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El día que Rafael pasó a ser «don Rafael» para su banco

Miércoles, 19 de junio 2019, 08:04

«Si me pinchan no me sacan sangre». Así se sintió Rafael Jiménez el único día que tuvo que acudir «sin cita ni nada» al Servicio de Orientación y Mediación Hipotecaria, hace ahora dos años. «Pasmado» por la reacción de los responsables de la oficina, del abogado que le atendió. Que no fue de diez. «Fue de once», califica. La asistente social le había advertido de que los más de seis impagos que acumulaba sobre su humilde hipoteca, y que sumaban un importe que rondaba los mil euros, podían suponer un aviso de desahucio inminente. «Y en el banco solo me ponían buena cara y me daban largas», protesta Jiménez (nombre ficticio), que ronda los 50 años y que tiene tres hijos. Este autónomo, que pasaba por una mala época como consecuencia de la falta de ingresos en su negocio de venta ambulante, acudió «muy agobiado», pero salió de la oficina dirigida por Luis Carlos Cuesta con fuerzas renovadas. «El abogado que me atendió en el servicio habló con el director de mi banco para interesarse por mi situación. Y el director de mi banco le dijo que la deuda ya tenía un recargo, que se había elevado a más de 2.000 euros, y que iban a por la casa. Lo escuché todo porque el abogado había puesto el manos libres. Se me cayó el mundo encima», rememora.

Sin embargo, la respuesta del mediador no pudo ser «más contundente. Delante de mí, le dijo con todo el peso de la ley que no podían desahuciarnos, que estábamos en situación de vulnerabilidad. Se lo dijo con mucho carácter», recuerda Rafael. En definitiva, los responsables del Servicio de Mediación movieron los hilos necesarios con el banco para que, al lunes siguiente, la situación que vivió Rafael Martínez en la oficina bancaria fuera «surrealista. De ciencia ficción. El mismo hombre que no me hacía caso nunca, que me veía y se hacía el loco, salió a recibirme y me llamó 'don Rafael'». Fue el día en que cambió todo, y Rafael Jiménez vio cómo su situación hipotecaria cambiaba radicalmente. En ese mismo instante, ese mismo día, pagó la mitad de la deuda, que terminó de liquidar solo un par de meses después. Ahora, claro, Rafael Jiménez sigue siendo 'don Rafael' cada vez que vuelve a su banco.

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