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Sábado, 13 de abril 2019, 00:46
Todo está preparado en Orihuela para disfrutar de la Semana Santa. El programa tiene preparadas innumerables procesiones que iluminarán las calles y las transformarán en espacio de culto y devoción. Vecinos y visitantes se reúnen estos días para disfrutarlas, una actividad que también comparte el alcalde del municipio, Emilio Bascuñana, que se siente «afortunado de participar en algún acto como alcalde de Orihuela, como miembro de varias cofradías y hermandades y, por supuesto, como oriolano apasionado de nuestra Semana Santa».
La singularidad de sus procesiones y los espacios de playa tan distinguidos han convertido a este municipio alicantino en uno de los más transitados estas fechas, porque «la Semana Santa de Orihuela recibe con los brazos abiertos a los miles de visitantes que vienen a descubrir una Semana de Pasión diferente al resto. Además, muchos de ellos combinan sus vacaciones con nuestra amplia oferta turística y cultural. Estamos en una temporada en la que el buen tiempo y nuestra gastronomía son un gran reclamo», apunta Bascuñana. Por su parte, la concejal de Festividades, Mariola Rocamora, resalta el apoyo que el Ayuntamiento realizan cada año, «colaborando y participando con la Junta Mayor de manera económica. También se encarga del mantenimiento y puesta a punto de las calles y cuantas infraestructuras necesarias para llevar a buen término la Semana Santa».
Unas fechas de pasión
En esta fiesta, que ha sido declarada de Interés Turístico Internacional, destaca el Sábado Santo, cuando comienza la Procesión del Santo Entierro de Cristo, que se celebrará a partir de las 20 horas horas y que comenzará desde la Iglesia Parroquial de las Santas Justa y Rufina hasta llegar a la Santa Iglesia Catedral. Previamente al recorrido, a las 17 horas, tendrá lugar la recepción, por parte de las autoridades, del Caballero Cubierto en la Universidad Histórica de Santo Domingo, un título que este año ha recaído en Miguel Ángel Morcillo, jefe de Cirugía del Hospital Comarcal de la Vega Baja.
Esta procesión es la de mayor singularidad de la Semana Santa de Orihuela. Remonta sus orígenes a principios del siglo XVII, cuando, con el fin de reconocer los méritos el Gobierno de la ciudad decidió nombrar al Caballero Cubierto. Este cargo honorífico anual supone, a quien lo ostenta, el privilegio de portar un pendón negro con el lema de la cuidad, e ir vestido con frac y chistera tanto en el recorrido como en el interior de la Catedral, en cuyo interior se introduce el cortejo fúnebre. Se trata de una procesión de luto oficial en la que participa todo el gobierno municipal.
Caballero cubierto
Según las noticias que figuran en antiguos escritos, esta figura se remonta a «tiempos inmemoriales», como reza una noticia de un libro capitular del año de 1.750. A pesar de ello, los primeros datos documentados llevan al siglo XVII, pues ya en 1.687, se declara la preeminencia del personaje que portaba el estandarte en la procesión. También por tradición se dice que dicho privilegio fue concedido por Bula del Papa Paulo V, allá por el año de 1.620 y que luego fue confirmada por otra Bula del Papa Clemente IX, en el año 1.667. Su nombramiento es privativo del Gobierno o Ayuntamiento de la ciudad, que designa cada año la persona que, por su nobleza, relevantes méritos o amor a Orihuela se ha hecho digno de llevar la bandera que abre dicha procesión.
A pesar de la importancia de su papel, sobre esta procesión cabría añadir otro aspecto. No es sólo la figura del Caballero Cubierto la que destaca aquí. Un paso procesional impactante recorre las calles generando una enorme expectación. Se trata del paso más antiguo de la Semana Santa oriolana: El Triunfo de la Cruz (1696), conocido también como 'La Diablesa', que consiste en una cruz situada sobre un globo terráqueo, flanqueado por un esqueleto a un lado y por un diablo con pechos al otro. Esta representación, única en el mundo, de profundo significado alquímico, es un tema repetido todos los años en los noticiarios del país.
La Diablesa
Tallado por el escultor fray Nicolás de Bussy, data de1695 por encargo del Gremio de Labradores y representa, como su propio nombre indica, el Triunfo de la Cruz sobre el pecado y la muerte.
El paso, declarado como Bien de Interés Cultural, lo compone una esfera armilar de más de un metro de diámetro, sobre la que se sitúa una espesa atmósfera de nubes blancas en las que pululan ángeles. Corona el conjunto la Cruz con un sudario. En la base, sentados en el suelo, un esqueleto humano sobre un reloj por el que no transcurre el tiempo, y un demonio con formas de mujer con una manzana en la mano, cuyas extremidades inferiores se entrecruzan y rodean la esfera.
Desfila a hombros en la Procesión del Santo Entierro de Cristo, portada por los costaleros del Rincón de Bonanza. Por tradición, La Diablesa tiene prohibido entrar a los templos, por lo que al llegar a la Catedral sigue por la Calle Mayor mientras el resto va por el interior del templo. Será cerca de la plaza Marqués de Rafal cuando se reincorpore y continúe el desfile procesional.
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