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Antonio Martínez, durante la recolección de su finca de limoneros de El Esparragal. Javier Carrión / AGM
«Este año es una ruina, pero hay que limpiar los árboles»

«Este año es una ruina, pero hay que limpiar los árboles»

El dueño de una finca de limoneros lamenta que esta temporada ha vendido su cosecha al precio más bajo que recuerda desde hace casi una década

Lunes, 25 de febrero 2019, 17:41

Antonio Martínez observa con resignación cómo se lleva a cabo la recolección de su cosecha de limón fino, que se extiende por ocho imponentes tahúllas de huerto, lo que equivale a casi 9.000 metros cuadrados de terreno. A pesar de que va a volver a recoger el fruto de su trabajo durante más de treinta años –cuando compró por unos cuatro millones de las antiguas pesetas la finca que posee en un lugar privilegiado de la pedanía murciana de El Esparragal– este agricultor de 74 años no se muestra nada optimista cuando hace balance de esta campaña, en la que asegura que no va a cubrir los costes de producción.

«Este año es una ruina, pero hay que limpiar los árboles», explica, mientras relata que ha cerrado un corte que cobrará a 15 céntimos el kilo, lo que podría equivaler a unos 6.000 euros, si de sus 200 limoneros salen los 40.000 kilos que ha previsto haciendo sus cálculos. Lamenta que se trata del precio más bajo desde hace casi una década y, aunque es consciente de que en la agricultura «hay años peores y años mejores», este hombre natural de Zarandona recuerda con nostalgia aquellas temporadas en las que vendía sus limones, según sus palabras, «hasta a 60 céntimos el kilo». Eso sí, en el almacén de destino hablan de precios que han llegado a superar el euro.

«¿Qué voy a hacer yo con los limones?», se pregunta entonando un profundo 'quejío' y dejando muy claro que no tiene intención de vender su finca: «¿Para qué? Si luego vendes la tierra, metes las 'perras' en el banco y no te dan nada». Mientras Antonio reflexiona sobre el futuro de sus limoneros, su mujer y una de sus hijas le escuchan atentamente. «Los jóvenes no tienen ganas de trabajar en el campo y los viejos ya no podemos», destaca. «Esto es lo más desgraciado que hay. No sé si estás soltera o casada –comenta a esta periodista–, pero si se te arrima alguno que sea agricultor, dile que no te interesa», bromea sin quitar ojo a las capazas cargadas de limones que salen sin cesar de su huerto.

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