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José Miguel Luengo, Ana Martínez Vidal, Fernando López Miras, Luis Gestoso y Pascual Salvador, al término de la sesión.

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José Miguel Luengo, Ana Martínez Vidal, Fernando López Miras, Luis Gestoso y Pascual Salvador, al término de la sesión. J. M. RODRÍGUEZ / AGM

Nueve consejerías y media

Isabel Franco reclama al PP que le transmita el chasis de su futuro gobierno para poder encajar sus piezas y nombrar una quincena de altos cargos

Jueves, 25 de julio 2019, 02:12

Quienes van a ser consejeros y consejeras por parte del PP en el primer gobierno de coalición de la Región de Murcia ya lo saben. Entre ellos Javier Celdrán, que se perfila como hombre fuerte y que podría asumir las carteras de Presidencia y Hacienda, una dualidad que se concretará en las próximas horas. Fernando López Miras comentó ayer que ha hablado con los seis miembros de su nuevo gabinete, preparados para entrar en faena la semana que viene. Desde el momento en el que Vox dio el plácet, el presidente 'in pectore' negocia con sus socios de Ciudadanos a un ritmo intenso para cerrar la estructura de Gobierno y, sobre todo, el 'modus operandi' de un Ejecutivo que tendrá que engrasar mucho la maquinaria para evitar distorsiones, mensajes contradictorios y ruidos. Y el engrase está en delimitar al milímetro las competencias para que no se pisen la manguera unos a otros.

Van contra el reloj. Isabel Franco, la futura vicepresidenta con competencias sociales, señaló ayer al término de la primera sesión del reeditado debate de investidura que espera a que el PP le remita a la formación naranja la estructura del Gobierno para ponerse a trabajar en la asignación de los puestos que le corresponden.

López Miras ya está tardando. Necesitan con urgencia el chasis del nuevo Ejecutivo para cubrir cuatro consejerías y una quincena de direcciones generales. La parte más laboriosa es la disección de las carteras de Turismo y Transparencia, explicó. Turismo tendrá un consejero/a del PP, un secretario general de Ciudadanos y dos direcciones generales que también caerán del lado naranja. Una estructura, cuanto menos, curiosa, con un jefe de un partido que comandará a un equipo del otro partido.

López Miras ha hablado ya con su nuevo equipo, en el que Celdrán se perfila como consejero de Presidencia y quizás de Hacienda

«Deseando trabajar juntos»

Transparencia y Administración Pública también serán para Cs, que creará una dirección general específica para la primera, relató Franco. La partición y despiece del 'holding' que tenía a su cargo Javier Celdrán parece que no presenta mayores complicaciones, aunque también resulte llamativo el puzle final al separar Industria de Innovación.

Ana Martínez Vidal asumirá la cartera industrial y la portavocía, mientras que Empleo, Innovación y Universidades recaerá en otro compañero/a de partido. Ciudadanos cuenta con Francisco Martínez Ruiz, que fue director general del Instituto de Fomento en la etapa de Alberto Garre. Con el Info y el IMAS a su cargo, Ciudadanos manejará una gran regadera de ayudas y subvenciones a cientos de empresas y colectivos sociales.

El presidente autónomo augura enfrentamientos con Pedro Sánchez por cuestiones como el agua y la financiación

«Serán nueve consejerías y media», manifestó Franco para destacar la singularidad de la bicefalia de Turismo.

Los primeros amagos de complicidad entre populares y liberales tuvieron ayer una muestra durante un intercambio de saludos bastante expresivo entre Ana Martínez Vidal y Cristina Sánchez: «Estoy deseando que empecemos a trabajar juntos», comentó la exvicerrectora y uno de los fichajes 'estrella' de López Miras, llamada a entrar en el próximo Gobierno.

El presidente podría mantener también en su equipo a Manuel Villegas al frente de Salud. Igualmente, tiene posibilidades de seguir Miguel Ángel del Amor en Agricultura y Agua, aunque López Miras administra el proceso con un celo extremo. Son nombres que están en el tintero, como también los de Antonio Luengo, director general del Mar Menor, y algún alcalde o alcaldesa. Uno de los políticos que ayer llamó la atención -entre una pobre asistencia de invitados, autoridades y altos cargos a la sesión plenaria- fue el exportavoz parlamentario del PP, Víctor Manuel Martínez, quien tiene opciones de entrar en la Administración regional como recompensa por los servicios prestados.

Una foto nada improvisada

La letanía de gestos y guiños que se han profesado en las últimas semanas Partido Popular, Ciudadanos y Vox tuvo ayer otro momento álgido -el clímax para muchos- con una foto buscada y provocada, al término del Pleno, entre los actores principales de los tres partidos, entre ellos López Miras, Luis Gestoso y Ana Martínez Vidal, que sustituyó a Isabel Franco en el 'fotomatón'. Fue parte de la liturgia que reclamaba Vox para visualizar y hacer valer su apoyo, que se vio previamente recompensado y oficializado en el discurso del candidato. No está todo. Ahora falta que Ciudadanos también haga su auto de fe, mañana en la tribuna, reconociendo el apoyo del partido de Abascal y prometiendo que sus propuestas se cumplirán.

El discurso de López Miras tuvo un marcado carácter político, acoplado al «vértigo» de los aires de cambio. Las tribulaciones de Murcia se empequeñecen comparadas con lo que se juega en España en plena investidura de Pedro Sánchez. El mandatario popular dejó clara su estrategia de los próximos años frente al Gobierno de la Nación en ciernes, que calificó de «extrema izquierda», en las antípodas ideológicas de su alianza con Cs y Vox: auguró que puede haber confrontación con el Trasvase Tajo-Segura, los impuestos, la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos, la financiación autonómica y las infraestructuras. Ofreció lealtad, pero enseñando los dientes y marcando el territorio. Abonando el campo de batalla. Era evidente, aunque ese futuro escenario esté en cuarentena. Pedro Sánchez se lo ha puesto en bandeja a López Miras con su propuesta de que las cuencas hidrográficas sean autosuficientes -autarquía hídrica-, en contraposición a los trasvases.

El otro punto destacable de su discurso fue una proclamación formal para conjurar futuros problemas y traiciones: su gobierno será uno solo, sin fisuras ni grietas, y con una voz única, manifestó en la tribuna como aviso a navegantes. El resto del relato fue un 'dejà vú' plagado de lugares comunes. Como la última rodaja del pan 'bimbo'.

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