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Sergio Olivares, Carmen Marina Juárez, David Pina y África Guirao muestran sus pancartas para salvar el planeta durante la marcha del viernes en Murcia. Vicente Vicéns / AGM
Prende la semilla de la primavera climática

Prende la semilla de la primavera climática

Niños, adolescentes y jóvenes encabezan acciones y movilizaciones para concienciar a compañeros y adultos con el ejemplo. También exigen a autoridades y grandes empresas medidas urgentes para salvar el planeta

Domingo, 29 de septiembre 2019, 08:07

«Hoy los jóvenes tenemos ese poder, la fuerza para conseguir que la gente cambie sus hábitos», opina África Guirao, una joven de 14 años que ha decidido dar un paso adelante en la lucha para combatir el cambio climático y salvar el planeta. En eso coincide con los cientos de miles de jóvenes que en todo el mundo han decidido poner los pies en el suelo y las manos en la masa para que se obre la transformación que el medio ambiente necesita. Una generación que ha despertado a la 'primavera climática' mirándose al espejo de la primera de las semillas que germinó, la activista sueca Greta Thunberg, y que en la Región de Murcia empieza a brotar con fuerza entre los más jóvenes. «Greta es el ejemplo de que una persona puede marcar la diferencia», afirma David Pina, que a sus 22 años trata de movilizar a sus compañeros de la UMU. El superpoder de todos ellos es la capacidad de contagio a su entorno inmediato.

Progenitores y docentes también se organizan en colectivos, como Madres por el Clima y Teachers for Future, para promover una educación ambiental en todos los centros y etapas

«No queda mucho tiempo, pero hay gente que no se ha dado tanta cuenta de la situación», opina África Guirao. Y advierte: «No voy a juzgar a nadie por lo que piensa, pero todo el mundo puede sumar un poco», añade. Estudiante de 3º de la ESO del IES Alfonso X (Murcia), este verano África convirtió sus paseos vespertinos, con su amiga Lucía, por la playa de La Manga en una forma de «concienciar a la gente». Empezaron recogiendo los plásticos y basuras que encontraban en sus caminatas. Volvían con las manos llenas. Así que decidieron llevarse bolsas y acabaron viéndose seguidas por una marabunta de niños (y padres) que, antes de unírseles, a su paso exclamaban: '¡Estas son las niñas que salvan a las tortugas!'; y las aguardaban con montones de basura que ellos mismos habían recogido. Lo cuenta divertida África, que junto a su inseparable Lucía, optaron por uniformarse con camisetas amarillas y darle nombre al grupo 'El escuadrón amarillo de la playa' (#Beach.YellowSquad) «para que a quienes tiraban los plásticos en la playa les diera vergüenza. Y ocurría. Dejaban de tirarlos. Y animaban a sus hijos a unirse a nosotras. Cada día se venía un grupo distinto de niños. Había un niño de 3 años que quería salvar a los peces».

Satisfecha con lo conseguido -todos los días recogían varias bolsas de basura y han reunido una decena de garrafas de 8 y 10 litros repletas de colillas abandonadas en la arena-, explica que durante los primeros pasos de su aventura encontraron respuestas buenas y malas. «Había gente que nos daba las gracias. Otros que se excusaban diciendo que ellos no habían sido. Pero también había adultos que nos animaban a no perder nuestro tiempo de vacaciones en recoger la basura de otros», recuerda aún un tanto incrédula.

La de África Guirao no es solo una aventura de verano, #Beach.YellowSquad se ha consolidado como un grupo de acción para combatir el cambio climático. De hecho ayer, después de sumar en la manifestación que en Murcia reunió a miles de ciudadanos, la mayoría jóvenes, pasó la mañana limpiando la playa de Los Narejos. «Me apunté al proyecto Libera de Ecoembes y organicé una salida», resume. También ha organizado en su instituto un concurso de arte sobre cambio climático y medio ambiente, para el que ha liado al dibujante Salva Espín (autor del cartel), y ha empezado a dar charlas en otros centros para concienciar a quien no lo está.

Madres por el Clima ha sido para Cintia García «una puerta del cielo abierta. Entre unas y otras nos apoyamos y los padres se van concienciando»

Conxi Arlandis advierte de que «estamos en la cuenta atrás. Hay que actuar y exigir compromisos firmes y urgentes a nivel mundial»

Sin embargo, tanto ella como el resto de jóvenes tienen claro que estos gestos, que ven amplificados en sus casas y en su entorno por el 'efecto contagio', no son suficientes. «Los políticos no reaccionan. Si los jóvenes no hacemos nada, está claro que Trump o el presidente de China, que es el país que más emisiones de CO2 produce, tampoco se van a preocupar». E incide en el poder que tenemos como consumidores frente a las grandes empresas. «Si todos decidimos no consumir Coca-Cola durante un día, seguro que se plantearían retirar los plásticos inmediatamente».

«Propongo parar completamente. El consumismo es un gran problema. Querer tener más lleva a producir más y, cuanto más se produce, peor vamos. No lo necesitamos. Hay que volver a lo antiguo: usar el transporte público, heredar la ropa de los hermanos, los primos o los amigos, soportar la economía local comprando en las tiendas del barrio o en los mercados y comiendo productos de temporada. Y, en el colegio, almorzar sano, frutas y verduras. En mi casa, se hacía lo normal. Nunca se había hablado de estos temas, pero ahora llevo mártires a mis hermanos con que coman menos carne», va detallando algunos de los hábitos que han variado en su casa desde que ella se convirtió en activista medioambiental. «Necesitamos un cambio de mentalidad de los mayores», aboga. «Muchos aún no creen que exista el cambio climático y que es un problema de verdad. Nos quedan 11 años y las emisiones siguen aumentando», recuerda preocupada.

«Una puerta del cielo abierta»

Cintia García, una Madre por el Clima de 25 años, confiesa que su perspectiva ha cambiado por su hijo. «Desde que tenía 3 años, iba por la calle recogiendo latas o basura que encontraba tiradas y las llevaba a las papeleras». Vecina de Guadalupe, asegura que encontrar a otras personas con las mismas inquietudes medioambientales le ha supuesto ver «una puerta del cielo abierta». Siempre ha intentado moverse en bici o en transporte público, reciclar, no usar plásticos de un solo uso, no tirar basura en cualquier lado, comprar la ropa justa y heredar la de su hermana. «Sin saberlo estaba haciendo algo bueno, pero no conocía a nadie muy interesado por el clima o el planeta. En mi familia soy una oveja negra. Nadie me hace caso, me toman por loca». Ahora, Cintia forma parte del movimiento #StopQuemas y se ha sumado a las Madres por el Clima, «entre unas y otras nos apoyamos y, poco a poco, los padres se van concienciando». Aunque, frente a la escasa movilización de los ciudadanos, asegura: «Me indigno y me entra rabia. Están acostumbrados a vivir sin molestarse. El mundo se va a ir a la mierda y no vamos a dejar nada a las generaciones futuras. El planeta es de todos y todos tenemos que hacer por cuidarlo y dejarlo lo mejor posible. No es broma y hay que hacerlo ya, ya, ya».

«Era de los que pensaba que primero las personas y después el planeta. Pero a los 17 me di cuenta de que sin planeta no hay personas», dice David Pina

«Todos estos gestos son cosas pequeñas que suman, pero habría que hacer un cambio radical», defiende Carmen Marina

«Sin planeta, no hay personas»

David Pina (22 años y estudiante de Psicología de la UMU) y abrió los ojos hace 5 años. «Era de los que pensaba que primero las personas y luego el planeta. Pero, a los 17, me di cuenta de que sin planeta no hay personas». A él el empujón se lo dio su hermano, miembro de Greenpeace, que le animó a hacerse voluntario. «Al principio, no hacía nada; era muy tímido. Pero participando en actividades, fui tomando conciencia y aprendiendo para aplicarlo en mi casa». Ahora es vegano, ha reducido al mínimo el uso de plásticos, ha montado con material reciclado un huerto vertical en su terraza y puesto en marcha un huerto ecológico en la Senda de Granada, compra fruta y verdura de temporada y de producción local, se desplaza en bici o caminando y está a punto de unirse a una cooperativa de energías renovables. «Desde que comenzó el movimiento #FridaysforFuture, mucha gente se ha movido. Es este último año se ha visto un aumento notable de gente joven implicada que antes no hacía nada». Voluntario de Greenpeace, ONG con la que trabaja en la formación de niños y adolescentes, «con charlas y talleres», también se ha sumado al movimiento XR (Extinction Rebellion). «Sensibilizamos a pie de calle, hacemos 'performances' para llamar la atención; doy consejos prácticos y la gente que me rodea va cambiando sus hábitos». Pero siempre «predicando con el ejemplo».

Sin embargo, pese a la juventud de todos estos activistas que están removiendo el mundo, no son ingenuos: «Al final, el cambio definitivo va a tener que venir desde arriba», dice refiriéndose a los gobiernos. «Como personas tenemos mucho poder y hay que ejercerlo y actuar como ejemplo. Pero los políticos no van a actuar por el medio ambiente, sino porque la gente lo demande. Los derechos de hoy, son las luchas del ayer», sentencia convencido.

En el despertar de Carmen Marina Juárez (16 años, estudiante de Bachillerato de Arte del IES Floridablanca) y Sergio Olivares (16 años, estudia en el IES Mariano Baquero) ha sido fundamental el proyecto del IES Mariano Baquero, en el que ambos estudiaban hasta el curso pasado. #Lecturassinplastificar les ayudó a tomar conciencia de los problemas del medio ambiente. «Me abrieron los ojos. Estoy muy agradecida», dice Carmen, y Sergio coincide en que eso fue el inicio de su pequeña revolución. En su centro, Carmen promovió que en la comida que celebran por la festividad de Santo Tomás se prohibieran los plásticos de un solo uso, y ahí encontró la colaboración del claustro y del Ayuntamiento, que les facilitó material reutilizable. «Todo esto son cosas pequeñas que suman, pero habría que hacer un cambio radical», afirma Carmen. «Hay que eliminar el uso de plástico, muchos científicos han desarrollado materiales 100% biodegradables que pueden sustituirlo; y regular la producción y consumo de carne; también el consumo de ropa y otras cosas que son totalmente innecesarias», defiende y constata que en su casa se han sumado a su lucha. «Me gustaría que los gobernantes y las grandes empresas se dieran cuenta de que la gente quiere un cambio. Pero hay que salir a la calle, no se puede estar sentando y esperando a que se produzca solo, porque, en pocas palabras, nos morimos».

África, David, Carmen y Sergio no son bichos raros. Su actitud crece y se reproduce entre los más jóvenes. Lo constatan casos como el de Iván Quiñonero, estudiante de Ingeniería Telemática de la UPCT y 'scouter', que también fundó Green Beach para limpiar playas, ha reunido a medio centenar de personas con las mismas inquietudes y organiza reforestaciones; o Einar García, que, a sus 16 años, es vegetariano convencido y convincente, se ha sumado a XR y no duda en movilizar a su entorno para que la semilla de la primavera climática siga creciendo y echando raíces.

África Guirao, 14 años

  • Grupo #Beach.YellowSquad

  • Estudia 3º de ESO en el IES Alfonso X (Murcia). Quiere ser astrofísica.

  • Acciones Fundó Beach Yellow Squad. No emplea plásticos de un solo uso, come poca carne, compra ropa de segunda mano y alimentos de temporada. Ha convocado un concurso de arte sobre medio ambiente en su instituto, participa en Libera de Ecoembes y da charlas en institutos. Ha pedido a Mercadona que deje de embalar frutas y verduras...

  • Frase «Los jóvenes tenemos la fuerza para conseguir que la gente cambie sus hábitos. Nos quedan 11 años y las emisiones siguen aumentando».

Sergio Olivares, 16 años

  • Grupo Actúa por libre.

  • Estudia 1º de Bachillerato en el IES Mariano Baquero (Murcia).

  • Acciones Participante del proyecto 'Lecturas sin Plastificar' y 'Construimos barrio'. Practica el reciclaje, hace recogida de basuras en la naturaleza, ha reducido el consumo de agua y de energía eléctrica, ya no emplea plásticos de un solo uso, no consume nada con aceite de palma, ha conseguido que su familia cambie sus hábitos...

  • Frase «Las personas somos bastante ignorantes, como si tuviésemos una segunda opción donde poder vivir».

Carmen Marina Juárez, 16 años

  • Grupo Actúa por libre.

  • Estudia 1º de Bachillerato de Artes en el IES Floridablanca (Murcia).

  • Acciones Participante de 'Lecturas sin Plastificar' y 'Construimos Barrio'. Promovió la prohibición de los plásticos de un solo uso en Santo Tomás de Aquino en su instituto. Aprovecha su creatividad artística para concienciar. Usa ropa de segunda mano o 100% reciclada, ha reducido el consumo de carne, se desplaza caminando...

  • Frase «En pocas palabras, nos morimos. Hay que salir a la calle, no se puede estar sentado y esperando a que el cambio se haga solo».

David Pina, 22 años

  • Grupo Greenpeace y Extinction Rebellion.

  • Estudia Psicología en la Universidad de Murcia.

  • Acciones Imparte charlas y talleres como voluntario de Greenpeace. Es miembro activo del grupo de acción internacional Extinction Rebellion (XR). Es vegano, no emplea plásticos de un solo uso, se mueve en bici o a pie, consume productos de temporada y locales, cultiva un huerto vertical y un pequeño huerto ecológico...

  • Frase «Los derechos de hoy, son las luchas del ayer. Tenemos que ser más conscientes de las consecuencias de nuestras acciones».

Revolución ambiental desde las aulas

Los claustros de profesores llevan más de una década aportando su granito de arena para que la educación ambiental vertebre la actividad docente. Lo cuenta Conxi Arlandis, profesora de Infantil del colegio Ángel Zapata (Torreagüera) y una de las coordinadoras de #TeachersforFuture_Spain, gestado la pasada primavera. Y añade: «No estamos haciendo nada nuevo, pero esto sirve para visibilizarlo y que aquellos maestros que no trabajan por la educación ambiental, lo tengan más fácil para sumarse», explica.

Ya son más de 700 colegios de toda España (públicos, concertados y privados) los que se han unido al movimiento, aunque reconoce que, en la Región, la cosa va más despacio. Este año han puesto en marcha el proyecto 'Recreos Residuos Cero', una iniciativa para concienciar a las familias de que, además de reciclar, hay que reducir: no usar plásticos de un solo uso para los almuerzos, ni botellas de plástico o tetrabriks; sustituirlos por fiambreras y cantimploras. «Los niños comen más sano y supone menos trabajo tener el centro limpio». También han dado el pistoletazo de salida a '28.000 por el clima', una ambiciosa propuesta, a la que pretenden que se sumen todos los centros escolares de todas las etapas educativas, que promueve una educación basada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible porque, para Conxi, «sin duda, la clave es que hace falta más educación».

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