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Pese a que todavía no han salido a la luz las predicciones anuales de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica (SEAIC), José Damián López, jefe de servicio de dicha disciplina en el hospital Virgen de La Arrixaca, vaticina una primavera «fuerte» en la ... que «vamos a estar más tiempo expuestos» al polen.
Esto viene propiciado, explica, por la falta de lluvias y las elevadas temperaturas para la época del año en la que nos encontramos. La parte positiva, según López, es que ese aumento de la exposición «quizá será a concentraciones menos intensas que si hubiese habido lluvias este invierno».
Juan Carlos Miralles, jefe de Alergología del Reina Sofía, no notifica «de momento» que se haya adelantado el pico estacional de la primavera. Sin embargo, sí reconoce que hay pacientes «con síntomas» en estos meses de enero y febrero y que están íntimamente ligados a la alergia al ciprés, que es «un polen de otoño-invierno y de inicio de primavera».
El pico de pólenes en la Región se suele alcanzar en primavera, «sobre todo entre mitad de abril y mitad de junio», especifica Miralles. Es entonces cuando polinizan el olivo, «que es el polen más importante», las quenopodiáceas y las gramíneas. Además, en la Región hay «otro pico a finales de verano asociado a las quenopodiáceas», añade. López señala «marzo o abril» como los meses en los que prevé que «se alcanzará el pico», aunque «ya se va acercando» .
Con respecto al año pasado, Miralles menciona una diferencia evidente que puede hacerse notar en pacientes con este tipo de patologías, ya que «la mascarilla en exteriores contribuyó a disminuir la intensidad de los síntomas». Ahora, en cambio, al no ser obligatoria, los afectados «la utilizarán probablemente menos y pueden notar más lo síntomas».
López, por su parte, recuerda que en la Región de Murcia «un problema relevante es la sensibilización a proteínas presentes en el polen y en alimentos de origen vegetal». Este tipo de incidentes «que vemos con frecuencia» causan simultáneamente «problemas respiratorios y reacciones con alimentos, en algún caso graves».
Asimismo, calcula que «entre el 25% y el 30% de la población está sensibilizado a algún factor ambiental»; es decir son alérgicos. La sintomatología predominante es la rinoconjuntivitis, aunque algunas personas «desarrollan también un cierto grado de asma bronquial».
Para todos ellos, señala, hay tratamientos eficaces, como antihistamínicos y antiinflamatorios –estos últimos se suelen utilizar en spray–. Además, recomienda visitar al alergólogo porque «se puede comenzar un tratamiento individualizado con vacuna antialérgica», lo cual, a medio plazo, «puede mejorar bastante la calidad de vida de las personas afectadas».
Miralles reconoce que, con «las variantes previas de coronavirus», los síntomas eran «en general más intensos, tales como fiebre, cansancio, dolores musculares, pérdida de olfato o tos». Sin embargo, la cepa actual suele producir «síntomas leves en la mayoría de pacientes que podrían parecerse algo más a la alergia o incluso ser asintomáticos».
No obstante, recuerda que la alergia al polen suele manifestarse «con picor de ojos y nariz, lagrimeo, estornudos y mucosidad acuosa, con lo que suele ser diferenciable».
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