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La desmedida decisión del rey Felipe III, que en 1613 ordenó la expulsión de los últimos moriscos del Valle de Ricote, fue analizada el sábado en un congreso que se celebró en el auditorio municipal de Ojós en el marco de los actos en recuerdo a estos vecinos, que se vieron obligados a abandonar la tierra que les vio nacer a pesar de que, incluso, algunos se habían reconvertido al cristianismo. Se cree que se desterró a entre 6.000 y 7.000 moriscos.
Sin embargo, la mayoría de estos tuvieron suerte y pudieron ser trasladados a Génova y Nápoles, gracias a que entre el Valle de Ricote y ambas ciudades italianas existía cierta relación comercial, según explicó el conferenciante Ricardo Montes, presidente honorífico de la Asociación de Cronistas de la Región de Murcia. Se dirigieron al público casi una veintena de conferenciantes. Los actos de ayer concluyeron con una recreación dramática de la expulsión por el cuadro de actores de la Hermandad de San Bartolomé de Cieza sobre un texto del ciezano Antonio Salmerón.
Los actos concluyen este domingo con un emotivo homenaje a todos los expulsados de Ojós en el jardín de los Expulsos. Los descendientes de estos recogerán un detalle ornamental como recuerdo.
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