
Juan Antonio Ortega. Jefe de la Unidad de Salud Medioambiental de La Arrixaca
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Juan Antonio Ortega. Jefe de la Unidad de Salud Medioambiental de La Arrixaca
«Habrá más olas de calor y más extremas; es hora de tomar decisiones»Al pediatra Juan Antonio Ortega no le sorprenden las temperaturas de récord que estamos soportando este fin de semana. El jefe de la Unidad de ... Salud Medioambiental de La Arrixaca lleva años advirtiendo de lo que se nos viene encima de la mano del calentamiento global y el cambio climático. «Estamos en código rojo: podemos seguir en la cubierta del 'Titanic' y agonizar en esta región mientras toca la orquesta» o reaccionar y «tomar medidas», avisa.
–En esta última semana se están batiendo récords de temperatura, con un episodio de calor inédito en un mes de abril. ¿Estamos ante efectos del cambio climático que quizá no esperábamos que llegasen tan pronto?
–Estamos observando desde hace algunas décadas un aumento de las olas de de calor, y esa tendencia se acelera. En sus últimos informes, el 'Lancet Countdown', (una comisión internacional que reúne a los principales expertos mundiales en cambio climático), ya advierte de que estamos en código rojo. Se está acelerando el proceso, y eso va a suponer cambios importantes que ya se están observando en determinadas zonas del planeta. Va a haber más olas de calor, y un calor más extremo. Los organismos internacionales han dado un golpe en la mesa: ya no se necesitan más evidencias, estamos en una cuenta atrás para tomar decisiones. El desafío ahora es acelerar la disminución de emisiones.
- ¿Qué impacto puede tener para la salud de la población este calor extremo que, en una región como Murcia, puede alargarse durante meses?
–Ese impacto ya se está produciendo. Desde hace tiempo se intentan monitorizar las situaciones extremas: los colapsos y muertes por golpes de calor. Pero, por cada caso de ese tipo, ¿cuántas hipertermias se producen? Nosotros propusimos monitorizarlas en el Observatorio Regional de Cambio Climático. Los niños son más vulnerables al calor, porque tienen un metabolismo acelerado. También son más vulnerables los ancianos, las mujeres embarazadas, los pacientes crónicos, los enfermos con insuficiencia renal. Pero, ¿estamos preparados? Con este episodio de calor que estamos viviendo, ¿hay alertas sanitarias para que se protejan los trabajadores que se exponen al sol y a la altas temperaturas? ¿Los centros educativos de esta Región están preparados?
-Ese es un aspecto importante en esta región, porque todo indica que en las aulas habrá que afrontar durante los meses de mayo o junio condiciones que tradicionalmente eran propias de julio o agosto.
–Tenemos observado y medido el impacto: sabemos que, por cada grado, disminuye un 0,4% el rendimiento escolar. Eso es brutal. Los niños de Secundaria y Primaria están ahora en exámenes. Si de repente hay 12 o 15 grados más de temperatura, eso va a suponer una perdida de entre el 5 y el 10% del rendimiento escolar global. ¿Cómo es posible que casi el 100% de los centros educativos carezcan de programas para el control de la ventilación y de la calidad del aire interior? Las aulas son cocederos en este mes de abril, y da igual. En mi hospital hay gabinetes de salud laboral preocupados por la ventilación y la temperatura en el edificio. Mientras, tenemos a 200.000 escolares que soportan en muchos casos temperaturas extremas.
-¿Seguimos sin reaccionar ante este aumento de temperaturas?
-El cambio climático está ahí, esperándonos. Casi sin darnos cuenta vemos como nuestros árboles, nuestras masas boscosas, están sufriendo con este aumento de la temperatura, con esta sequía. Son señales, y todavía tenemos mucho que hacer en las ciudades de la Región de Murcia. Echo en falta una planificación estratégica, por lo menos en Cartagena, Murcia y Lorca, para trabajar en corredores verdes, áreas de sombra y en un aumento del arbolado. En definitiva, en todo lo que contribuya a reducir esa temperatura. Hay una correlación entre las olas de calor y el aumento de la mortalidad global.
-En su unidad también han estudiado el impacto de la contaminación. Por ejemplo, han determinado que un incremento de la polución se relaciona con más ingresos por bronquiolitis en niños.
-Hemos conseguido poner cifras de morbilidad y muerte a la contaminación. Hoy sabemos que las partículas PM 2.5 incrementan el riesgo de cáncer de pulmón, riesgo cardiovascular, y otro tipo de enfermedades. En La Arrixaca somos capaces de medir el aumento de ingresos por problemas respiratorios que se produce cuando se incrementa la contaminación. Hemos puesto sobre la mesa de los gobiernos enfermos y muertos por la contaminación, y eso es lo que ha hecho que en algunas ciudades empiecen a tomarse medidas. Los que hemos asistido a alguna de las COP (conferencias de Naciones Unidas sobre cambio climático) reivindicamos que también hay que empezar a hablar de enfermos y muertos cuando hablamos de cambio climático. Porque hasta ahora se hablaba de deshielo o de aumento de unos milímetros en el nivel del océano, señales que el 'Homo sapiens' parece que percibe como ajenas. Todavía no tenemos esa cultura de salud planetaria, y pensamos: 'Bueno, esto es cosa de los osos polares, a la especie humana no nos toca'. En el momento en que empecemos a mostrar indicadores de enfermedad y muerte, estoy convencido de que habrá un giro copernicano.
-¿Se trata de que la gente empiece a entender que estamos hablando de la propia supervivencia?
-Totalmente. Se trata de entender que tenemos un solo planeta. Desde hace más de un año, a mis pacientes les paso un cuestionario para que conozcan cuál es su huella de carbono personal y familiar: es decir, las emisiones de CO2 que emitimos y consumimos. Es nuestro balance, nuestra contribución al calentamiento global como individuos. Es un cuestionario de Naciones Unidas muy sencillo: les preguntamos sobre lo que comen, cómo se mueven, el tipo de combustible que consumen en su casa. Eso, al final, nos da un número. En España se emiten, aproximadamente, 5,6 toneladas por persona y año, y tenemos que disminuir a no más de 3. Es un esfuerzo que tenemos que hacer como individuos. En un futuro se le tomará la huella de carbono personal a todos los enfermos crónicos, porque será el indicador más robusto para medir la efectividad de los programas de prevención de enfermedades. Si un paciente tiene una huella de carbono de 3 toneladas le doy la enhorabuena: es una persona casi vegetariana, con mucha movilidad activa en bicicleta, apenas utiliza el transporte privado, no suele tener coche y sus sistemas de energías son alternativos. ¿Qué ocurre cuando un paciente crónico tiene una huella de carbono muy elevada? Significa que lleva una dieta muy carnívora, es muy sedentario y tiene varios coches, generalmente diésel.
-¿Cómo observa la respuesta en la Región de Murcia a todos estos desafíos? Hay resistencias importantes a los planes para reducir el tráfico en la ciudad Murcia, o a las medidas para tratar de disminuir el impacto de la agricultura intensiva sobre el Mar Menor.
-Hay falta de liderazgo, determinación y cultura, y falta de eficacia en las medidas. Esos cuatro elementos son clave. Hay falta de liderazgo porque a cualquiera lo pueden nombrar director general, pero otra cosa es que tenga esa 'auctoritas' y capacidad para buscar soluciones creativas e innovadoras. En el mejor de los casos, hay personas que hacen diagnósticos extraordinarios de la situación, pero son incapaces de proponer o emprender unas mínimas reformas. Para mitigar el impacto del cambio climático, una clave es tener alcaldes convencidos. Siempre lo he dicho, un alcalde puede ser un ministro de salud pública, pero la mayoría no lo saben. Con medidas de sombra, corredores verdes y apartando los coches del centro de las ciudades, pueden contribuir a mitigar ese impacto de una forma increíble.
-¿Percibe con preocupación el auge de los discursos negacionistas, acientíficos? Lo estamos viendo, por ejemplo, en el caso del Mar Menor.
-Es cierto, tendremos que superar poderosos intereses creados. Pero tenemos tecnología, capacidades, conocimiento, estructuras y marco legal para hacerlo. Cualquiera que conozca la Región de Murcia es consciente de que no va a ser fácil descontaminar los ambientes en los que vivimos, pero la salida al Mar Menor pasa por una transición ecológica de toda la agricultura del campo de Cartagena. Eso es algo que yo llegaré a ver o no, pero no queda otra. La alternativa es perder el alma, las raíces que nos unen a la Tierra. Ya vamos tarde. Tenemos una sociedad con faltas educativas, con muchos pobres, con fracaso escolar. Pero podemos convertir todas esas debilidades en oportunidades, en palancas de cambio. Si me pregunta por el Mar Menor, el campo de Cartagena no puede tener como competencia la producción agraria en Marruecos o en Egipto; tendremos que competir en calidad de productos ecológicos. La alternativa es tener un Mar Menor podrido y un empobrecimiento generalizado de todo el campo de Cartagena. Podemos tardar en verlo, pero no hay otra salida.
-Hemos hablado de las resistencias al cambio, pero también hemos visto una movilización ciudadana, por ejemplo con la iniciativa legislativa popular para proteger el Mar Menor.
-Hay situaciones nuevas para la esperanza. No conozco a nadie que, independientemente del partido al que vote, vea la orilla de Los Urrutias y no sienta aflicción. Esa aflicción es la esperanza de que vamos a encontrar la solución. Hay una transición, la sociedad está buscando interlocutores, pero la gobernanza sigue buscando fantasmas. El problema existe y es real: tenemos el Mar Menor, la Sierra Minera, la contaminación del tráfico, las olas de calor, la deforestación, un desierto que avanza por la zona de Almería. Tenemos problemas, y no por no querer mirarlo van a dejar de estar ahí. Todos los organismos internacionales colocan a la Región en la diana como una zona especialmente vulnerable. Podemos seguir en la cubierta del 'Titanic' y agonizar en esta región mientras toca la orquesta. Pero esto no funciona: estamos en código rojo, es una emergencia nacional, internacional a todos los niveles. En la Sociedad de Pediatría del Sureste y en la Asociación Española de Pediatría hemos colocado la emisión de combustibles fósiles al mismo nivel que el tabaco. Trabajamos porque haya una transición a energías renovables.
- La sanidad murciana lideró el incremento del gasto en 2021, pero un reciente informe de la Asociación en Defensa de la Sanidad Pública advierte de que la Región sigue presentando malos indicadores de salud. ¿Hay que reorientar el sistema sanitario?
-¿Por qué los gerentes lo intentan y no consiguen los resultados? ¿Por qué los ciudadanos no se encuentran satisfechos y por qué los profesionales están agotados? Porque seguimos implementando un método que no nos permite conseguir mejores resultados. La covid ha acelerado el proceso de agotamiento de un modelo de salud que fue bueno. La Ley General de Sanidad de 1986 permitió la descentralización, y eso hizo que nuestra región tenga 85 centros de salud y más de un centenar de consultorios. Pero ahora nos encontramos con nuevos desafíos: un crecimiento urbano increíble con la pérdida de la España rural, un envejecimiento de la población, el crecimiento de enfermedades crónicas o el agotamiento de los recursos naturales.
-¿Qué propone?
-Nuestros gerentes se quedaron en la prestación de servicios, pero es un modelo agotado y frente a esto surge el populismo de la privatización y la centralización: los fondos de inversión que van a venir a rescatarnos. Frente a eso, yo digo que hay que avanzar en la descentralización: hay que municipalizar la Atención Primaria para que esté más cerca del ciudadano y mejor vertebrada con los servicios sociales, educativos, con los movimientos comunitarios.
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