que hacer algo. Tiró de ahorros y prestó su coche a la familia de Astou para que la joven pudiese trasladarse a un hospital de la capital, Dakar, donde recibía tratamiento. Pero las terapias había que pagarlas. Todo Kayar se movilizó a través de un grupo de 'Whatsapp'. «Unos donaban 2 euros, otros 4, cada uno aportaba lo que podía; reunimos unos 1.000 euros», relata Issa Mbaye. El cáncer, sin embargo, no podía controlarse sin cirugía, así que traer a la joven a España se convirtió en la única esperanza. Issa destaca su agradecimiento al consulado y la embajada española, que tramitaron el imprescindible visado para que la joven pudiese volar hasta Barajas. El billete lo pagaron los vecinos de Kayar. En diciembre, Astou aterrizó en España y puso rumbo a La Arrixaca acompañada por Issa. Cuando entraron por Urgencias, los médicos, acostumbrados a ver todo tipo de situaciones, quedaron impactados.
Pesaba apenas 34 kilos, estaba muy desnutrida y sufría una seria infección. Tras una primera atención, se le dio el alta a la espera de que estuviera en condiciones de ser operada. Pero la joven no tenía tarjeta sanitaria, lo que se convirtió en un obstáculo importante. Cada caja con productos para la alimentación por vía parenteral -imprescindible para recuperarse- costaba 120 euros, y daba solo para cuatro días. Al conocer el caso, la jefa de Infecciosas de La Arrixaca, Elisa Vázquez, se puso manos a la obra para recaudar el dinero necesario.
«Una MIR que estaba rotando con nosotros atendió a Astou en Urgencias y nos contó la situación. Se quedó bastante impresionada por el estado de desnutrición en que se encontraba y la infección que presentaba. Montamos un grupo de 'Whatsapp' con 36 personas y organizamos una colecta. La mayoría eran amigos míos. Cada uno aportó 10 euros y con eso se pudieron comprar las cajas necesarias», relata Vázquez.
Con la alimentación adecuada y los cuidados de la endocrina Marta Arráez, la joven paciente fue mejorando. Llegó el turno de la Unidad de Cirugía Esofagogástrica, que dirige la catedrática Luisa Fernanda Martínez de Haro. «La paciente tenía un carcinoma epidermoide de esófago, que no suele presentarse en gente tan joven», explica. Es un tipo de cáncer de esófago especialmente agresivo. En Senegal, Astou había sido tratada mediante quimioterapia y radioterapia. Este último tratamiento había generado como efecto secundario un estrechamiento (estenosis) del esófago, hasta el punto de impedir la ingesta de alimentos.
Hace quince días, Astou entró al quirófano. Fue intervenida por los cirujanos Vicente Munitiz y David Ruiz Angulo con ayuda del robot Da Vinci. Fue un procedimiento muy complejo, que se alargó durante unas ocho horas. «Lo que hacemos en estas intervenciones es extirpar el segmento esofágico afectado por el tumor y sustituirlo por un nuevo tubo digestivo construido a partir del estómago», detalla Munitiz. Con el Da Vinci, todo este proceso se realiza de manera menos invasiva y mucho más precisa. El cirujano guía los brazos del robot desde una consola, y observa a través del visor la zona en la que está interviniendo. A Astou apenas le quedarán pequeñas cicatrices en abdomen y tórax fruto de incisiones de tan solo 8 milímetros.
29 pacientes han sido intervenidos de cáncer de esófago por cirugía robótica desde 2023, cuando La Arrixaca incorporó esta tecnología, que también tiene como ventaja una reducción de las complicaciones postoperatorias. Astou se ha recuperado de forma bastante rápida y, después de tanto tiempo, ha vuelto a comer. Añora, eso sí, el pescado fresco que su marido llevaba a casa en Kayar, cuando regresaba de faenar. En casa le esperan también sus tres hijos, de 12, 11 y 5 años.
Astou habla con su marido por videollamada mientras atiende a LA VERDAD, en su habitación de La Arrixaca. Lo encuentra realizando gestiones en el consulado de España en Dakar. La familia está intentando reunirse en Murcia. «Sería muy importante que su marido consiguiese el visado para poder venir aquí, porque Astou está sola y va a necesitar cuidados», recuerda Issa Mbaye. Por eso, vuelve a apelar a la solidaridad de la Administración. De momento, gracias a la trabajadora social de La Arrixaca, la paciente va a ser derivada a una clínica de cuidados medios, donde podrá seguir recuperándose a la espera del ansiado reencuentro. «Hasta que llegué a España, pensaba que iba a morir. No podía comer, ni dormir; no me quedaban fuerzas», relata Astou en wólof, uno de los múltiples idiomas que se hablan en Senegal, mientras su vecino Issa la traduce. Luego, en español, añade un emocionado «gracias» dirigido a las dos orillas del océano. A sus vecinos de Kayar y a los profesionales de La Arrixaca. A todos los que entendieron que no hay fronteras cuando de lo que se trata es de salvar una vida.
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