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Pepa García
Viernes, 19 de septiembre 2014, 12:04
Entre la Sierra de los Álamos y la del Cerezo y la Muela se extiende el paraje de La Puerta, por el que el río llega a Moratalla corriendo paralelo a una espectacular falla (visible, la de mayor longitud de la Región) en su curso alto. Precisamente el Alto Alhárabe es lo que proponemos hoy que conozcan. Un espacio de singular valor en una región semiárida.
El paseo puede comenzar en el acceso al camping La Puerta (donde pueden dejar el coche: la ruta será de más de 16 km). Enseguida la carretera se convierte en pista y caminarán pegados al curso del río, encajonado por enormes paredes en las que cría el halcón peregrino, el búho y el águila reales, la paloma zurita y los buitres leonados. Un cantil desde el que aprovechan las corrientes térmicas para alzar el vuelo y campear las pobladas riberas de este río cantarín y juguetón, que nace a 1.400 metros de altura, al pie de la Sierra del Zacatín, y se va alimentando de varias surgencias a lo largo de sus primeros kilómetros de vida.
Después de superar un primer desnivel, se desciende hasta el lecho del arroyo de Hondares, que hay que cruzar (siguiendo las marcas blanca y roja del GR-7). También antes de atravesarlo puede dejar el coche (la ruta tendrá 11,6 km). Justo en este punto, si sube por la pista que queda a la derecha, llegará a una pinada en la que están los Baños de Somogil, un nacimiento termal (24º) al que acuden los moratalleros desde siempre. Aunque la reciente y polémica instalación de una compuerta industrial (la intervención ha costado a las arcas municipales 25.000 euros y los vecinos no andan muy contentos) le ha restado encanto y rusticidad. No obstante sigue ofreciendo un baño delicioso, y relajante, si no coincide con una muchedumbre.
Recomiendo que dejen el chapuzón para la vuelta y asciendan por la pista tras salvar el Hondares. Pronto divisarán, al frente, el Salto del Agua Cernía, un muro vertical de caliza por el que en el pasado debió de ser frecuente ver caer una cortina de agua.
Mirlos y nutrias
Este ecosistema fluvial, uno de los pocos, por no decir el único, río de montaña de la Región, es un corredor ecológico que alberga gran diversidad. Después de 30 años ha visto regresar al mirlo acuático para criar su nidada (síntoma de su saludable estado); también sigue estando presente la escurridiza nutria, de la que no es difícil encontrar huellas, así como una importante comunidad de invertebrados, fundamentales para la conservación del buen estado del río.
La pista atraviesa una planicie en la que el Alhárabe discurre tímido, invisible, oculto entre los juncos. Están en el Bancal de La Carrasca, un antiguo cortijo abandonado definitivamente por sus últimos moradores, una familia alemana que se fue hace unos años.
Bajo los cortados rojizos que se encontrarán de frente, siguiendo por la pista, se encuentra el Pozo de los Azules, destino de esta agradable caminata llena de sorpresas, aunque aún tendrán que subir un tramo más. Antes, encontrarán dos enormes sabinas albares a la derecha del camino, también pinos y pequeños sauces.
Deberán cruzar el río Alhárabe y seguir caminando por la pista hasta llegar a una pronunciada curva en herradura a la izquierda, marcada con un pino, por la que deberán tomar un sendero que nace justo detrás del pino.
Densa pinada
Entre una densa pinada y por una empinada ladera en la que campea el gato montés y por la que se enrisca la cabra montés, zigzaguea el sendero. Junto a él los rojos frutos del lentisco, diminutos todavía, se convierten en la principal fuente de alimento otoñal para las aves. De inmediato sale a nuestro encuentro un bando mixto y numeroso de carboneros comunes, garrapinos, mitos, herrerillos capuchinos que con sus mofletes blancos y su máscara negra se acercan atrevidos, y agateadores que trepan por los troncos, buscando insectos entre las vetas de su corteza.
En pocos metros, el alegre sonido del agua anuncia la cercanía de los pozos altos y un claro permite ver desde arriba cómo el agua discurre por un laberinto de piedra, que su propia fuerza ha ido esculpiendo a lo largo de siglos.
Entre los pinos tronchados por el último nevazo de hace tres años, donde el turón dejó señales de vida, se baja al lecho del río. Una sucesión de canales y pocetas en los que el agua se acelera y se remansa sin descanso.
Abran bien los ojos y caminen en silencio. Si son sigilosos podrán ver saltar o solearse a las ranas, hasta a la diminuta meridional, y también a los galápagos leprosos, que en cuanto les sientan se sumergirán en el agua para pasar desapercibidos, escondidos entre la vegetación. Los cangrejos autóctonos también viven en este precioso tramo del Alto Alhárabe y hasta él baja a beber el cárabo, una rapaz nocturna de la que encontramos una pluma.
Un lugar único
Ya no tienen más que seguir el curso del río (mejor por su margen derecha) para llegar al fascinante Pozo de los Azules. En el trayecto pasarán junto a dos de las fuentes que alimentan el río, aunque la prolongada ausencia de lluvias las ha dejado ahora secas.
Junto a la enorme cazoleta que da nombre a este paraje, encontrarán el rincón ideal para hacer un alto en el camino y descansar un rato disfrutando de un lugar único. Cuando decidan regresar, remonten unos pocos metros el curso del Alhárabe y, ahora a su izquierda, junto a un pequeño pino, aprovechen una grieta de la roca para subir y seguir por una senda que les llevará directos a la curva de herradura en la que tomaron el sendero a la ida.
Ya no tienen más que desandar lo andado, pista abajo, pista arriba, volver a cruzar el río Alhárabe y el arroyo Hondares, y darse un reconstituyente baño en Somogil.
Luego, cojan el coche y vayan hasta Moratalla para compartir con sus vecinos 'la piti' (así es como llaman los moratalleros a salir de tapeo en grupo). Les recomiendo que paren en El Rincón de Carlos y que prueben sus sabrosos michirones, sus suculentos caracoles, sus costrini (de solomillo con rulo de cabra o gulas) y sus patatas confitadas antes de iniciar el regreso a casa. También sirven comidas (codillo en salsa, arroces,...), pero siempre previo encargo.
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