El sector del limón se prepara para un escenario con un 17% menos de agua

La merma del 17,57% corresponde a las cuencas del Segura, Júcar y Mediterránea Andaluza. En el caso específico del Segura, dicha reducción se eleva al 19,6%. Ailimpo considera que la perspectiva para disponer de agua desalada «será mayor en el futuro», aunque de momento anota los incrementos de producción previstos por el Ministerio para la Transición Ecológica para tratar de compensar el recorte al Trasvase, aunque sus cifras no coinciden con las del Sindicato de Central de Regantes del acueducto.

El cultivo de limón representa aproximadamente el 17% de la superficie total de la zona regable de la cuenca del Segura y la merma de recursos hídricos le afectará en la misma proporción que al resto de productos, explicó Antonio Hernández, uno de los autores del estudio. Se trata del primer sector que realiza un análisis pormenorizado para saber de cuánta agua dispondrá hasta el año 2039, con el objetivo de informar también a sus clientes nacionales e internacionales, que quieren tener asegurado el producto.

Los representantes de Ailimpo consideran que podría reducirse también la producción y la superficie de cultivo de limón, aunque esta no puede ser cuantificada porque depende de diversos factores: en primer lugar, el hecho de que en situaciones de sequía se recortan primero los cultivos hortícolas, ya que resulta más fácil para los productores desplazarse a otras zonas. También se puede reducir el número de cosechas. Siempre se trata de salvaguardar el arbolado, más difícil y costoso de reemplazar.

En este sentido, el informe indica que ante un escenario de disminución de agua, «es muy probable que se prioricen los recursos para el mantenimiento de los cultivos permanentes, ya que la falta de agua provocarían efectos irreversibles sobre los árboles, llegando incluso a causarles la muerte». Recalca que el impacto de la reducción de recursos hídricos en las producciones de cultivos de temporada (hortalizas) «siempre ha sido más severo» que en el caso de los cultivos permanentes (frutales y cítricos). La superficie de limonero cultivada en la cuenca del Segura es de 41.100 hectáreas, que representa el 81,5% de la producción total de España.

Ailimpo considera que se abre «un nuevo escenario de 'mix' de agua que será necesario analizar en cuanto a su impacto en los cultivos». En el horizonte del año 2039, ese mix será el siguiente: las aguas superficiales representarán el 34%, las subterráneas el 24% y las regeneradas el 12%, mientras que las desaladas y las procedentes de otras cuencas supondrían el 20% y el 10%, respectivamente. Descienden los trasvases y las aguas subterráneas,

La principal conclusión del estudio es que la disponibilidad de agua de riego en todas las cuencas hidrográficas productoras de limón se podrían ver reducida (en comparación con 2021) en un 17,57% en el año 2027 y en un 18,69% en el horizonte de 2039, como consecuencia de los menores aportes de las aguas subterráneas y del agua procedente del Trasvase Tajo-Segura.

En el primer caso, recuerda que la previsible reducción de las aguas subterráneas en el futuro «es consecuencia del uso intensivo de este recurso en los últimos años, que ha provocado una disminución de los volúmenes de agua almacenados en el subsuelo y, en muchos casos, la intrusión de aguas salinas en los acuíferos costeros. De ahí que, con el objetivo de recuperar esas masas de agua tanto en cantidad como para mejorar su calidad, los planes hidrológicos contemplan una reducción de los usos actuales para regadío en los dos horizontes futuros planteados».

En cuanto al Tajo-Segura, las transferencias al Levante se reducirán a causa del aumento de los caudales ecológicos indicados en el Plan de Cuenca del Tajo. Según el Sindicato de Regantes (Scrats), su disponibilidad será menor en 103,5 hectómetros.

En cifras totales, la previsión para el año 2039 es que la disponibilidad de agua de riego en las zonas de producción de limón sea de 1.478 hectómetros, reduciéndose en un 18,69% con respecto a los actuales (339,7 hectómetros menos). La principal caída será de las aguas subterráneas (un 44,37% menos y 279,86 hm3). También es importante la disminución de los trasvases en un 40,9% (-108,23 hm3). Siguen aumentando las previsiones de agua desalada (+66,58 hm3), «pero solo ayudarán a compensar en una pequeña proporción la disminución de recursos subterráneos y de otras cuencas», indica Ailimpo.

Aunque aún no conocen el alcance real de la reducción de recursos hídricos disponibles en las cuencas donde cultivan limones, los productores ya están mejorando el aprovechamiento del agua y reduciendo su consumo en muchos casos más de un 30%, y así estar preparados ante los escenarios posibles, señala el estudio. Entre las medidas figura el riego deficitario controlado, con dosis de agua por debajo de las que necesita el limón, y aplicadas en fases muy concretas del cultivo.

Esta técnica es útil como medida de emergencia para la subsistencia del limón, pero su aplicación durante muchas campañas ocasiona pérdidas importantes en la productividad, por lo que no se puede prolongar durante muchos años. Con este sistema, en el limón se consigue reducir el consumo de agua de 6.000 a 4.000 metros cúbicos por hectárea y año. Otra medida es el monitoreo de la humedad del suelo, lo cual permite reducir entre un 20% y un 30% la cantidad de agua empleada en los cítricos. Esta técnica se va extendiendo cada vez más, sobre todo en el Campo de Cartagena y en diversos productos.

En las fincas de cítricos también se instalan plásticos de acolchado en el suelo, lo cual reduce las pérdidas de agua por evaporación. Dado que el plástico utilizado es de color negro, se impide el crecimiento de las malas hierbas que dejan de competir por el agua y los nutrientes con el árbol. Asimismo, la mayoría de explotaciones cuentan con una o varias balsas de riego donde se almacena el agua para poder disponer de ella en el momento de la irrigación. Existen diferentes sistemas de cobertura que evitan la pérdida por evaporación, que suelen oscilar entre el 20% y el 30%. Por último, se trata de aumentar la capacidad de retención de agua en el suelo con prácticas de agricultura regenerativa para la conservación del suelo. Contribuye, además, a fijar CO2.