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ANTONIO BOTÍAS
Lunes, 23 de abril 2007, 14:10
Si a alguien le preguntaran cuál es el objeto en movimiento más grande que contiene una casa, pocos concluirían que se trata, en muchos hogares, de la puerta del garaje. Sus dimensiones y su peso constituyen una amenaza cierta para la seguridad de las personas. Y lo preocupante es que, según denuncian las principales empresas dedicadas a la automatización, «el 90% de las puertas que no instalamos los especialistas no cumplen con la normativa vigente».
Nuria Castejón, responsable de un negocio del sector, aclara que en la Región «cualquier persona instala automatismos para las puertas, como pueden ser los cerrajeros, electricistas, e incluso cristaleros...».
En su opinión, esto no constituiría ningún problema si se exigiera, cuando menos, «un carné de instalador similar al que se pide a los electricistas o a quienes se dedican a instalar ascensores. De esta forma, estarían capacitados para proceder a colocar un automatismo». En este sentido, Castejón aclara que colocar una puerta automática requiere «ciertos conocimientos de electrónica, soldadura o medición de las fuerzas de impacto».
Otra de las denuncias de las empresas es que, a menudo, «se instalan puertas sin cumplir con la normativa. Y la razón obedece a que, de esta forma, se puede presupuestar a un precio más bajo y conseguir el encargo»; un ahorro que, a la larga, puede resultar muy caro. Desde la Asociación de Profesionales de Fabricantes e Instaladores de Puertas Automáticas de la Región de Murcia (Afipa) se muestran mas cautos a la hora de valorar el intrusismo en el sector, aunque fuentes de la asociación reconocen que existe y que es necesario «informar a los ciudadanos de los requisitos mínimos que se deben exigir».
Para la fabricación en serie de puertas automáticas, la legislación obliga a pasar diversas pruebas en un laboratorio, que garanticen su seguridad. Sin embargo, aquellas que se realizan por encargo no suelen pasar control alguno, según fuentes próximas al sector. Y si lo hacen, su precio se encarece. O supone un retraso en el plazo de entrega al cliente. Así las cosas, cualquier puerta debe contar con la declaración de que ha sido fabricada según las normas, un manual de uso y cuidado y las garantías que establece la ley.
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