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«¡Hemos salido con un acuerdo, hemos salido con un acuerdo...!», repetía Miguel Garaulet sin dar crédito a lo que había sucedido en el Pleno. «No entiendo qué ha pasado». El diputado de Ciudadanos tenía el rostro desencajado al sentirse burlado por el boicot de los cuatro diputados de la ultraderecha. Garaulet y su partido habían asumido un gran desgaste -atrayendo el foco de la política nacional hasta la Región de Murcia- cediendo a última hora para sentarse a hablar con Vox.
La misma perplejidad mostraban Teodoro García y José Miguel Luengo, descolocados ante la negativa de Vox -su ala más dura- para investir a López Miras. Todos se 'tragaron' en vivo y en directo el rechazo de los diputados de Abascal, en presencia de Luis Gestoso como secretario del grupo y principal negociador. Este tuvo su segundo día de gloria como centro de atención política.
El acuerdo 'in extremis' al que habían llegado los tres partidos, según explicaron Garaulet y Luengo, consistía en que López Miras e Isabel Franco reconocerían en sus respectivos discursos en la tribuna, y para que constara en el acta parlamentaria, que aceptaban diez puntos finales propuestos por Vox después de una maratoniana jornada de reuniones en la Asamblea Regional. López Miras se comprometía incluso a aplicarlos a lo largo de la legislatura, sin que Cs se opusiera porque el grado de coincidencia era del 95%.
Fuentes del Gobierno regional explicaron que a las 19.20 horas, antes de iniciarse el Pleno, Teodoro García, López Miras y miembros del PP hablaron con Santiago Abascal -por el manos libres- y obtuvieron el compromiso de este para apoyar la investidura con la abstención.
En las filas del PP y Cs daban por seguro que los cuatro diputados de Vox -conducidos 'in situ' por Luis Gestoso- iban a actuar en consecuencia, pero la sorpresa fue mayúscula. Previamente, el portavoz del grupo, Juan José Liarte, fue preguntado por 'La Verdad' sobre el contenido de su discurso: «Voy a improvisar», contestó, dejando una gran incógnita a pocos minutos del inicio de la sesión, que reunió a numeroso público e invitados debido a la enorme expectación que se había levantado.
La Región de Murcia fue ayer el centro de la política nacional porque reunía todos los ingredientes: suspense político, las tensas relaciones entre Ciudadanos y Vox, que se intercambiaron el día antes un fuego granado en las redes, y sobre todo el hecho de que ambos partidos se sentaran a dialogar. Murcia era en ese momento el 'laboratorio' que podía desatascar también el 'impasse' en la Comunidad de Madrid.
Las 24 horas previas al Pleno fueron frenéticas. Luis Gestoso viajó el miércoles a Madrid a recibir instrucciones de la dirección nacional mientras cruzaba conversaciones al teléfono con José Miguel Luengo, que no mostraban avances. Por la noche, Teodoro García cenó en una céntrica plaza de Murcia con Fernando López Miras y otros dirigentes del PP mostrando cierto optimismo sobre el día clave. Había conseguido que la dirección nacional de Ciudadanos permitiera a Miguel Garaulet sentarse a hablar con Vox en la Asamblea.
Hasta ese momento, la formación naranja estaba cerrada a cal y canto a un encuentro con Vox, y así lo expresó Garaulet en la entrevista de concedió a 'La Verdad', indicando además que no iban a mover un músculo para que Vox se abstuviera.
El secretario general del PP consideró como un primer triunfo, y como un buen signo del desenlace final, que Ciudadanos se sentara con Vox, que era lo que la formación de Abascal estaba exigiendo por boca de Luis Gestoso, que quería saber qué iban a hacer el PP y la formación naranja con sus votos.
Lo que inicialmente parecía una negociaciación a dos bandas, se convirtió en el esperado encuentro entre los tres partidos, con el consiguiente coste político para Ciudadanos. De hecho, su presidente nacional, Albert Rivera, tuvo que sortear con incomodo las preguntas sobre esta cita a tres, diciendo que se trataba de una reunión parlamentaria.
Sobre las 10.30 de la mañana, Teodoro García colgó en su cuenta de Twitter una foto de su entrada en la Asamblea junto a Luengo: « Si nos pusimos de acuerdo en Andalucía, podremos conseguirlo en la #RegiónDeMurcia», escribió. En un despachó se reunieron con Miguel Garaulet y con un séquito de Vox integrado por Luis Gestoso, Pascual Salvador y el diputado nacional Joaquín Robles. El guión consistía en que Garaulet explicara el contenido del pacto con el PP y las 72 medidas acordadas. Unos y otros empezaron a casar estas propuestas con las de Vox, hasta lograr un 95% de coincidencias programáticas, según reconoció después Liarte en el Pleno.
«Va para largo, aún estamos avanzando...», informó García a las 12,42 horas. Después, Vox dio la primera sorpresa de la jornada levantándose de la mesa tras recibir una llamada de Madrid, al sentirse ofendido porque Juan Carlos Girauta dijo que se trataba de una reunión para «tomar un café». Una excusa sin consistencia para los demás interlocutores.
Durante las cinco horas de la reunión a tres bandas, Vox pidió varias consejerías y el puesto de senador autonómico, pero la situación se recondujo hacia el programa. Vox exigió que se firmara un acuerdo conjunto, mientras que el PP propuso el modelo navarro: pactar un documento por separado con Cs y Vox, como había hecho en Pamplona con UPN y Ciudadanos. Según los populares y naranjas, la firma de un documento conjunto había quedado soslayada.
Teodoro García atribuyó a la tensión del momento el desplante de Vox y anunció que volverían a hablar por la tarde por separado, como así ocurrió, una vez calmados los ánimos. La presión sobre los negociadores era máxima, puesto que a lo largo de la mañana se sucedieron las declaraciones cruzadas de Santiago Abascal, Girauta y Javier Maroto.
El capítulo final se cerró con un acuerdo en el que Vox iba a abstenerse, después de que Miras e Isabel Franco cumplieran su parte: darle empaque institucional a las diez propuestas de Vox, con la bendición de «lo más alto» de la dirección nacional, sostienen populares y naranjas.
La situación cambió de repente cuando el portavoz de Vox dijo en la tribuna que no iban a apoyar a López Miras, y que tenía que esperar para formar gobierno. Liarte dio una larga cambiada: empezó alabando «la lección de democracia» que había dado Cs y que estaban en un 95% de acuerdo con el programa, pero arremetió contra la dirección nacional de Cs para tratar de justificar el no. Nadie entendió las verdaderas razones. Algunos lo atribuyen a que Abascal utiliza Murcia como advertencia para presionar en la Comunidad de Madrid. Otros, a cuestiones más prosaicas. López Miras empezó a enviar tuits a sus compañeros sin dar crédito a lo que ocurría. Reventada la investidura con los votos en contra del ala más dura de Vox, junto al PSOE y Podemos, el gobierno de centro derecha, si lo hay, tendrá que esperar tres semanas.
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