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Pablo Javier Rodríguez Soler estaba viviendo una de las etapas más apasionantes de su existencia. Desde el 15 de junio de 2019 estaba inmerso en la tarea de cambiar de arriba a abajo el Ayuntamiento de Abarán, en el que es concejal de Mantenimiento de Edificios Públicos, Parques y Jardines, Sanidad y Servicios Municipales, en virtud del acuerdo de gobierno que alcanzó su partido, Izquierda Unida, con el PSOE y un grupo independiente tras las últimas elecciones.
Como responsable local de Sanidad, el edil lleva un año centrado en la gestión de la pandemia en el municipio que lo vio nacer hace 48 años. En Abarán es todo un emblema. Prácticamente la totalidad de los abaraneros lo conoce como Pablo Fonda, pues su familia regentó durante décadas el Bar Fonda, célebre local de cafés, tapas, cañas y copas que alcanzó gran popularidad entre los jóvenes precisamente por la labor de Pablo y sus hermanos. Se podrá estar o no de acuerdo con sus ideas políticas, o con su manera de expresarlas, pero pocos pueden dudar de su nobleza, su honestidad y su gran corazón. En resumen, un buen zagal.
Pero no contaba Pablo Fonda, porque nadie lo espera hasta que le toca, con que el coronavirus SARS-Cov-2 contra el que peleaba desde sus responsabilidades públicas se cruzaría en su camino y lo pondría en serio peligro de irse al otro barrio.
Las alarmas sonaron a principios de enero, cuando le llamaron para comunicarle que su madre -hermana del fallecido Pedro Soler, periodista de LA VERDAD- había dado positivo en Covid-19. Todos los que habían tenido relación con ella, básicamente los familiares más cercanos, se pusieron en cuarentena y contactaron con las autoridades sanitarias para someterse a test de detección del coronavirus. Pablo dio negativo en las primeras pruebas, pero la PCR se positivizó el miércoles 13 de enero.
«Los primeros diez días los pasé en casa, con fiebres muy altas, pero bajo control. Mi mujer y mi hija cayeron conmigo. Toda mi familia ha pasado o está pasando el virus. Pero el sábado 23 de enero empecé a encontrarme peor, sin fuerzas para respirar, sin apenas voz y sin dormir debido a la enfermedad. Me llevaron al Hospital Lorenzo Guirao de Cieza y las palabras textuales de la doctora que me reconoció fueron: 'Tienes neumonía Covid muy fuerte y te vamos a ingresar para someterte a un tratamiento muy 'heavy'», relata el concejal abaranero.
Ahí empezó su pesadilla. «Me conectaron a una máquina para respirar, me pusieron goteros en los dos brazos y me hicieron un seguimiento muy exhaustivo durante varios días. Hubo dos días muy críticos, según le comentaron los médicos a mi mujer. Estaba en la segunda planta, donde tienen las habitaciones habilitadas con cámaras para videovigilarte en todo momento», comenta Pablo Fonda, que estuvo 16 días ingresado en planta. «De estos 16 días, 12 han sido muy duros. Apenas duermes, no tienes fuerza para nada y estás en completa soledad, lo que te convierte en más vulnerable e indefenso. Aunque las enfermeras y los enfermeros están muy pendientes en todo momento de ti, no te pueden ayudar en algo tan sencillo como abrir la bolsa hermética para sacar los medicamentos, que se convierte en todo un mundo. No digamos ya levantarte para orinar en una botella o beber agua».
Poco a poco, su salud fue mejorando. El lunes 8 de febrero recibió el alta. «Me aguardan 14 días de aislamiento en casa, donde estoy con oxígeno asistido. Tres meses me van a estar controlando, con pruebas, de momento. Estoy aún débil, pero he recuperado la voz, algo de apetito y con la ayuda de mi familia estoy saliendo adelante».
En cuanto le sea posible volverá a su actividad como concejal. Por las delegaciones que tiene, su trabajo es muy de calle. Es frecuente verlo al pie del cañón en cualquier actividad que organice el Ayuntamiento.
Con ese hilo de voz que está recuperando poco a poco agradece con toda su alma Pablo Javier Rodríguez el trabajo que, con él y el resto de enfermos de Covid, realizan diariamente los profesionales de la sanidad pública en la Región. «Son héroes que arriesgan su vida por la de los pacientes. Estaré agradecido de por vida a la Sanidad pública y al hospital de Cieza. Me gustaría que todos fuéramos conscientes de la suerte que tenemos de vivir en un país con una sanidad púlbica y unos profesionales tan comprometidos y con tanta vocación por su trabajo«, sentencia el concejal de IU, que espera que su historia sirva para »convencer a la gente de que tome conciencia y cumpla todas las medidas de seguridad, pensando en nuestros mayores, hijos y vecinos«.
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