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Los dos acusados, de espaldas, sentados en el juzgado este martes. Guillermo Carrión / AGM
«Mi prima y su amiga sabían que venían a Murcia a ejercer la prostitución»

«Mi prima y su amiga sabían que venían a Murcia a ejercer la prostitución»

El fiscal pide para la pareja propietaria de un club de alterne siete años de prisión por explotación sexual

Raúl Hernández

Martes, 13 de febrero 2024, 13:43

«Mi prima se puso en contacto conmigo y me dijo que quería venir a España para ejercer la prostitución». Con esta primera afirmación, la acusada de prostituir a varias mujeres, junto a su pareja, en la Sala X, un club de alterne que estaba situado en la autovía del Mar Menor, ya perfilaba en qué sentido iba a dirigir su declaración. F. C. A., una mujer de nacionalidad paraguaya, descargó toda la responsabilidad de haber prostituido a su propia familiar, una de las dos supuestas víctimas. «Me dijo que la ayudara a venir a España, que no quería estar en Paraguay. Sabía perfectamente que venía a ejercer la prostitución. Nadie la obligó», respondió al fiscal cuando le preguntó si compró a su prima un billete de avión de ida y vuelta en abril de 2018.

«Ella se dedicaba a esto. Ya lo había hecho en otros países, en Chile, en Argentina y en Paraguay. Nosotros le compramos el billete para venir a España y nos devolvería el dinero, unos 1.200 euros, poco a poco».

«Pero, ¿ella podía ahorrar ese dinero en España trabajando en otra cosa?», preguntó el fiscal.

«Ella sabía a lo que venía», reiteró la acusada.

El representante del Ministerio Fiscal le preguntó si el motivo de pagarle el pasaje con viaje de ida y vuelta era porque tenía que venir como turista para poder entrar al país. «No. Lo hicimos así porque no sabíamos si se iba a querer quedar. Podría haberse ido cuando ella quisiera», remarcó la procesada.

Por su parte, el otro acusado, A. J. J., el regente del club que gestionaba otros locales de alterne en Málaga y Almería, aseguró que las chicas que trabajaban en la sala solo pagaban 50 euros por el alojamiento en el hostal, más 5 euros por la lavandería. «Nunca les dijimos cuántos servicios debían hacer al día. Ellas mismas gestionaban sus ganancias con los clientes. Las deudas que contraían con nosotros nos las pagaban como ellas querían». Este empresario indicó que no hubo problema alguno en el club, hasta que reunió al personal y les comunicó que iba a cerrar el negocio en un mes. «A partir de ese momento llegaron los problemas». Entre esas dificultades a las que aludió están las amenazas de algunas de las mujeres de denunciarles, entre ellas la prima de la acusada. «La tuvimos que echar porque era muy complicada, mentirosa y conflictiva», apuntó el procesado.

Según el fiscal, en abril de 2018, una de las denunciantes, de 22 años en aquel momento, contactó su prima, la acusada F. C. A. que vivía en ese momento en España con su pareja sentimental, A. J. J., que regentaban el club de alterne Sala X, situado en la autovía del Mar Menor, en la carretera de Baños y Mendigo.

La mujer estaba necesitada de dinero en su país, Paraguay, y habló con su prima, acerca de la necesidad de dinero que tenía para mantener a su hijo y a su madre. Esta le ofreció, según las calificaciones del fiscal, viajar a España para trabajar como limpiadora en el supuesto hotel que esta regentaba, que era la referida Sala X, explicándole que en dicho establecimiento trabajaban mujeres en una barra y que había clientes, pero ratificándole que solo efectuaría labores de limpieza y ayuda en la cafetería, por lo que aceptó. Los acusados le compraron un billete para venir a España desde Paraguay y le dijeron que no se preocupara por el dinero que ya se lo devolverían poco a poco, según pudiera.

«Remitiéndole además 800 euros para que pudiera entrar en nuestro país en calidad de turista, lo cual no era cierto, burlando de este modo las normas de entrada y permanencia en España». Así, el 4 de abril de 2018 aterrizó en el aeropuerto Madrid Barajas y donde los acusados la esperaban para traerla hasta Murcia en coche.

«Una vez aquí y ya en la Sala X, la mujer fue consciente de que el hotel era realmente un lugar destinado a la prostitución, insistiendo en que ella no había venido a España a trabajar de prostituta y solo realizaría trabajos de limpieza. Los procesados le informaron que había generado una deuda que ascendía a 2.220 euros más el viaje por el desplazamiento desde Madrid, que ascendía a 270 euros más y que tendría que abonar con su trabajo», señala el escrito.

La denunciante comenzó a trabajar de limpiadora y asistir en otras labores, pero de este modo le era imposible cubrir la deuda, dado el poco dinero que cobraba y que se quedaba la pareja.

Finalmente, ante las presiones de los acusados que le exigían el pago del dinero, dándole un plazo de tres días para su abono y que no tenía otro sitio a donde ir ni conocía a nadie en el país ni otro modo de conseguir el dinero, accedió a ejercer la prostitución en dicho club. Permaneció allí hasta que creyó que había satisfecho la deuda contraída, cosa que los acusados le negaron, exigiéndole que continuara con su actividad, por lo que se produjo una discusión entre ellos y finalmente, la echaron del establecimiento.

Según el fiscal, durante el tiempo que ejerció la prostitución, la víctima no cobró dinero alguno, ya que los acusados se quedaban el 100% de las ganancias, descontándole además 50 euros por gastos de alojamiento, el importe de las sábanas y multas que le imponían.

Otra mujer, amiga de la primera víctima, vino a España en el mes de mayo con las mismas condiciones y propuestas. Tras recogerla del aeropuerto y trasladarla a la Sala X, los acusados le informaron que su deuda ascendía a 4.900 euros, por lo que comenzó a ejercer la prostitución.

La Policía Nacional hizo un registro en el establecimiento, en una operación contra la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, detuvo a la pareja encargada y clausuró el local.

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