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El chico llevaba semanas muy irritado. Por el barrio corría un rumor que, a su entender, suponía un agravio a su honor. A sus oídos ... había llegado que una joven, conocida suya, iba diciendo que el hijo que esperaba su mujer no era de él, sino de una pareja anterior, hermano de la chica. El supuesto bulo le hacía perder los nervios y cuando se cruzaba con ella, le exigía que dejase de difundir esa historia bajo supuestas amenazas.
Cuando esto ocurría, la adolescente, la menor de la familia, llegaba a su casa llorando y asustada. Algo así ocurrió la tarde del 8 de noviembre de 2017. Cansada de ver a su hija en ese estado, la madre de la joven acudió, acompañada de varios de sus vástagos, al domicilio del chico para hablar con el padre por el problema surgido entre los hijos pequeños de ambas familias. En la vivienda, únicamente se encontraba el joven.
–Cuando vuelva tu padre dile que venga a mi casa, que quiero hablar con él, le dijo la mujer al joven.
Este, que tuvo la impresión de que la visita no era de cortesía, le dijo a su progenitor y a sus hermanos que la familia A. F. se había personado en su domicilio con actitud violenta, preguntando por el cabeza de familia y que le había dicho que querían que fuera a su casa para solucionar un problema.
Los varones de la familia R. L., el hombre y cinco de sus hijos, se subieron en varios coches y se dirigieron hasta la vivienda de la otra familia, situada en la calle Calabardina, en Águilas.
Los testimonios de lo que ocurrió esa tarde de puñetazos, palos, garrotes, navajas y sangre es la crónica de la muerte de Ginés R. L. a cuchilladas, en el transcurso de una reyerta entre dos familias enfrentadas por un rumor difundido en el barrio y por la ira del honor manchado.
Cuando los seis miembros de la familia R. L. llegaron a la casa del otro clan, todos se bajaron de los vehículos.
«Estaba en la puerta y vi aparecer dos coches en los que viajaban Ginés y cinco de sus hijos. Descendieron con palos en las manos y profiriendo gritos. Ante esta situación, ayudé a mi madre y a mi mujer a meter a los niños al interior de la vivienda. En la puerta de entrada únicamente se quedó mi cuñado, David M.», manifestó un miembro de la familia A. F. Por su parte, David M. relató a los guardias civiles que se encontraba en la puerta de la casa cuando vio seis hombres bajar de los coches.
–«¡Puto payo!», aseguró el acusado que le dijeron, mientras le golpeaban en la cabeza.
Acto seguido, afirmó que consiguió meterse en el interior de la vivienda logrando que cesara la agresión. Horas después, y ante el conocimiento de que le estaba buscando la Guardia Civil por su participación en la pelea y por ser sospechoso de haber dado muerte a Ginés, se entregó en el cuartel de la Benemérita.
Diego R. L., hijo de Ginés, fue la otra víctima que resultó con heridas de gravedad. Recibió varias puñaladas en el cuello y en la espalda, pero sobrevivió. «Cuando llegamos a su casa, empezamos a discutir con ellos y David M. sacó una navaja de 25 o 30 centímetros de hoja e intentó agredirnos. Se la clavó a mi padre Ginés en el costado y a mí en la espalda y el cuello», relató. Para defenderse de la agresión, manifestó que le golpeó con un palo en la cabeza a David.
Otro integrante de este clan declaró que miembros de la familia A. F. sujetaron a su padre para que David M. pudiera clavarle la navaja. Hubo otro testimonio, no obstante, que recordó que Ginés recibió la puñalada mortal cuando se abalanzó sobre David, «para intentar quitarle la navaja que portaba». El hijo adolescente de Ginés, sobre el que circulaban los rumores de su falsa paternidad, señaló que momentos antes del ataque con esa arma, un miembro de los A. F. le dio 'la siete muelles' a su cuñado David M.: «Toma, mátalo», le dijo.
Pocos vecinos asomaron la cara a la calle para ver qué ocurría. Sobre ambas familias había un «temeroso respeto» y nadie quería ver más allá de lo que luego tuviera que hablar y arrepentirse. Solo una vecina manifestó que cuando se encontraba en su vivienda comenzó a escuchar ruidos y gritos fuertes provenientes de la calle. Se asomó por la ventana y vio a David M. con un cuchillo, «como el de Curro Jiménez», a la vez que observó al hijo del fallecido cómo le pegaba con un palo en la cabeza al propio agresor. Explicó que durante todo ese tiempo había un hombre tendido en el suelo. También advirtió que, poco después, «David M. le hizo cortes en el cuello a un hijo del fallecido». Y así, con la calle teñida de rojo, el agresor huyó en un coche.
«Sobre las 18.00 horas del miércoles 8 de noviembre de 2017, desplazadas patrullas del puesto principal de la Guardia Civil y de Policía Local de Águilas a la dirección facilitada, se pudo observar cómo en la calle Calabardina, en el suelo, había un gran charco de sangre, así como varios palos de madera y una navaja en las proximidades. Por ese motivo procedimos a acordonar la zona para poder salvaguardar el lugar de los hechos y poder recoger las pruebas e indicios durante la realización de la inspección técnico ocular». Así comienza el atestado de la Benemérita sobre los momentos posteriores a la agresión mortal.
Los testimonios que los agentes recogieron en la escena del crimen informaban de que se había producido una reyerta entre componentes de dos familias de la zona, llegando a herirse mutuamente entre ellos. Uno de ellos tenía una brecha en la cabeza y otros dos habían sido alcanzados por un arma blanca.
Los guardias civiles se pusieron en contacto con el centro de salud, donde habían acudido los heridos. Allí, los sanitarios confirmaron que un hombre y su hijo habían sido atendidos por heridas de arma blanca y, ante la gravedad de las lesiones, los derivaron al hospital Rafael Méndez de Lorca. Sergio logró superar las heridas, pero Ginés falleció ante los gritos desgarradores de la treintena de familiares que aguardaron en la puerta del centro sanitario, clamando venganza.
Tras la detención de David M. y con todas las diligencias sobre la mesa, la Fiscalía reclamó para él penas que sumaban 19 años de prisión como autor de un delito de homicidio consumado. Durante el juicio con jurado popular por el homicidio de Ginés R. L., celebrado en enero de 2020, David M. reconoció haber golpeado «con un objeto que encontré en el suelo a Ginés», aunque no especificó qué tipo de objeto era. «No sé si era un palo o una navaja. Cogí algo que encontré mientras estaba recibiendo patadas en el suelo».
El jurado declaró culpable a David M. de matar a Ginés y de la tentativa de homicidio de Diego. No vio acreditado que su cuñado, Manuel A. F., le diera la navaja con la que acabó con la vida del cabeza de familia. En la causa también se imputó a Diego R. L. por un delito de lesiones al golpear en la cabeza a David. El abogado de la acusación particular, Eduardo Simó, logró que quedara absuelto de tal acusación, al entender el jurado popular que no quedó probado el delito. Fue este letrado el que incorporó a la acusación de David el delito de homicidio en grado de tentativa por las puñaladas al hijo de Ginés.
Finalmente, la Audiencia Provincial de Murcia condenó el año pasado a trece años de prisión a David M., quien actualmente cumple la condena en la prisión de Campos del Río.
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