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En menos de quince minutos ventiló el subastador de la lonja de Lo Pagán, Pedro Vicente Ferrer, el pescado que llegó a la cinta transportadora ... desde los barcos pesqueros de la flota del Mar Menor. Lo normal es que ese ritual de compradores con mando a distancia y 'ojímetro' para la mercancía del mar, se demore varias horas. Ayer, sin embargo, pasaron por la subasta 227 kilos de pescado, cuando habitualmente pasan de los 1.500 kilos de capturas. Casi todo lo vendido procedía además del Mediterráneo, ya que la Cofradía de Pescadores de San Pedro del Pinatar tiene ya casi toda su flota en el 'mar mayor'. En la lonja, había ayer más caras largas que pescados.
Solo dos barcos, de una flota de 80, quedan ya echando las redes en la laguna. «La pesca ha caído un 90%», confirma el patrón mayor, José Blaya. «Después de un invierno malo y una primavera fatal con el langostino regular, nos encontramos el verano sin apenas capturas», afirma con preocupación el patrón. Hijo y nieto de pescadores y pescadoras del Mar Menor, asegura que nunca ha visto una situación parecida «ni siquiera en plena crisis» de la laguna, cuando la 'sopa verde' hizo temer lo peor.
Los peores temores de los pescadores se han hecho realidad. Más de 250 familias luchan por la subsistencia de un sector emblemático de la Región, reserva histórica de artes de pesca tradicionales y con la mayor cofradía de la costa murciana. El patrón mayor advierte de la situación extrema del colectivo. «Llevamos casi tres meses sin apenas ingresos, cuando la Cofradía necesita 50.000 euros para funcionar cada mes», explica Blaya. Ya comenzaron hace tiempo a recortar gastos y han tenido que despedir a dos trabajadores, pero la crisis alcanza ya al bolsillo de los pescadores y sus familias. «Muchos llevan tiempo sin ingresos. Yo mismo llevo cuatro meses sin cobrar», asegura el patrón mayor.
Desde la 'sopa verde' la vida no ha sido fácil para los pescadores. Cuando no ha sido la anoxia y la ola de peces muertos, fue la turbidez, el 'bloom' de ova y, este verano, las medusas que les impiden recoger la red. La masa de celentéreos asfixia a los peces con sus fluidos tóxicos. Cuando se encuentran algún ejemplar que llevarse a la lonja, apenas pueden tirar de las redes con ese pesado magma gelatinoso.
«Están aburridos y preocupados. Los que no están en el paro se han ido a pescar al Mediterráneo, pero claro, a algunos no les da el barco para salir a la mar mayor», comenta Blaya.
Antonio Jesús López 'El del Estacio' y su hermano son casi los únicos que quedan calando en la laguna. «Nunca hemos salido a pescar fuera», comentaba ayer tras descargar 11 kilos de magre, 3 kilos de 'chapa', dos lubinas, dos lenguados y casi 30 kilos de cangrejo azul, el todoterreno que sobrevive a todo. Eso sí, los precios del pescado del Mar Menor han subido. A casi 20 euros el kilo de 'chapa' en subasta es un irónico consuelo.
Las caras tristes de los pescadores se pueden cuantificar en cifras. Desde el 1 de junio hasta ayer, 10 de agosto, han vendido en la lonja menos de la mitad que en el mismo periodo del año anterior. De junio a agosto de 2022 cayeron en las redes 61.852,66 kilos de pescado, que se convirtieron en un ingreso de 632.272,44 euros, frente a los 30.890 kilos de la misma temporada de este año. Los 307.658 euros en ventas en dos meses y medio certifican la caída del 50%, aunque en la suma se incluyen las especies capturadas en el Mediterráneo, como la caballa o el pez espada. Los 6.000 kilos de dorada nada tienen que ver con los 27.725 kilos que se vendieron el año pasado en verano.
«El elemento fundamental del Mar Menor para mantenernos es la dorada. Si no hay dorada, no hay vida», señala el patrón. Las cifras 'macro' dejan a la Cofradía tiritando. La organización de pescadores se queda con el 10% de los ingresos y, como destaca Blaya, «con 30.000 euros en tres meses veremos si hay que cerrar la persiana». No esperan 'racha' para noviembre, pero es que temen que hasta la próxima primavera no tengan pesca, ya que los alevines son aún pequeños.
La microeconomía tampoco cuadra a los pescadores. «Vamos al límite», afirma Antonio López. Entre el gasoil –a un euro ya subvencionado–, los seguros sociales y los gastos, ya no compensa la mar. «Hemos dejado de lado los posibles arreglos del barco y he tenido que despedir a mi hijo», explica el pescador.
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