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La sociedad murciana está harta de excusas y de estériles debates sobre qué administración puede hacer más revertir la situación del Mar Menor. Tampoco le interesan las batallas políticas por ganar el relato, ni las encuestas ni las elecciones. Lo que desean los murcianos es que le devuelvan este ecosistema único, esta joya natural que la Madre Tierra regaló a este pequeño rincón del sureste de la Península Ibérica. Lo que quieren es una solución inmediata al desastre, sin importarle demasiado quien se ponga la medalla.
Lo dejaron muy claro las miles de personas que inundaron las calles de Murcia en la tarde de este jueves, en la multitudinaria manifestación por la laguna salada convocada por 200 colectivos sociales, vecinales y ecologistas. Todo un océano de gargantas todavía atenazadas por el nudo que les dejó la aparición de miles de toneladas de peces muertos en las playas este verano, en la segunda anoxia que se produce en el Mar Menor desde que en 2016 se hiciera evidente el colapso del ecosistema.
Aunque la organización pidió que no se politizara la marcha, acudieron representantes de los partidos, con excepción de PP y Vox. Eso sí, todos dejaron fuera sus logos y colores. Vinieron desde Madrid dirigentes estatales como el líder de Más País, Íñigo Errejón, y el portavoz nacional de Podemos, Pablo Fernández.
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La protesta tuvo dos cabezas. Una primera columna se concentró en el Palacio de San Esteban, sede de la Presidencia del Gobierno regional. Fue allí donde los ánimos están más caldeados, pues es al Ejecutivo autónomo, en manos del PP desde 1995, al que una mayoría de asistentes culpabiliza en exclusiva de la catástrofe de la laguna salada.
Otra comitiva partió de la Delegación del Gobierno. Porque a la Administración estatal se le exige también una mayor implicación para poner remedio a un problema que, durante mucho tiempo, demasiado, se tuvo como un asunto local.
Las dos mareas ciudadanas confluyeron en la plaza de la Fuensanta, y desde allí enfilaron juntas la avenida de la Constitución, la plaza Circular y Ronda Levante para concluir en la plaza de Juan XXIII. Allí tiene su sede la Consejería de Agua, Agricultura, Ganadería, Pesca y Medio Ambiente. Es este departamento el que tiene la potestad ejecutiva sobre el Mar Menor y sobre la actividad económica que, según la mayoría de expertos, ha llevado a su degradación actual: las décadas de agricultura intensiva en el Campo de Cartagena.
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No estaba en su despacho el consejero Antonio Luengo, como tampoco se encontraba el presidente López Miras en San Esteban cuando los manifestantes estuvieron ante el palacio. Seguramente a ambos les pitaron los oídos, pues les pidieron la dimisión de manera constante durante el recorrido. Junto a la Consejería se procedió a la lectura del manifiesto consensuado entre las organizaciones y la manifestación llegó a su fin.
«Estamos aquí esta tarde porque, este verano, el Mar Menor volvió a escupirnos a la cara el maltrato y la indiferencia al que se le ha sometido durante tantas décadas», comenzaba el manifiesto, que fue leído por Isabel Rubio, representante de la plataforma Pacto por el Mar Menor. «Estamos aquí porque la mayor laguna litoral hipersalina de España, y una de las mayores del Mediterráneo y de Europa, ha ido deteriorándose y enfermando, como consecuencia de la avaricia de unos y la incompetencia y connivencia de otros», añadía.
Los organizadores acusan al Ejecutivo regional de mentir «constantemente» a la sociedad sobre la salud del Mar Menor y de malgastar recursos públicos «en medidas inútiles mientras seguía sin actuar sobre el origen del problema». Recordaron palabras de dirigentes del PP de años anteriores en las que presumían de que la laguna salada se encontraba en un estado óptimo debido a que había «mucha pesca».
Tampoco la Confederación Hidrográfica del Segura (CHS) se libró de las críticas. «Ha estado mirando para otro lado y permitiendo, e incluso regularizando, nuevos regadíos ilegales con grandes infraestructuras de desalación pagadas por todos con fondos públicos», denunciaba el manifiesto, que también hace hincapié «en el excesivo desarrollo urbanístico, la contaminación por residuos mineros, el colapso de las redes de saneamiento, la excesiva presión náutica y la mala ubicación de los puertos deportivos» como causas, junto a la agricultura, del colapso de la laguna.
Al Ministerio para la Transición Ecológica se le exige que asuma parte de las competencias medioambientales que afectan al Mar Menor, «ya que el Gobierno regional no cumple», así como que «no traslade el problema del Mar Menor al Mediterráneo». Algo que pasaría, según indican, si se autoriza la pretensión de la Comunidad de abrir las golas.
«Exigimos a la CHS y a la Comunidad que procedan con urgencia al desmantelamiento de las más de 8.000 hectáreas de regadíos ilegales. No pararemos hasta tener un Mar Menor vivo, para nuestra generación y las generaciones futuras», concluía el manifiesto. La sociedad murciana, a la que tantas veces se le reprocha su pasividad, dio ayer un golpe en la mesa.
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