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El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, no convenció ayer de su compromiso con el Trasvase a los regantes murcianos, que se fueron del encuentro en Molina de Segura igual de recelosos que llegaron. Algunos de los representantes del sector agrario, como los de Fecoam, Proexport, Asaja y los regantes tradicionales, ni siquiera acudieron a la reunión, que terminó con miradas y frases de desconfianza y cierta tibieza en las declaraciones.
El encuentro de los regantes con el líder socialista había sido convocada por el PSOE murciano para tratar de apaciguar la tormenta desatada por Sánchez al anunciar que el objetivo de su partido es acabar con los trasvases y apostar por las desaladoras. El líder socialista también puso en cuestión la continuidad del acueducto Tajo-Segura, que sería cerrado de acuerdo con la política hídrica del PSOE nacional. «Nuestro objetivo es el fin de los trasvases y apostar por las desaladoras. Ha llegado el momento de poner fin a la improvisación. No hay que hacer política con el agua, sino una política del agua», escribió Sánchez en su cuenta de Twitter, reproduciendo el mensaje que lanzó el jueves anterior en un mitin del PSOE en Albacete. El forzado encuentro de ayer no cumplió el objetivo, al menos, a juicio de los regantes, ni desterró el eco de esas declaraciones.
El presidente del Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura (Scrats), Lucas Jiménez, se mostró molesto tras la reunión con Sánchez por su poca claridad y contundencia, y le reclamó, un «pronunciamiento claro» y público en defensa del Trasvase Tajo-Segura, que confiaba hiciera en el mitin posterior. El presidente del Scrats aseguró a la salida del encuentro que, aunque Sánchez «se ha comprometido a mantener el Tajo-Segura, le he pedido que diga en público que no se toca». Además, a Jiménez no le quedó «claro» tras la reunión si el líder socialista aboga por sustituir el agua procedente de la cabecera del Tajo por los caudales que produzcan las desalinizadoras. «No vamos a dar un paso atrás y no pensamos renunciar a un metro cúbico de agua del Trasvase por desalación», insistió. Para Jiménez, la reunión mantenida podría esconder una «'parte b', es mi sensación. Temo que, con el incremento del aprovechamiento de la desalación, pueda haber una merma del caudal del Trasvase Tajo-Segura. También quedan dudas cuando se habla de autosuficiencia hídrica, porque hablar de autosuficiencia hídrica en la cuenca del Ebro es fácil, porque hay recursos suficientes, pero hablar de autosuficiencia de la cuenca más deficitaria de Europa es muy diferente».
Las palabras que Sánchez pronunció en el mitin posterior acerca del acueducto no fueron tampoco todo lo contundentes que los regantes esperaban. Ya en el centro cultural y arropado por los militantes y líderes del PSOE que asistieron al acto, el líder socialista dijo: «Las infraestructuras existentes, también el Tajo-Segura, van a continuar teniendo su papel mientras el agua sea un recurso disponible», zanjó la cuestión entre los aplausos de los socialistas, que han pasado una semana complicada tratando de apaciguar los ánimos de los regantes y en el seno de su propio partido.
«Respeto mucho más ahora a Diego, porque ha defendido ante todo a la Región de Murcia y ha demostrado que será un buen presidente de la Región», apuntó Sánchez, antes de comprometerse a que «a Murcia no le va a faltar agua» en caso de ser presidente del Gobierno central. Sánchez se comprometió, además, a aumentar y diversificar la oferta de recursos en la cuenca del Segura, incluyendo la desalación, así como a «blindar la gestión» de la política hídrica, al tiempo que volvió a «tender la mano» al PP para llegar a un acuerdo estatal que «dé estabilidad a los territorios que la necesiten».
Unas declaraciones que, para los regantes, no son lo tajantes que ellos esperaban, por lo que tampoco cierran la crisis abierta después de su mitin en Albacete y de la reproducción de sus palabras en su cuenta de Twitter. De hecho, los regantes esperaban también que su compromiso en Murcia se reflejara ayer en su cuenta de la red social, y, según resaltó Jiménez, «no fue así. Ha perdido una oportunidad para ser claro», sentenció.
La visita de Sánchez a la Región ayer para asistir al mitin en Molina de Segura estaba programada antes de la polémica, y era aguardada por los socialistas murcianos, descolocados por las declaraciones de Sánchez. Tras zanjar la polémica por el Trasvase, el líder socialista se refirió a otras cuestiones de la actualidad política nacional, y reprochó que a Ciudadanos «le tiembla el pulso» y elige PP antes que «limpieza» en la Comunidad de Madrid.
«No le pedimos el voto a favor a Rivera, con la abstención nos vale para que Madrid tenga un presidente digno como Gabilondo», dijo el secretario general del PSOE, quien reivindicó a su formación como el «partido del Estado autonómico», frente a las formaciones que están «estirando el chicle», apostando por la «recentralización y por «anular la diversidad territorial». Hizo hincapié también en el compromiso de su partido para derogar la reforma laboral, y criticó la crisis de confianza que se «ha quebrado» por casos como los de «los 600 millones de la desaladora. Hay que asumir la responsabilidad política de cada uno. Yo dimití y la asumí porque no podía traicionar la confianza de los que la depositaron en mí apoyando a Mariano Rajoy».
El delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha, José Julián Gregorio, abrió ayer otra polémica al remarcar en Mora (Toledo) que «gracias al trabajo de María Dolores de Cospedal de subir a 400 hectómetros cúbicos [las reservas en los embalses de cabecera] se han conseguido evitar once trasvases, y eso lo ha hecho el Partido Popular, no lo ha hecho García-Page, que es el principal culpable de lo que está pasando con los trasvases en Castilla-La Mancha». Gregorio atribuyó todo el mérito a la expresidenta de Castilla-La Mancha, de su mismo partido, y criticó a su sucesor, el socialista Emiliano García-Page, del que dijo que es «el mayor enemigo de la economía de Castilla-La Mancha» y para el que pidió su dimisión.
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