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J. A. G.
Viernes, 3 de abril 2015, 02:12
«Nosotros llevamos los tronos al paso y en silencio, de forma natural; no buscando el aplauso fácil, el populismo» que olvida el «sentido religioso» y la finalidad de las procesiones como «catequesis». Con frases como ésta quiso marcar distancia con la Cofradía California el hermano mayor de la Cofradía Marraja, Domingo Bastida, quien dedicó parte de su discurso de ayer por la tarde con motivo del Cabildo de las Yemas a responder a las puyas y alusiones realizadas el Lunes Santo por los encarnados durante su Cabildo de los Dátiles.
Ya desde el principio, en el acto de exaltación celebrado en el Paraninfo de la Universidad Politécnica (UPCT) y que duró en torno a una hora y media, Bastida dejó claro que no rehuiría la polémica. Lo hizo cuando, al referirse al «tradicional cabildo» morado, tiró de ironía respecto a la 'joven' cita de la hermandad del Prendimiento: «Cuando digo tradicional, no me refiero a tres años».
Ya contundente y explícito se mostró el hermano mayor de la cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno para mostrar su malestar por la utilización del término «invasión». Y comparó la que considera una invasión positiva de devotos y de espectadores en la procesión de la Piedad con la que «impide ver la imagen de la patrona» el Viernes de Dolores y con la pretensión de los californios de recoger el cortejo del Silencio del Jueves Santo más tarde.
Acerca de esto último, Domingo Bastida se mostró inflexible. Tras insistir en que no tiene nada que dialogar sobre esta propuesta, sino acatar lo dispuesto por el obispo, alzó la voz e hizo una advertencia que cosechó una ovación: «¡El Viernes Santo es y será patrimonio de la Cofradía Marraja! Y si no, que esta noche vayan a las doce y cinco a la calle Jara, que se van a enterar». Más adelante. remarcó sus palabras: «A las doce y cinco minutos Cartagena se viste de 'morado'».
En su línea de cargar contra los 'calis' por criticar a los 'marras' y no hacer autocrítica, ante unas doscientas personas el hermano mayor también citó, retórico, a los portapasos del Cristo de la Misericordia por llevar la imagen «a la carrera» a la altura del templo de la patrona. «¿Quién ha dicho que el AVE no ha llegado a Cartagena?».
También hizo hueco Domingo Bastida, fustigador del «cariz estético» que olvida que «la religiosidad popular debe ser encauzada para el Encuentro» con la Iglesia, a la diferente forma de abordar los traslados por parte de 'marras' y 'calis'. «Los marrajos -afirmó- somos los únicos que damos sentido al traslado. No movemos imágenes ni provocamos encuentros».
Aunque reconoció que, como le comenta De la Cerra, entre ambas hermandades hay un «buena relación», Bastida invocó su autonomía: «Tú en tu casa y yo en la mía».
Ya en clave conciliadora, el hermano mayor llamó a los suyos seguir con «respeto y devoción la magnífica procesión del Silencio» california, y seguir colaborando para engrandecer una Semana Santa de Cartagena que supone una «fuente de riqueza material y espiritual».
En clave interna, el hermano mayor recordó que «para ser marrajo no basta con estar apuntado», sino que desde el espíritu de perdón y diálogo hay que predicar con el ejemplo desde una doble vertiente: el apostolado, es decir divulgar el mensaje cristiano; y la caridad con los necesitados. Acerca de esto último, pidió apoyar la Fundación Marraja y servir a los que más lo necesitan «a nivel económico, social y espiritual».
En un encuentro donde la mesa presidencial acogió también, entre otros, a los hermanos mayores honorarios, Pedro Ferrández y José Miguel Méndez, y a la Nazarena Mayor de 2015, Cati Cara, antes del reparto de yemas hubo dos momentos emotivos. Uno fue el recuerdo que, con la voz entrecortada, hizo Bastida de Francisco Nieto Díaz, miembro de la agrupación de la Santa Agonía que murió ayer poco antes del cabildo, tras preparar unos bocadillos para los procesionistas y regresar a casa. También hubo un tributo al fallecido José Acosta Olivares, extesorero de la Fundación Marraja.
Honor para José Lázaro Arias
El otro gran pasaje de la tarde fue la entrega del premio Marrajo de Honor a José Lázaro Arias, quien fue secretario general de la hermandad 16 años y primer comisario durante cuatro. Arias lo agradeció así: «Es un testimonio del cariño y la amistad de los marrajos. Ser marrajo es para mí un honor».
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