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Hace unos tres años que 'Pipper' apareció en la vida de Pablo Muñoz para ponerla patas arriba. Sin quererlo, el can hizo que su dueño reconectase consigo mismo, con la naturaleza, con la vida. Una auténtica, bella e involuntaria revolución que le hizo «pasar más tiempo en la calle, conocer gente, hacer mucho menos caso a las redes sociales», cuenta el dueño, «en definitiva, los perros nos hacen más personas».
Este periodista, que nunca había tenido una mascota canina, descubrió al tener a 'Pipper' que «hay muchas limitaciones para hacer vida diaria con el perro. Ya no solo para ir a los restaurantes, sino para entrar a Correos, para hacer cualquier trámite en el Ayuntamiento... No están integrados en la vida diaria». Fue entonces cuando empezó a pensar cómo podía él contribuir a cambiar esta realidad, «qué podía hacer yo, en el ámbito de la comunicación, que es lo mío, para concienciar a la sociedad en esta integración».
Así, se le ocurrió dar la vuelta a España con 'Pipper'. Un 'tour' que comenzaron en Salamanca, «porque la Junta de Castilla y León había nombrado a 'Pipper' embajador turístico de la Comunidad». Desde entonces, han pasado por trece autonomías y visitado más de treinta ciudades hasta llegar a la Región, que se ha convertido en su parada número 32. Correa en mano, Pablo y 'Pipper' recorrieron ayer algunas calles de la ciudad, pero todavía no pueden emitir un veredicto sobre lo 'dogfriendly' que es la capital de la Región.
Lo que sí destaca Pablo es que en Murcia hay una tasa de hoteles que aceptan perros muy superior a la media nacional: «En España solo el 18% de los alojamientos aceptan mascotas. Pero en la Región ese porcentaje es más o menos del 35% y se acerca mucho al nivel europeo, que está en un 38%». Además de esta ventaja, a Pablo y a 'Pipper' también les gusta que en la Región «haya seis playas a las que podemos ir durante todo el año, y no como pasa en otros sitios, que solo pueden ir los perros en invierno».
En el lado contrario, como asignaturas pendientes de la capital murciana, el periodista destaca la poca oferta amiga de los canes en restauración, o que los perros «todavía no pueden subir al tranvía, mientras que sí lo permiten en otras ciudades que tienen este medio de transporte, como Barcelona o Vitoria. Tampoco pueden subir a los autobuses urbanos, como sí pueden hacerlo por ejemplo hasta en ocho líneas de Palma de Mallorca».
La cuestión del transporte es muy importante para Pablo y muchos dueños de canes, «porque nos limita mucho la capacidad de movimiento por las ciudades». Además, como otro aspecto en el que la ciudad podría mejorar, el periodista destaca que «no se puede visitar el interior de ninguna atracción turística con el perro, cosa que sí se puede hacer con algunos monumentos de Barcelona, León o San Sebastián».
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